_
_
_
_
FÚTBOL

El Athletic sonroja al United

El equipo de Bielsa logra una victoria indiscutible en Old Trafford (2-3) ante un Manchester United muy inferior de principio a fin

Los jugadores del Athletic celebran el gol de Llorente.
Los jugadores del Athletic celebran el gol de Llorente.PAUL ELLIS (AFP)

Lo que faltaba, esperaba en Manchester. Historias aparte, el Athletic necesita futuro. Presente ya lo tiene y la confirmación llegó en Old Trafford, ante un rival de postín (aunque un tanto desanimado) y con una victoria, menos contundente que su fútbol. Misión cumplida en un estadio que sonaba a San Mamés multiplicando por cinco los ocho mil aficionados que llenaban el alto graderío. Era una mezcla extraña. Un aroma entre dulce y picante a la vez el que perfumaba Old Trafford. El United tenía como un aire a diva desposeída del mejor camerino mientras el Athletic abría la puerta con la energía del actor de carácter aún joven. Dulce juventud rojiblanca frente al picante que le ponen al futbol los tipos como Giggs, con sus 39 años a cuestas pero con las piernas ágiles para moverse pizpireto en los alrededores del área. Dulce y picante en la grada, donde los vascos cantaban como ingleses y los ingleses escuchaban como vascos. Y abajo, en el tapiz verde, el balón desde el principio fue del Athletic. Se lo dio el Manchester y se lo discutió tan solo cuando advertía la amenaza por la guarida del área. Por eso el equipo de Bielsa tiraba de rondos, paseos por el mirador del jardín de De Gea, idas y venidas por el medio campo, con una elaboración tan detallada como mal finalizada con disparos mansos, tan tocados que parecían de fogueo.

MANCHESTER UTD, 2 - ATHLETIC, 3

Manchester United: De Gea; Rafael, Smalling (Carrick, m. 54), Evans, Evra; Young, Jones, Giggs (Nani, m. 72, Park (Anderson, m. 61); Rooney y Hernández. No utilizados: Ben Amos, Ferdinand, Anderson, Nani, Welbeck y Fabio.

Athletic: Iraizoz; Iraola, Javi Martínez, San José, Aurtenetxe; Herrera (Íñigo Pérez, m. 83). Iturraspe, De Marcos; Susaeta, Llorente (Toquero, m. 80) y Muniain. No utilizados: Raúl, López, Koikili, Ekiza e Ibai.

Goles: 1-0. M. 21. Rooney. 1-1. M. 44. Llorente. 1-2. M. 71. De Marcos. 1-3. M. 89. Muniain. 2-3. M. 90. Rooney, de penalti.

Árbitro: Florian Meyer (Alemania). Amonestó a San José.

Unos 65.000 espectadores en Old Trafford. Unos 8.000 aficionados rojiblancos.

Pero en el fondo ambos equipos elaboraban mantequilla, con miedo a que se derramara el Manchester, sin miedo al cuchillo el Athletic. Llorente sabe que Inglaterra futbolísticamente es su segunda patria. A Smalling le tocó la difícil papeleta de vaciarle de contenido. No lo logró. En la primera ocasión le hizo penalti aunque el árbitro decidió que en vez de agarrón hubo un abrazo de buenos amigos. Era una jugada clave porque el Athletic había cogido el partido por el cuello y solo necesitaba el gol para grabar su nombre.

Y el gol lo marcó el Manchester. Porque Giggs siempre está cuando se le necesita y Rooney también está cuando parece que no está. Se lo inventó el galés y lo marcó el inglés con el Athletic atendiendo ciego al engaño. La sensación que produjo el gol es que el United se desmotivó un poco más. No es que estuviera para fiestas, pero fue tan escaso el esfuerzo que le exigió el gol que decidió dormir en su área y copiar todos los vicios de los equipos pequeños reservándose algún ronquido si llegaba el caso.

El Athletic, al borde del descanso, encontró el gol inglés. Tras tantos paseos por el jardín, un centro desde la línea de fondo de Susaeta lo cabeceó Llorente como los delanteros centro de toda la vida: asomándose a la ventana. Y al Athletic el gol no le durmió. Los actores de carácter cuando les aplauden en el teatro se crecen. Y si Old Trafford es un teatro, lo cierto es que el Athletic no tenía sueño. Y por eso se enganchó al balón tras el descanso y no solo le quitó el protagonismo al United sino que le robó el papel, el libreto, el guion y la jerarquía. Le faltaba, sin embargo, echar la firma. Y debió echarla Llorente cuando encaró a De Gea, esta vez con el pie. Y debió rubricar Muniain ante su colegui, pero se empachó de balón y se olvidó de Susaeta, que caminaba solo. Pero el honor le correspondió a De Marcos, el inagotable, el inacabable, el futbolista sin límite de kilometraje, en una jugada magistral con un pase elevado por encima de los defensas y un toque sutil del delantero, que llegó ligeramente en fuera de juego. El Athletic hacía tiempo que se había apropiado del teatro. Actuaba Ander Herrera con el tacto que le pone al juego. El telón lo abría y lo cerraba a su antojo Javi Martínez y por delante zascandileaba Muniain con su repertorio habitual.

El triunfo ratifica que el equipo vasco está hecho para mirar más lejos de lo acostumbrado

Solo el gol de De Marcos le dolió al Manchester. Había un punto de desdoro en la derrota, no por sí misma, sino por la jerarquía que le había robado el Athletic y que ponía su autoestima contra las cuerdas. Cierto que el United tiene su asunto más pendiente en la Liga, donde camina por detrás del City, su vecino más molesto. Pero perder en Old Trafford deja huella y mancha historiales aunque sea en citas no majestuosas. Por eso, solo por eso se fue arrimando el United a la vivienda de Iraizoz, más por gallardía que por necesidad. Halló un penalti para quitarse un gramo de sonrojo.

La misma gallardía que movía al Athletic para añadir una línea más a su historia. Para el equipo de Bielsa la victoria es más que una posible eliminatoria. Es como la ratificación de que está construido para mirar más lejos de lo acostumbrado, para llamar a las puertas de los grandes teatros. Cosas del destino, lo hizo en Inglaterra, donde primero miró cuando nació para el fútbol, y ante el equipo más aristocrático.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_