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Fascinación por el club de don Silvio

Futre, Torres, Javi Moreno y José Mari, exjugadores del Atlético, reviven su estancia en el Milan, su grandeza como club, y la figura esencial del presidente Berlusconi

Fernando Torres, con la camiseta del Milan, en un partido de la Serie A contra el Palermo.
Fernando Torres, con la camiseta del Milan, en un partido de la Serie A contra el Palermo.STEFANO RELLANDINI (REUTERS)

Del rojiblanco al rossonero o viceversa. Del Atlético al Milán o de San Siro al Vicente Calderón. Paulo Futre, Fernando Torres, Javi Moreno y José Mari, cuatro futbolistas que vistieron las dos camisetas interpretando guiones absolutamente dispares en los dos clubes. Ante el inminente duelo de la Champions se declaran devotos del equipo de Simeone, pero todos recuerdan con una fascinación especial su paso por el club milanista de las siete Copas de Europa y, sobre todo, por quien fuera su dueño y presidente cuando ellos jugaron allí, Silvio Berlusconi.

Paulo Futre, solo un partido. El portugués aterrizó en Milanello en la temporada 1995-96 procedente de la Reggiana a cambio de cinco millones de euros. Su estancia fue un suplicio. Después de tres operaciones de rodilla y nueve meses de recuperación, disputó el último encuentro del Campeonato contra el Cremonese con el 28 a la espalda. Fue el homenaje particular de Fabio Capello y sus compañeros. Esa tarde celebraban el título de Liga. Jugó 79 minutos y le sustituyó Roberto Baggio.

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Desde Lisboa, Paulo se emociona cuando recuerda lo sucedido aquel maldito año. “Cuando llegué a Milanello, su Ciudad Deportiva, pensé que estaba en el cielo. Nunca había visto nada igual. Ese club es de otro planeta en todo. Nunca vi una estructura igual. Allí el jugador es ‘dios’ y como tal se le trata. Tienen una persona para atenderte las 24 horas del día. Si pierdes no tienes excusas. Te lo dan todo. A pesar de mi lesión su comportamiento fue espectacular. Ningún médico me quería operar por tercera vez y ellos hicieron lo imposible para que así fuera y me llevaron a Francia. Yo quería corresponderles y por eso jugué aquel último partido. Después de todo lo que habían hecho por mí, por lo menos quería defender esa camiseta un día. Es mi club en Italia”.

Futre también tiene palabras de elogio para sus compañeros y el técnico. “Lo de Capello fue de 10, estuvo siempre pendiente de mí. Yo me pasaba el día en Milanello intentando recuperarme y siempre tuve su apoyo. Cuando el último partido, el capitán, Franco Baresi mi dijo que toda la plantilla había decidido que recibiera la prima por el título como uno más. Ellos me vieron sufrir todos los días y me trataron como el líder que había sido en el Atlético. Las dos camisetas de mi único partido se las regalé al médico y al físio”.

El gran valedor de su fichaje fue el presidente Silvio Berlusconi. “Nunca olvidaré cuando venía en el helicóptero y aterrizaba en los campos de entrenamiento. Parecía que llega “Dios”. Saludaba al cocinero igual que a Capello o Baresi. El primer día me dijo que siempre había querido contratarme y que no había podido y que, aunque sabía que ya estaba con la rodilla mal, no quería desaprovechar la ocasión de tenerme, estando tan cerca, en la Reggiana”.

Fernando Torres, tres meses. Procedente del Chelsea, el niño llegó al Milán cedido para dos temporadas y duró tres meses. Jugó diez partidos de la Serie A 2014-15. El primero contra la Juventus en San Siro (0-1) y el último contra el Inter. En enero regresó al Atlético, pero su mente retiene nítidos sus recuerdos milanistas. “Fui al Milán sabiendo que volvía a empezar de cero. Es un club increíble, de una dimensión gigante. Siempre le había tenido mucho cariño porque desde que era un niño sabía que se había interesado en mí. Quizás por eso cuando vino a buscarme lo decidí rápido. Probablemente no coincidimos en el mejor momento-tiempo. Ni ellos, ni yo tuvimos paciencia. Siempre pienso que, si no hubiera ido al Milán, tal vez no habría vuelto al Atlético”.

Luigi Garzja (I) agarra a Paulo Futre en un Milan-Cremonese de 1996.
Luigi Garzja (I) agarra a Paulo Futre en un Milan-Cremonese de 1996. CARLO FUMAGALLI (Associated Press)

Fernando echa la vista atrás. “El objetivo de aquel Milán 2014 era regresar a Europa. Una situación parecida a la de ahora. Estoy seguro que el gran Milán retornará porque los grandes jugadores siempre buscan grandes clubes y estos son los que tienen una gran historia que contar. Si hablo de aquellos tres meses no puedo obviar la figura del presidente. Más allá de su llegada en helicóptero, es una persona increíble. Llegaba y se ponía a hablar de fútbol con todos. Recuerdo que me dio unos cuantos consejos. Nunca un dirigente me los había dado. Fue algo novedoso. Nunca he visto un directivo que le interesara tanto el juego, lo que pasaba en el campo”.

“Todos los jugadores iban a entrenarse en Porsches”

Javi Moreno, del Alavés a San Siro. Temporada 2001-02. Con el aval de la final de la Copa de la UEFA disputada ante el Liverpool y sus 28 goles, el Milán se lanzó a por su fichaje. Pagó los 1500 millones de pesetas de su clausula y el vicepresidente Galliani proclamó en su presentación como nuevo jugador rossonero que “Javi Moreno es goleador nato, una mezcla de Bonisegna y Gerd Muller”. Una temporada aguantó: 16 partidos de Liga y dos goles. Ahora, metido a entrenador y esperando equipo, Javi rememora sus batallas milanistas.

“Aquello para mí, que llegaba de Vitoria, era otro mundo. Como club es la ‘leche’. Nunca he estado en uno tan grande. Milanello es lo más que he visto en mi vida. Todos los jugadores iban a entrenarse en Porsches, Mercedes, Ferraris y con ropa de Versace y Armani. Y yo llegué con mi chándal nuevo de Kelme. Lo primero que hice fue decirle a mi mujer que me iba a comprar ropa. Jugué poco y no me adaptaba. No había ido allí a eso, pero claro estaban Shevchenko, Inzaghi, Rui Costa, Pirlo, que jugaba de media punta, también José Mari, con quien nos hicimos nuestras risas. A pesar de todo tengo un gran recuerdo. Era otro fútbol. Más táctico, más físico. Mucho gimnasio había en esos cuerpos. Me quise ir en Navidades, pero Galliani no me dejó”.

Los guardaespaldas detrás

El entrenador era Ancelotti y también tiene palabras para Berlusconi. “Con Carlo, bien, muy cercano. Hablaba mucho con los que jugábamos menos y por lo menos era un consuelo. Me llamó mucho la atención el presidente. Muy educado Don Silvio, como le llamaban todos. Nos saludaba uno por uno con los dos guardaespaldas detrás. No eran grandes ni nada los tíos… y él impasible dando las manos”.

José Mari, el hándicap de las lesiones. En el mercado de invierno de la temporada 1999-00, el Atlético traspasó a José Mari por 3.200 millones de pesetas. Viaje de ida y vuelta. Tras dos cursos y medio en Milan regresó al Calderón. Por el camino, 66 partidos, 11 goles y una experiencia enriquecedora, como señala el interesado desde su Sevilla natal. “Me fui siendo un niño con 21 añitos recién cumplidos al mejor club de Europa y con los mejores jugadores. En mi carrera he tenido pocas lesiones, pero fue allí justo donde tuve las dos peores: pubis y rodilla. A pesar de todo mi balance es positivo porque cuando estuve bien jugué bastante. Nunca he visto un club tan organizado como ese. Teníamos hasta un chofer para la familia y el día que llegué me fueron a buscar a la pista de aterrizaje. Increíble. Tuve de entrenadores a Zaccheroni, al padre de Paolo Maldini, a Therim y a Ancelotti”.

Posiblemente la figura que más le impresionó fue la del propietario-presidente. “Cuando Berlusconi bajaba del helicóptero parecía el anuncio del Tulipán. El mundo se paraba. Le veías bajar y a los cinco minutos estaba hablando con nosotros. Nos conocía a todos. No estaba, pero estaba. Sabía de nuestras vidas. Muy atento, muy educado y por lo que nos decía tenía pinta de ser superinteligente”.


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