De Chigrinski a Rúben Dias: Guardiola se defiende
El Manchester City pagó 68 millones al Benfica por el central portugués, elegido jugador del año en la Premier
Cuando Pep Guardiola empezó a entrenar al Barcelona en el verano de 2008, contaba con cuatro centrales: los veteranos Puyol y Márquez, el recién retornado Piqué (que se había pasado cuatro años calentando banquillo en el Manchester United) y Martín Cáceres, que acababa de llegar y nunca llegaría a cuajar en el Camp Nou. Un quinto central, Gaby Milito, se pasó el año lesionado.
Aquella temporada, el Barça se cruzó en su grupo de Champions (y meses después en la Supercopa de Europa) con el Shakhtar Donetsk. Pep, que vio una catarata de vídeos, se quedó prendado de su joven central, Dmitro Chigrinski, que a su juicio tenía sello Barça por su temple y su capacidad para salir con la pelota controlada. Habiendo ganado el triplete en su primera temporada de entrenador, sus deseos eran órdenes y en el verano de 2009 el club acabó pagando 25 millones de euros por un defensa central completamente desconocido en España.
Pero el temple, el control y la capacidad para salir con orden y concierto fueron sustituidos por un manojo de nervios, la torpeza, las pérdidas y los penaltis innecesarios. El Camp Nou, siempre impaciente, se le echó encima y Chigrinski acabó jugando 12 partidos en la primera vuelta y solo dos el resto del año. No hubo una segunda oportunidad. Sandro Rosell, que había alcanzado la presidencia del club en junio de 2010, prefirió revenderle al Shakhtar por 15 millones, 10 menos de lo que había costado pero un buen puñado de euros para cuadrar sus cuentas. Guardiola no quería vender pero le hicieron saber que hacía falta el dinero para pagar a los empleados...
Chigrinski nunca ha tenido una mala palabra hacia el Barcelona. “Yo, en el Shakhtar, cuando recibo la pelota, me siento el rey; en el Barça, cuando recibía la pelota, tenía que buscar enseguida a Xavi o a Iniesta; aquí busco el pase largo en profundidad; allí no. Fue mi culpa, porque debí haberme sentido más libre, menos presionado, pero no pude. Guardiola tuvo bastante paciencia conmigo, me enseñó muchas cosas de ataque y de defensa, pero el Barça no podía esperar”, declaró en 2011 a este diario.
“La gente se fija mucho ahora en los centrales. Guardiola se ha gastado mucho dinero porque para su fútbol es muy importante. Quiere que los defensas empiecen el juego con un pase excelente, que construyan el juego. Todos son de un nivel muy alto. Pero él sigue buscando porque no está del todo satisfecho”, reflexionó Chigrinski en La Vanguardia hace cinco meses.
En esa búsqueda permanente, el Manchester City adquirió el pasado 29 de septiembre al portugués Rúben Dias al Benfica por 68 millones de euros (56,6 millones, más Nicolás Otamendi). Ahora la asociación inglesa de escritores de fútbol ha nombrado a Dias jugador del año de la Premier, un galardón de gran prestigio que se entrega desde 1948. Para Pep Guardiola es un triunfo casi tan grande como para el propio jugador, una forma de quitarse de encima el fantasma de Chigrinski y un buen argumento para acallar a quienes nunca han parado de decir que los equipos de Guardiola no saben defender, ganen o pierdan.
En realidad, lo que más ha aportado Rúben Dias a la defensa del City es liderazgo. Un liderazgo que ha permitido enderezar un mal inicio de temporada, ganar la Premier y la Copa de la Liga y jugar el sábado que viene, por primera vez en su historia, la final de la Champions, contra el Chelsea, el equipo que le eliminó contra pronóstico en las semifinales de la Copa de Inglaterra.
Rúben Dias, capitán de hecho del City aunque no lleva los galones oficiales, es el primer defensa que gana el premio desde que lo hiciera Steve Nicol en 1989 y tan solo el tercero que lo consigue en su primera temporada en la Premier. Sus notables antecesores fueron Jürgen Klinsmann (1995) y Gianfranco Zola (1997).
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