El Athletic pasa por encima de la Real
Los bilbaínos arrollan en la segunda parte a un conjunto donostiarra cansando y sin recursos
El derbi vasco fue una fiesta para el Athletic, un funeral para la Real, que además no contaba con parroquia en San Mamés por las restricciones de la covid. En una segunda parte inspirada, en la que le salió casi todo, los bilbaínos barrieron a los donostiarras, cansados y sin recursos.
A Remiro le abucheó la grada desde el comienzo, le gritaron que era malo y unas cuantas cosas más, pero se tomó una venganza momentánea. No es malo, ni mucho menos. A la media hora le paró un penalti a Muniain, de esos de VAR, por una mano de Silva. El mismo Muniain que le puso a los pies de los caballos en Anoeta con un disparo que no supo despejar y que se coló para el empate en el 90, cuando más duele.
Esta es la historia de los derbis. Unas vecen lloran los de un bando y otras veces los del otro. O ríen. Incluso a veces ríen o lloran los dos bandos a la vez. Lo único que se garantiza en un derbi es la intensidad y la pasión, pero en muchas ocasiones, cuando esas dos características entran por la puerta, el fútbol escapa por la ventana, despavorido.
En San Mamés hubo intensidad, pasión y un punto de ansiedad. En partidos así la grada sobreactúa, los futbolistas exageran y el árbitro contemporiza lo que puede. Ahora los árbitros hablan mucho, explican sus decisiones. Todo muy lejos de lo que recomendaba Pedro Escartín en su reglamento comentado, todo un best seller de su época.
El Athletic puso velocidad, a veces precipitación; la Real pausa, a veces lentitud. No pudo desplegar su exuberancia por las bandas, mientras que los rojiblancos sí, aunque de poco les sirvió en la primera parte, en la que las ocasiones se quedaron en el limbo, al margen del penalti.
La segunda parte fue otra cosa, al menos en llegadas rojiblancas. La Real, mermada por las bajas y con síntoma de cansancio después del esfuerzo europeo del jueves, cedió más terreno.
Entonces el Athletic exhibió su poderío a balón parado en dos saques de esquina casi consecutivos. Primero Vivian remató de cabeza para abrir el marcador y tres minutos más tarde fue Sancet el que metió el pie para hacer el segundo en una asistencia de Muniain. En pleno festival bilbaíno, con la grada en pie, Williams empujó a la red una acción de contragolpe que condujo Sancet con maestría para ceder a Berenguer, autor de la asistencia. La grada pedía más y lo tuvo. Marcó Muniain, y se tomó la revancha del penalti para completar un resultado que corona al Athletic en el derbi.
Puedes seguir a EL PAÍS DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.