Juan Manuel Fangio, “el mejor piloto de carreras del mundo”, ya descansa en su propio museo
Setenta años después de hacerse con el primero de sus cinco campeonatos mundiales, la leyenda del automovilismo fue homenajeada en su Argentina natal. Jackie Stewart lo definió como su “gran héroe”
Si México acaba de vivir un fin de semana histórico en Fórmula 1 con Sergio Checo Pérez como su primer piloto en subir a un podio, Argentina recordó este miércoles su vieja grandeza en la máxima categoría del automovilismo. A 70 años del primer título del mundo ganado por Juan Manuel Fangio, los restos del quíntuple campeón fueron trasladados en una emotiva ceremonia al museo que lleva su nombre, en Balcarce, su ciudad natal, 400 kilómetros al sur de Buenos Aires.
Fangio, que murió en 1995, es una leyenda del deporte argentino y del automovilismo mundial después de haber ganado cinco temporadas de la Fórmula 1, en 1951, 1954, 1955, 1956 y 1957. Desde entonces sólo lo superaron el alemán Michael Schumacher y el actual monarca, el inglés Lewis Hamilton, ambos con siete títulos. Detrás de la marca de El Chueco, como le decían, quedaron formidables multicampeones, algunos del presente, como el alemán Sebastian Vettel, y otros del pasado, como el francés Alain Prost, el brasileño Ayrton Senna y el escocés Jackie Stewart, presente este miércoles en Argentina a sus 82 años para rendir homenaje a Fangio.
“Estoy aquí porque Fangio es el mejor piloto de carreras del mundo, mi gran héroe. No puede haber otro piloto que tenga tan justificado este homenaje”, dijo el tricampeón del mundo en 1969, 1971 y 1973. El propio Stewart, que fue uno de los impulsores del traslado de los restos del quíntuple campeón desde el cementerio de Balcarce, donde reposaban tras su muerte, hasta el Museo Fangio, llegó a la Argentina después de haber estado en los boxes del Gran Premio de México este fin de semana.
La Fórmula 1 se sumó a la conmemoración por los 70 años del primer título de Fangio, conseguido el 28 de octubre de 1951, y a través de Stewart le entregó al ganador de la pole position del sábado, el finés Valtteri Bottas, una réplica del casco que el argentino utilizó en 1951 a bordo del Alfa Romeo con el que se consagró campeón.
Cientos de habitantes de Balcarce, una ciudad de 45.000 habitantes con tenues sierras que interrumpen la eterna llanura de la pampa húmeda, salieron a las calles para saludar la caravana que trasladó el féretro por diferentes lugares de la historia de Fangio, como su casa natal, el taller en el que aprendió de mecánica de autos, las calles en las que corrió sus primeras competiciones y el autódromo que lleva su nombre.
“Estuve aquí en 1995, cuando murió, y me desborda la emoción por participar en esta experiencia increíble: Juan está donde debía estar”, dijo Stewart, ya en el mausoleo construido dentro del Museo Fangio, tras la recepción de los restos. “Yo era pequeño cuando lo vi correr en Inglaterra, y desde entonces siempre me pareció el mejor corredor de todos”, insistió el británico, con su habitual boina escocesa.
Pero el homenaje a Fangio es también un recordatorio de cómo Argentina fue una potencia en Fórmula 1 y perdió su posición de privilegio primero y hasta su rol secundario después, y ya no parece que pueda recuperarlo, al menos en los próximos años. La desazón es mayor para los argentinos porque el automovilismo es considerado, quizás junto al baloncesto (y el hockey sobre césped en mujeres), el segundo deporte de mayor arraigo popular en el país después del fútbol.
Si el quíntuple campeón mundial ganó 24 carreras, subió a 35 podios y fue además dos veces subcampeón, en 1950 —la temporada que dio comienzo a la F1— y en 1953, este año se cumplieron dos décadas de la última participación de un argentino en este deporte. Se trató de Gastón Mazzacane, que corrió 21 Grandes Premios entre 2000 y 2001 con un octavo puesto como mejor ubicación, y que dejó de competir el 15 de abril de 2001. Anteriormente lo habían hecho, también con autos de poco nivel y muy lejos de la lucha, Norberto Fontana en 1997 (cuatro carreras) y Esteban Tuero en 1998 (16 participaciones, con 12 abandonos y otra octava posición como mejor plaza).
Esa sensación de orfandad se agigantó el 7 de julio de 2021 con la muerte de Carlos Reutemann, subcampeón en 1981, tercero en 1975, 1978 y 1980, y ganador de 12 Grandes Premios en sus 144 presentaciones. Lole era capaz de que un superclásico entre Boca y River, con Diego Maradona y Mario Kempes en cancha, cambiara de horario para que los argentinos pudieran ver la Fórmula 1 por televisión, tal como ocurrió en 1981.
La pérdida de valor de la moneda nacional frente al dólar estadounidense y la inflación sin control, al 50% anual, hacen imposible el regreso de lo que constituyó un clásico de la Fórmula 1, el Gran Premio de Argentina. Se corrió en 21 ocasiones en tres ciclos, entre 1953 y 1959 (el esplendor de Fangio), de 1971 a 1981 (la época de Reutemann) y finalmente de 1995 a 1998, durante la convertibilidad del Gobierno de Carlos Menem (Tuero, el último año, debió abandonar en la vuelta 52).
Ya con el autódromo de Buenos Aires en muy malas condiciones, imposible de albergar a la Fórmula 1 moderna, Argentina hizo en 2009 un último doble intento: conseguirle una plaza en la grilla a uno de las últimos talentos locales, el piloto José María Pechito López, y construir un circuito callejero en la ciudad balnearia de Mar del Plata, cercana a Balcarce. Autoridades de la Fórmula 1 se acercaron al lugar pero el proyecto se frustró por falta de presupuesto, así como tampoco prosperó la llegada de López a la máxima categoría del automovilismo mundial.
Ya en la tarde de este miércoles, algunos de los autos que forman parte del Museo Fangio —auténticas reliquias que el argentino condujo con maestría para ganar cinco títulos en la década del cincuenta—, pasaron a desfilar por el autódromo de Balcarce, una doble imagen del homenaje: por el tributo en sí, y por el pasado de Argentina en la F1.
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