Yulimar Rojas: “El ‘bullying’ me ha hecho mucho más fuerte”
Entrevista con la campeona olímpica de triple salto, que regresa a Guadalajara después de pasar tres meses en los lugares de su infancia en Venezuela
La primavera llega en febrero a Guadalajara, y en el estadio de atletismo hay casi ambiente de rave party, tanta alegría, ritmo, movimiento, entre las casi docena de atletas que entrena Iván Pedroso, todos activos, todos de acá para allá, repitiendo ejercicios de técnica, de carrera… Y con todos ellos, la diosa del triple salto, la campeona olímpica Yulimar Rojas (Caracas, 26 años) y su inmenso reproductor de música que coloca en el césped y atruena la pista de reggaetón. “A veces, sí, a veces me gritan, ‘cambia la música’, pero yo pongo de todo... Un poquito de vallenato, un poquito de música caribeña, un poquito de música cubana, electro, house, no sé, un poco de todo...”, dice la atleta venezolana, la mejor de la historia en triple salto y dos récords mundiales, en pista cubierta (15,43m) y al aire libre (15,67m). “Y, hoy, bastante reggaetón, aunque no suelo conectar mucho con reggaetón, me gusta mucho poner la salsa, me gusto poner un merenguito, así, rico... me gusta mucho poner mi electro, mi house, porque a Iván le gusta... ‘Pon un electro para romper la cabeza...” Está en ebullición emocional, primaveral, la atleta venezolana, que llegó a España a los 19, en 2015. Y en Guadalajara, con Pedroso, es más única que nunca.
Pregunta. Nada más ganar el oro en Tokio viajó a Venezuela. ¿Necesitaba una inmersión en su tierra como campeona olímpica?
Respuesta. Ufff… Ha sido como un revuelco total, una revolución atlética, una revolución de Yulimar Rojas, una alegría total. Una satisfacción bastante grande de mi pueblo, y me he sentido muy querida, muy amada y muy respetada. La disfruté mucho. Estuve un tiempito. Fueron como tres meses, muy contenta, muy feliz. El cariño, el amor, el agasajo que hubo hacia mí no tiene precio. Me vine con mucha fuerza, que recuperé allí, en mi país.
P. ¿Cómo se ven ahora los lugares de su infancia?
R. Estuve en mi ciudad natal... Bueno, nací en Caracas, pero como tal soy de Anzoátegui. Allí estuve por muchos barrios promoviendo el deporte haciendo clinics deportivas... Ya no existe el ranchito [infravivienda] en el que vivía, porque ya se cayó completamente, pero aún está todo intacto el barrio, la gente que me vio crecer, que me vio nacer, que me vio forjarme, los vecinos... La verdad es que superbien, y un poco descuido, eso sí, pero del resto todo está igual.
P. En alguna entrevista usted contaba que de niña se metían mucho con usted por ser tan alta [es un tallo espigado de 1,92m], por ser diferente…
R. Sí, bastante, bastante (y ríe al decirlo). Fue gran parte de mi infancia, desde que tenía como 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17 (de 2007 a 2013) ... Todos esos años en realidad me los disfruté mucho porque fueron los años de mi infancia y era donde empezaba a soñar, donde empezaba a conocer un poco de la vida, del deporte, de los sueños, las metas, los objetivos... de trazarme un sueño y tratar de conseguirlo a toda costa. Y, bueno, a pesar de eso, siempre ha existido el bullying, siempre ha estado en nuestra sociedad, y.… nada, yo creo que eso me ha hecho muy fuerte, eso me ha hecho seguir adelante. Cualquier cosa que me hayan dicho en mi infancia me golpeaba pero a la vez me hacía mucho más fuerte porque sé que yo tenía un don, que yo tenía algo diferente a los demás.
P. Cuando la mayoría de las personas parecen preferir integrarse en la masa, usted abraza su diferencia…
R. Justo eso era lo que me impulsaba. Hay siempre que mirar hacia adelante, olvidarse de las críticas y de lo que dicen los demás y pensar en lo que tú sientes, en lo que tu corazón te dicta, y en el camino que tienes que recorrer para lograr eso.
P. ¿Qué cree que le diría ahora la niña que usted fue?
R. Si ahorita la niña que fui, la niña que empezó, que soñó con ser campeona olímpica, que empezó con muchas carencias, con lo poquito que teníamos, pero con mucha ilusión, con muchos sueños, si lo viera ahora, todito hecho realidad, estaría muy, muy feliz, estaría muy orgullosa. Está muy orgullosa. Estoy muy feliz de haberlo apostado todo, de nunca haber dado un paso atrás, de nunca haber dudado de lo que yo podía ser, de lo que yo podía entregar, y de mis condiciones físicas para poder lograr el sueño que quería. Y estaría muy orgullosa, sí, muy orgullosa de poder contactar a Iván Pedroso en su momento, de tomar los pasos y los rumbos que tomó para poder llegar hasta aquí y poder estar contando esto. Así que le debo mucho a la niña que fui, y ahora a la mujer hecha, derecha, una mujer consagrada y con muchos, muchos sueños, y muchas metas.
P. Se dice que los grandes campeones son aquellos que aspiran a llegar donde nadie ha llegado antes, un paso más allá…
R. La necesidad de ir siempre más allá, sí. Lo que te hace ser un campeón es primero tu mente, tu sueño, tu ambición deportiva. Y eso para mí nunca se ha esfumado, nunca se ha desvanecido, siempre se ha mantenido intacto y creciendo, creciendo, creciendo... Como una llama que arde y que no se apaga con nada. A pesar de que haya logrado lo que he logrado, hay mucho que dar, tengo mucho que entregar. Mis sueños aún están comenzando. Yo sé que puedo demostrar que doy para más, que puedo valer para mucho más, y es lo que quiero dejar. A pesar de todo lo que hayas conseguido siempre hay un día más. Es como los días... Hoy entrené y estoy contenta, pero el otro día quiero entrenar mejor y estar más contenta, más supercontenta, y mejorar, y avanzar, y mejorar con los días, con los meses, con los años, y un poco esto.
P. Parece que está dando una charla de motivación como las que dan muchos gurús mentales…
R. No, no… Hay que dar el ejemplo, siempre. hay que ser una atleta ejemplar, una deportista que cuando la gente te mire diga, ‘¡guau!, mira, si acaba de ser campeona olímpica y mira cómo está saltando ahora... Eso es ejemplo de que no hay que bajar los brazos. Es, más o menos, mi visión de vida como deportista. Yo tengo aún una meta bastante grande por cumplir. Varias, pero ya esto me impulsa más a seguir trabajando.
P. ¿Habla de la barrera de los 16 metros que ninguna mujer ha franqueado?
R. Síííí... Está claro que es así, pero, pero, pero bueno, eso es lo que ahora me quita el sueño, aunque seguir yendo a los Juegos Olímpicos no tiene precio, es maravilloso. Poder colocar al país en alto, poder colocarte una bandera, poder colgarte una medalla de oro, es maravilloso, y la alegría que sientes, el sentimiento nacional que sientes, es maravilloso. Quiero volver a revivir eso. Quiero, en lo que queda de mi carrera, poder seguir viviendo esos momentos y poder seguir dejando huella en el deporte mundial...
P. ¿Con qué sueña ahora?
R. Tengo más metas. Yo creo, y sé que es así, que en mis piernas tengo los 16 metros. Es una meta. Quiero ser la primera mujer que lo logre, la primera mujer en no ser una más en estar en los 15 metros [y son solo 25 las que en la historia lo han conseguido,] sino ser la primera en pasar esa barrera, y eso me motiva mucho, mucho, bastante. Y más allá, tratar de sobrepasar al maestro, que es Iván Pedroso [nueve mundiales; un oro olímpico, Sidney 2000], en títulos, en campeonatos... Este año tengo dos oportunidades, Mundiales al aire libre y en pista cubierta, para seguir caminando, para seguir acercándome a ese reto [Rojas lleva ya cuatro oros mundiales y uno olímpico] que tengo tan importante y tan fuerte. Y, bueno, seguir siendo la misma persona, seguir adelante, seguir siendo una atleta que lo da todo en las pistas y fuera de las pistas, y dejar un legado grande que sea recordado por muuuuuchos años.
P. Pedroso decía que si no volvía antes de Venezuela no estaría a punto para los Mundiales de Belgrado (18 a 20 de marzo) en pista cubierta…
R. A pesar de eso, a pesar de haber estado unos mesecitos en mi país con mi familia, con mi gente... Yo creo que eso hizo la diferencia. Siempre hay que hacer lo que tú sientes y lo que quieres y lo que te hace feliz, ¿sabes? Y para mí era muy importante estar en Venezuela, y compartir, y llenarme de ese amor, llenarme de esa alegría, porque eso me iba a hacer venir con más fuerza, y eso ha sido lo que pasó. Ahorita tengo dos meses entrenando, y de verdad que me siento muy bien. Ha sido en parte algo del año pasado, que entrené muy, muy bien, y también creo que mi nivel deportivo ha pasado a otro grado, a otro nivel, a otra dimensión... Y poco a poco voy cogiendo la maestría deportiva, ¿sabes? y el trabajo ya el cuerpo lo va asimilando más rápido... Son, son puntos a favor hacia mí que estoy sintiendo, experimentando en esta etapa de mi vida.
P. ¿Había temor de que llegara gorda y tardara en ponerse en forma?
R. Era la hipótesis que se manejaba... Era el concepto... ‘¿Yulimar? Bueno, no ha llegado. ¿Cuántos meses faltan para el campeonato del mundo? ¿Dos meses, tres meses? Si no se pone a tono no va a llegar...’. Eso me da fuerza, ¿sabes? Eso es un reto. Yo soy una mujer muy retadora... Si yo tengo una meta ahí, yo voy a entrenar con toda mi fuerza, con todo mi empeño para llegar a esa meta... Así lo he hecho. Desde que llegué no he parado de entrenar. Ha sido dos meses muy duros, muy duros, muy duros, pero bastante satisfactorios, y ahora me encuentro en muy buena forma, sé que estoy en buena forma... Y ahora pienso que el invierno es corto pero el verano es bastante largo. Voy por buen camino.
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