El triunfo de la ciencia

La ciencia también practica deporte. Cada vez más. Y mejor. Los atletas de élite aumentan su rendimiento gracias a la física, las matemáticas o la psicología. Tomemos el ejemplo de la campeona de bádminton Carolina Marín -un deporte que se encuentra, por cierto, entre los 10 más practicados del mundo, con 200 millones de jugadores-. Su entrenador, Fernando Rivas, es doctor por la Universidad Politécnica de Madrid tras defender el trabajo Análisis del rendimiento del bádminton masculino y femenino de alto nivel. En el equipo hay analistas de datos, que manejan una hemeroteca con más de 24.000 partidos de los que han obtenido 12.500 millones de datos. También hay optometristas: el volante puede alcanzar los 400 kilómetros por hora y cualquier problema en la vista puede aumentar el tiempo de reacción de la jugadora.

En La ciencia de los campeones (Planeta), el científico y divulgador José Manuel López Nicolás propone un divertido y didáctico recorrido por la relación entre la ciencia y los éxitos deportivos. Desde la aparición en el argot aficionado del término “aerodinámica”, cuando Induráin se presentó con La Espada en Burdeos para batir el récord de la hora; hasta la final de 2008 de Wimbledon que enfrentó a Rafa Nadal y a Roger Federer. El partido duró cuatro horas y 48 minutos. En una jornada de lluvia y calor, incluso la ropa jugó su papel en el desenlace final. También la hierba, y la composición de las pelotas y la llamada “espiral de caracol”, que Nadal consiguió en numerosos golpes y que le ayudó a llevarse el triunfo. Otros ejemplos: la neurociencia y el beisbol, la tecnología en los bañadores o la psicología y la geometría en los Bulls de Jordan. Casi todo está en la ciencia.

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