Toque de corneta en San Siro
Los delanteros del Atlético, que se mide al Milan, rematan menos que el curso anterior y Simeone achaca el bajo nivel ofensivo del equipo a que los rivales le han cogido el truco
El pasado sábado, en Mendizorroza, los gestos y las indicaciones de Diego Pablo Simeone mientras se fraguaba la primera derrota del Atlético en lo que va de curso no fueron muy distintos de los de anteriores encuentros. El preparador argentino se mesaba los cabellos con un ritmo cercano a la desesperación, maldecía mirando al banquillo y se giraba al campo para pedirles a sus futbolistas ofensivos más desmarques y una circulación de balón mayor. Nada resultó.
Tras encajar un gol en el minuto cuatro, el Atlético solo fue capaz de registrar un disparo entre los tres palos de Pacheco. Fue Ángel Correa, que se presenta este martes al crucial duelo de Milán (21.00, Movistar Liga de Campeones), como el delantero más en forma de la amplia nómina con la que cuenta Simeone. El empate con el Oporto (0-0) en el Wanda Metropolitano ha convertido la cita en trascendental para el Atlético, que suma nueve goles en ocho partidos, menos de la mitad (17) que la campaña anterior a estas alturas.
Las estadísticas son alarmantes para un elenco de atacantes del que se esperaba una mayor actividad y producción goleadora. Chutan poco los delanteros rojiblancos, muy condicionados por la falta de fútbol exhibida en los últimos encuentros. El esperanzador partido ante el Villarreal (2-2), previo al parón de selecciones, ha derivado en un atasco ofensivo al regreso de la pausa internacional. No ha aparecido el deseado Antoine Griezmann, que en cuatro encuentros no ha registrado un disparo a puerta. Su promedio de remates totales (1,5) es inferior al que tenía en el Barcelona (2). João Félix y Cunha tampoco han sumado un chut a portería. La campaña precedente, el luso tenía una media de 1,3 remates por partido y el brasileño en el Hertha de Berlín se iba hasta los 2,5, y en el Atlético se queda en 0,4. Solo Ángel Correa (tres goles) y Carrasco (un tanto) han elevado su número de remates respecto al ejercicio 20-21. El argentino ha pasado de 1,3 remates a 1,8, y el belga, de 1,2 a 1,7.
Nada refleja mejor la ausencia de un juego engranado que produzca un caudal de ocasiones de gol que los números de Luis Suárez. De una temporada a otra el delantero charrúa ha rebajado a la mitad su media de disparos totales, de 3 a 1,5. También han descendido ligeramente sus guarismos de remates a puerta por encuentro, de 1,3 a 0,7. Con todo, Suárez ha sumado tres goles.
Al Atlético le cuesta sobremanera atacar contra equipos que se blindan y le esperan replegado en su área. Simeone cree haber encontrado la razón y apunta a la necesidad de una nueva fórmula ante la sensación de que los rivales le juegan ahora de distinta manera. “En varios partidos, el rival ha tratado de quitarnos espacios para que tengamos que proponer más juego con la posesión de la pelota”, advirtió este martes el técnico. En la era Simeone, este ha sido un problema común en la mayoría de las nueve temporadas que lleva el argentino sentado en el banquillo rojiblanco. Su Atlético ha atacado mejor corriendo a los espacios que teniendo que abrirlos con circulaciones de balón.
“El mejor partido fue contra el Villarreal, que también se refugió para aprovechar los espacios que dejáramos. Contra el Athletic se hizo un muy buen partido y en esa línea debemos crecer. Venimos de una temporada de la que muchas situaciones que se generaron ahora ya nos las conocen y trabajan en consecuencia de nuestras virtudes. Tenemos que evolucionar y buscar otros caminos que sorprendan”, abundó el técnico rojiblanco. Desde la marcha de la vieja guardia con la que alcanzó sus primeros éxitos, Simeone no ha dejado de pronunciar su idea inventarse e inventarse. El término cobró suma relevancia tras la final de la Champions de 2016, disputada en el mismo escenario de esta noche. Tras la pérdida en la tanda de penaltis ante el Real Madrid, con la derrota aún quemándole por dentro, el Cholo dejó caer en la sala de prensa que necesitaba tiempo para pensar si permanecía en el club. Un viaje relámpago a Buenos Aires de Miguel Ángel Gil Marín, máximo accionista del club, y del director deportivo, Andrea Berta, para ofrecerle al técnico una sustancial mejora de contrato y garantizarle que el club no cejaría en el empeño de mejorar el plantel convencieron a Simeone. Cinco años después, el técnico maneja el plantel más ambicioso con los que ha contado, pero se ve en la necesidad de darle una vuelta en ataque al equipo que se proclamó campeón de Liga hace cuatro meses.
“La solución también pasa por ser nosotros mismos, mantener la agresividad que nos hizo siempre muy competitivos y en las áreas, más allá de los posicionamientos, de la presión que hagamos, o de cómo superes las líneas, están las diferencias y ahí tiene que aumentar la agresividad”, concluyó el Cholo.
La reconstrucción ofensiva de Paolo Maldini y Pioli
La última vez que el Milan disputó un partido de Champions en San Siro fue contra el Atlético en los octavos de final de 2014 (0-1). Por entonces, era una sociedad que trataba de recomponerse en la fase crepuscular del mecenazgo de Silvio Berlusconi apelando a las viejas glorias. Clarence Seedorf ocupaba el banquillo y Kaká había sido repescado de su gris etapa en el Real Madrid. Siete años después, el club está presidido por Paolo Scaroni, un supuesto hombre de confianza de Berlusconi visto con buenos ojos por la propiedad del club, el fondo de inversión estadounidense Elliot Management.
Figura clave de este nuevo Milan es Paolo Maldini, que ejerce como director técnico y el sábado vio como el pasado sábado su hijo Daniel, mediocentro ofensivo, jugaba por primera como titular e hizo un gol ante el Spezia. Maldini fue decisivo hace dos veranos para mantener en el banquillo a Stefano Pioli cuando todo apuntaba a que el puesto sería para el alemán Ralph Rangnick, ideólogo de la factoría de captación talentos montada por la multinacional Red Bull en el Leipzig y en el Salzburgo.
Bajo la dirección de Pioli, el Milan se ha colgado la etiqueta de ser el equipo más ofensivo de Italia con una mezcla de veteranos liderada por Ibrahimovic, hoy baja por lesión, y una remesa de prometedores futbolistas en la que destacan Brahim Díaz y Theo Hernández. “Ser un equipo joven es una plusvalía. Siempre pondremos energía y ganas”. A Brahim Díaz, cedido por el Real Madrid Pioli le ha entregado el diez. Tras la marcha de Calhanoglu al Inter, Brahim se ha erigido como el líder ofensivo, cuatro goles y una asistencia, de un equipo con querencia a jugar el mayor tiempo posible en campo rival. “Los jóvenes que dan el nivel juegan en España y en Italia. Yo tengo esa personalidad y me gusta tener ese liderazgo, pero sin el equipo uno no puede hacer lo que yo estoy haciendo”, dijo ayer el atacante madrileño en rueda de prensa.
La figura de Theo Hernández sigue fomentando debates en Italia sobre su capacidad defensiva. “Está mejorando en la defensa. El último partido lo hizo espectacular. Creo que ha sido uno de sus mejores partidos entre ataque y defensa. Está en un momento excelente, ha mejorado muchísimo”, defiende Pioli. El brasileño Leão y el belga Saelemaekers, son los otros dos talentos ofensivos que, junto a Brahim Díaz, juegan por detrás del nueve en un sistema 4-2-3-1. Leão es un extremo espigado del que en el Milan esperan una explosión definitiva en cuanto a regularidad por el nivel técnico y la capacidad de desequilibrio que exhibe. Saelemaekers fue un antojo del croata Boban en sus tiempos de director deportivo del club. Es un extremo que ha recorrido el camino inverso tras empezar su carrera como lateral. Sin Ibrahimovic, la plaza del nueve que se medirá al Atlético se la disputan el francés Oliver Giroud y el crota Ante Rebic..
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