‘Popeye’ Alcaraz, un híbrido físico
El murciano, el tenista más joven en la tercera ronda desde 2011, impresiona por un desarrollo esculpido a base de explosividad, pescado, sushi y series de 400 metros
Contaba estos días Carlos Alcaraz que además de haber cogido los libros de inglés y de haberse sacado el teórico del carné de conducir –con ganas de completar el trámite para poder desplazarse con más ligereza de Villena (donde se entrena) a El Palmar (su pueblo)–, aprovechó esta última pretemporada para tonificar el cuerpo y ponerse más fuerte. Y el resultado salta a la vista. “El cambio ha sido muy bestia”, decía el lunes, tras superar la primera ronda. Ayer batió al bregado Dusan Lajovic (6-2, 6-1 y 7-5, en 1h 56m) y ya está en la tercera, en un avance que viene acompañado de otra muesca de precocidad: a sus 18 años y 270 días, ya es el jugador más joven en dicha estación desde que aterrizase en ella el australiano Bernard Tomic en 2011, con 18 y 101.
Sigue Alcaraz deslumbrando a todo el mundo con su desparpajo y su calidad, con esa propuesta agresiva e imaginativa que sufrió Lajovic, asediado desde el fondo (27 ganadores) y también en la red (22 aciertos en 27 subidas). Sin embargo, más allá del juego el español –citado con Matteo Berrettini, séptimo en el listado de la ATP– impacta por su desarrollo físico, por cómo ha pasado de ser ese Carlitos que imberbe y por hacer a ese Popeye definido que marca musculatura y rompe la bola en cada tiro. “He hecho muy bien todo durante esta pretemporada”, se felicita por la disciplina y el resultado. “He comido bien, he descansado bien y he trabajado mucho junto a mi equipo”, recita a continuación; “sabíamos lo importante que era estar bien físicamente y, como se puede ver, lo hemos hecho con creces”.
Metódico y aplicado, el murciano (31º del mundo) ha cumplido a rajatabla el plan progresivo que diseñó su equipo para esculpirle y resistir así a las exigencias de la élite, a los partidos de largo recorrido que cada vez va a ir encontrándose con mayor frecuencia. Desde hace año y medio ha ido moldeándose, pero el programa va mucho más allá de las pesas y los hierros.
“En realidad, esta pretemporada apenas ha levantado peso. Solo durante la primera semana”, precisa a este periódico Toni Cascales, la sombra de la exitosa carrera de Juan Carlos Ferrero, exnúmero uno y preparador de Alcaraz, y testigo directo de la evolución del joven que causa tanta sensación.
Entre un maratoniano y un velocista
“Al revés, no queremos que se convierta en un Hulk porque no sería bueno, así que hay que vigilarlo de cerca. Carlos ha insistido sobre todo en el trabajo de agilidad y la velocidad de reacción, y en ejercicios de explosividad con su propio cuerpo. También ha hecho bastantes series de 400 metros”, detalla Cascales, que habla de un “crecimiento natural” y dice que lo de ahora no es nuevo, que el modelo de camiseta sin mangas que le ha adjudicado la firma Nike al chico para este Open de Australia potencia la sensación de fortaleza y que el verdadero salto físico procede desde el último mes de abril.
“Pesas ha hecho, pero no nos interesaba ganar masa muscular, sino que se pusiera fuerte en términos de fuerza-velocidad y fuerza-excéntrica, en desarrollar las fibras musculares pero orientadas a la velocidad, que es lo que exige el tenis de hoy, donde todo va tan rápido. Ha ganado músculo, pero no mucho”, precisa Juanjo Moreno, el fisio que supervisa la carrocería del murciano en Villena, donde también interviene de pleno en el proceso el preparador Alberto Lledó; completan el círculo el fisio Sergio Hernández, ahora en Melbourne, y Alejandro Sánchez, el preparador con el que comenzó en Murcia. Al mando médico está el doctor Juanjo López.
“Se ha contagiado de la cultura interna del equipo. Todos [incluido Ferrero, más fornido que cuando estaba en activo] somos muy minuciosos, vivimos mucho la filosofía del deporte y Carlos la ha interiorizado, aunque no ha sido sencillo porque al final no deja de ser un chico de 18 años. Tenía que entenderlo y aceptarlo, y a esas edades a veces no es fácil”, cuenta Moreno.
El preparador pone de relieve la pretemporada –”de seis semanas, lo máximo que pudimos”– y enfatiza que la transformación es sobre todo “educacional”. En que ahora, Alcaraz disfruta con el sushi o un buen trozo de pescado en lugar de un kebab. También del aguacate y los plátanos. “Grasas, proteínas o hidratos de calidad”, enumera.
“Queremos que su cuerpo sea un híbrido”, prosigue, “entre el de un velocista de 100m y un maratoniano. Que sea muy resistente, pero a la vez muy potente. Esa es la idea. Tiene un perfil definido, con un porcentaje de grasa adecuado, porque si es demasiado bajo hay riesgo de lesiones. Cuantificamos, pero el objetivo no era la masa muscular, porque además eso puede suponer ahora un estrés innecesario para él. En su caso, la predisposición genética es muy buena y el resto consiste en trabajo. En mucho trabajo”, remata el especialista.
Puedes seguir a EL PAÍS DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.