Athletic: las raíces del fundador
El equipo bilbaíno, símbolo de los clubes de clase media, teme una nueva revolución después de sobrevivir con jugadores de la tierra
La situación la resume un socio del Athletic: “Escuchamos que con la Superliga los clubes podrán fichar a las grandes figuras y en San Mamés o en Mestalla podremos disfrutar de su juego, pero se equivocan. Nosotros queremos ganar al Madrid o al Barça, y si no vienen las figuras, perfecto. Hemos padecido a Messi más de una década, porque es el mejor, y cuando no está, respiramos. En Bilbao, el espectáculo que quieran dar los rivales nos da igual, lo que queremos es ganarles”.
En Bilbao, y en el entorno del Athletic, la Superliga se observa con temor. El club rojiblanco, uno de los fundadores de la Liga y el único junto a Madrid y Barcelona que solo ha jugado en Primera División, se vería, de golpe, junto al resto de equipos de esa clase media que simboliza, relegado a una categoría descafeinada. “Cualquier proyecto que implique una competición cerrada se aleja mucho de nuestro concepto del fútbol y de la mentalidad de nuestros seguidores. Es bastante anti natura. Desde el punto de vista del Athletic habría sido un cambio sustancial”, explica Fernando García Macua, presidente del club desde 2008 hasta 2012.
Los planes de futuro amenazan a una entidad muy especial, única en las ligas europeas por su filosofía de contar solo con jugadores de la tierra, y que hasta ahora ha sobrevivido a revoluciones como la ley Bosman. La temporada 1995-96, la Liga se jugó con 22 equipos. A mitad de esa campaña, la justicia europea dictó sentencia en el caso que permitía la libre contratación de futbolistas comunitarios. De esos 22 conjuntos que, desde ese momento, podían fichar sin límite a jugadores del resto de Europa, 18 bajaron de categoría en los años posteriores. Algunos no han vuelto. El Athletic, junto a Barcelona, Real Madrid y Valencia, fue uno de los que siguió en Primera, aunque todas las voces apuntaban a que, por su particular filosofía, sería el más afectado por la sentencia. Pero sobrevivió con los jugadores de casa, en su mayoría criados en Lezama, una factoría que acaba de cumplir 50 años.
El reto es seguir arriba con ese ADN. Para el exjugador rojiblanco Ismael Urzaiz, “si se llega a jugar una Superliga supondría un déficit para la Liga, y por tanto, para el Athletic y su capacidad de ingresos en los años siguientes”. El Athletic prevé unas pérdidas de más de 42,5 millones de euros en dos años por la pandemia. El presupuesto de la temporada en curso asciende a 104 millones, un 21% menos que la campaña anterior. Aun así, la situación del club es sólida, con 76 millones de euros en caja.
El club bilbaíno suma ocho ligas y 24 títulos de Copa, además de 16 subcampeonatos; ha jugado de local todas las finales del campeonato de España porque sólo el Recreativo le supera en antigüedad y nunca se enfrentaron por el título. En el ranking de clubes europeos con más campeonatos nacionales, ocupa el octavo lugar con 35. Seis de los siete que le preceden están o estaban implicados en el proyecto de la Superliga. Ha participado en competiciones europeas en 32 ocasiones. Con 44.000 socios y un estadio moderno con capacidad para 53.000 espectadores, el Athletic es también uno de los clubes que más ingresos recibe por televisión según el reparto de LaLiga, el quinto, con 72 millones de euros. Su ausencia en competiciones europeas de las últimas campañas tiene como consecuencia que los partidos del Athletic sean la primera elección para Gol TV en su emisión en abierto. La audiencia crece en cada presencia rojiblanca, por encima de la media de la cadena.
El club cuenta con una afición fiel, que fue capaz de desplazar 8.000 personas a Mánchester para un partido de octavos de la Europa League, o 50.000 a Barcelona a la final de Copa de 2015. “El Real Madrid se gasta 700 millones en su plantilla y el Athletic, 75. Si reduces esas cantidades a la mitad, lo único que pasaría es que los jugadores cobrarían menos, pero jugarían igual: Messi seguiría siendo Messi”, dice García Macua, y añade: “El planteamiento de la Superliga ha olvidado una cuestión fundamental: el elemento sentimental. Pretender implantar un modelo que prescinde de eso es un error, eso es otro deporte”.
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