Marc Márquez, en su regreso en Portimao: “No entiendo del todo cómo va la moto”

Hubo algunos días, entre los meses de octubre y noviembre del año pasado, en que Marc Márquez perdió los nervios. La desesperación se apoderó de él. Habían pasado casi tres meses desde la segunda operación por fractura del húmero en su brazo derecho y aunque no había ningún informe clínico negativo él sabía que algo no iba bien. Dudaba sobre si podría recuperarse. Tenía indicios suficientes. “Ni siquiera podía coger una botella de agua en casa. Me ponía nervioso y lo pagaba con los míos”, confesaba en una larguísima conferencia de prensa este jueves, el día de su regreso al Mundial de MotoGP.

Ese mismo Márquez, que se operó una tercera vez –y que tuvo que asumir, como repitió en varias ocasiones, que carreras hay muchas, “pero cuerpo solo hay uno” –, pareció no haber vivido semejante calvario cuando volvió a subirse a la moto este viernes. Acabó el primer entrenamiento tercero y la jornada con el sexto mejor tiempo, a 0,4 segundos del más rápido, Pecco Bagnaia (Ducati).

“Es Marc Márquez, ocho veces campeón del mundo. Ya nos los esperábamos”, dijo uno de sus rivales, Álex Rins. El protagonista, sin embargo, declaró estar sorprendido con su propio rendimiento. De ahí que no pudiera contener la risa tras su primera para en boxes. “Me salió la sonrisa de qué hago aquí. Estaba nervioso”, concedió.

“Ha sido un gran día. La pista no estaba muy bien, pero enseguida he tenido buenas sensaciones con la moto. Por la tarde noté más el cansancio, me costó más que el brazo entrara en calor. Pero estoy en una situación mucho mejor de lo que esperaba cuando llegué aquí”, declaró al terminar los primeros libres de un fin de semana en que cree que su brazo irá de más a menos, por la fatiga muscular acumulada. “Este circuito es bastante exigente desde el punto de vista físico. Es una incógnita cómo me levantaré mañana”.

La experiencia sobre la RC213V que refirió Márquez no se correspondía mucho con las imágenes que se vieron desde el circuito internacional del Algarve, donde se le vio apurar los márgenes del trazado y marcar más de una vuelta rápida. Sin embargo, según su relato, corrió más por inercia que con plena consciencia de lo que hacía: “No tengo controlada la frenada y la sensación de velocidad era difícil asimilarla en tan poco tiempo y con tan pocas vueltas. Muchas de las veces pensé que no paraba la moto. Frenaba tarde porque todos frenaban tarde, pero no porque sintiera que tenía que frenar en ese punto”, confesaba. “No entiendo del todo cómo va la moto. No siento realmente el límite cuando piloto, y no tengo información suficiente para ponerla a punto”, añadió.

El seis veces campeón de MotoGP, que salió a la pista con la configuración que había dejado Stefan Bradl, piloto probador y su sustituto, intentará este sábado dar alguna indicación a su equipo para poner la Honda más a su gusto, una tarea para la que ha querido esperar a dar las primeras vueltas tras nueve meses de ausencia: “No quiero empezar a cambiar cosas y que perdamos el rumbo”.

Por otro lado, asume que su brazo y su cuerpo se resentirán a medida que pasen las horas y las sesiones. “El brazo a nivel óseo está bien, pero a nivel muscular, no. Estoy sufriendo con el hombro, porque me lo operé hace un año y medio (en diciembre de 2019), tuve problemas con el nervio y el deltoides quedó débil. Lo recuperé, pero la inactividad durante todo este invierno no ha ayudado”. Tiene todavía un poco de capsulitis, esto es rigidez y dolor en el hombro. Y aunque su húmero esté en el sitio, sufre con todos los músculos estabilizadores del hombro y el codo. “Sufriré en la clasificación”, asume. Es su próximo reto.

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