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Raiola, el ‘pizzero’ que negocia en chándal

El agente de Haaland, hijo de una familia humilde de emigrantes napolitanos a Ámsterdam, quiere volver a dar el gran golpe el próximo verano

Mino Raiola
'Super-agent' Mino Raiola.
Daniel Verdú

Zlatan Ibrahimovic era en aquella época la estrella emergente del Ajax. Cansado de que le comparasen con Marco Van Basten y desatado ya su apetito por ser el número 1, llamó a un amigo periodista para que le recomendase a un agente. Recibió dos opciones: la agencia que llevaba a David Beckham o un tipo al que su interlocutor consideraba un mafioso. “Quiero a ese”, respondió el delantero sueco. Se trataba de Carmine Mino Raiola (Nocera Inferiore, Italia, 1967), que representaba a su compañero de equipo, el lateral izquierdo Maxwell, y tenía casi la misma sed de triunfo. Ibrahimovic, como cuenta en la autobiografía Soy Zlatan Ibrahimovic (Corner, 2015), descubrió pronto que eran almas gemelas y comenzó una de las relaciones con más ceros de la historia del fútbol. La forja del método de un agente que el año pasado fue capaz de generar 721 millones en contratos y que se pasea ahora por los despachos de los grandes clubes europeos subastando a la estrella del Borussia Dortmund, Erling Haaland.

La primera reunión fue en un hotel. Ibra se presentó con su reloj de oro y la cazadora de cuero Gucci. Aparcó su Porsche Carrera turbo en la puerta y entró esperando encontrarse a un tipo vestido con traje de raya diplomática y corbata. Raiola llevaba una camiseta Nike, vaqueros y una barriga como la de Tony Soprano. Había pedido más sushi del que podía comerse un equipo de fútbol y escuchó todo lo que tenía que decir su futuro representado mientras se daba un atracón. Cuando todo parecía ir bien, sacó unos papeluchos impresos y comenzó a enumerar las estadísticas de grandes delanteros. “Inzaghi, 25 partidos y 20 goles; Vieri, 27 partidos y 24 goles; Trezeguet, 24 partidos y 20 goles; Ibrahimovic, 25 partidos y 5 goles. ¿Crees que podré venderte con unas estadísticas como estas? Deshazte de tus coches y tus relojes y empieza a entrenar duro”, le dijo. El Porsche Carrera, por cierto, lo terminó conduciendo el padre del agente.

Raiola, el agente que mejor encarna el cambio en la relación de los jugadores con los clubes de los últimos tiempos, llegó con un año a Ámsterdam tras un viaje de 1.900 kilómetros en coche desde el sur de Italia. Su padre, que había sido mecánico en Salerno, abrió una pizzería en Haarlem a la que llamó Napoli. Raiola trabajó ahí desde pequeño limpiando, haciendo de camarero e, incluso, preparando las pizzas. Estudió algo de derecho, se preparó con los idiomas (habla siete). Amplió el negocio, compró y vendió una franquicia de McDonalds en solo dos meses, fue director deportivo del Haarlem y comenzó a trabajar en una agencia de representación de futbolistas (Intermezzo). Ahí se opuso a una ley que existía en los Países Bajos, según la cual debía tasarse a los jugadores mediante una serie de parámetros como la edad y sus estadísticas en el campo. Tuvo varios enfrentamientos con la Asociación de Fútbol holandesa y pronto se construyó la fama de representante que nada a contracorriente: su actual guerra es contra la FIFA -una organización a la que califica de mafia- y su propuesta de reducir las comisiones de los agentes.

Raiola creció, se independizó y se centró en pescar peces gordos. “Primero debes ser el mejor. Luego, el mejor pagado”, suele decirles. Hizo buenos amigos en el fútbol, como el entrenador Zdeněk Zeman (entonces técnico del Foggia y luego de la Lazio y la Roma), que le permitió hacer sus primeros negocios en Italia. En 1993 vendió a Dennis Bergkamp al Inter y en 2001 le colocó a Pavel Nedved, que entonces jugaba en la Lazio, a la Juventus por 41 millones de euros (donde ganó el Balón de Oro). Una operación que apuntaló su nombre en el calcio -hoy su principal mercado junto a Holanda- y le permitió entablar hasta hoy una fructífera relación con la Juve (Ibrahimovic, Pogba, De Ligt).

Raiola, cuyo único gran fracaso moldeando a una estrella ha sido Mario Balotelli, no usa traje y puede aparecer en chándal en las reuniones. O en pantalón corto y chanclas, como temían que llegase al Bernabéu a negociar por Paul Pogba en 2015 cuando abrió una subasta parecida a la actual con Haaland. A Raiola no le importa la apariencia física. De hecho cultiva a propósito esa dejadez, explica él siempre, para despistar en las negociaciones. Cuando se fue al Gran Premio de Fórmula 1 en Mónaco para tratar con Moggi el pase de Ibrahimovic a la Juventus llegó sudoroso y jadeante en pantalones cortos y zapatillas Nike sin calcetines. Ahí se encontró al directivo de la Juve fumándose un puro. “¿Qué demonios te has puesto para venir?”, le soltó. “¿Has venido para ver qué ropa llevo?”, le respondió el agente. “Eran enemigos y luego terminaron siendo íntimos. Son la misma cara de un deporte transformado en puro negocio”, señala una persona que trató durante años con el directivo de la Juventus.

El sistema Raiola está claro. Pocos jugadores y mucha movilidad entre clubes, cuyos directivos normalmente acaban enfrentados a él. La mayoría de los grandes nombres los tiene en Italia: Lukaku, Mkhitaryan, Ibrahimovic, De Ligt, Donnarumma, De Vrij, Manolas… “Los ata siempre en el momento justo, como con Haaland”, explica Marco Conterio, director de Tutto Mercato Web, un medio especializado en mercado y agentes. “Muy pocos de sus representados le han abandonado. Tiene una relación con ellos muy cercana. Les acompaña en algunos viajes, habla al teléfono, les aconseja”, insiste. Con el 99%, dice él mismo, terminan siendo amigos. Es el último gran agente de la vieja escuela. “En la agencia de Jorge Mendes, su gran rival por la hegemonía del mercado, muchos jugadores no le han visto nunca. Pero Mino trata con todos”, explica una persona que conoce a ambos empresarios.

El método, obviamente, pivota sobre las comisiones por cada traspaso. En el de Pogba al Manchester United se embolsó 48 millones de euros, según se conoció a través de la filtración Football Leaks que publicó Der Spiegel (inicialmente se tasó en 27). Por el pase de Ibrahimovic al Barça en 2014, donde solo jugó una temporada, cobró alrededor de 11,5 millones de euros. El viaje a Madrid y Barcelona con el padre de Haaland, creen los expertos en mercado futbolístico, tiene que ver ahora también con la vieja obsesión de Raiola por colocar a un gran jugador en la Liga española (actualmente tiene a Rodrigo Ely en el Alavés), donde Jorge Mendes siempre ha dominado. El noruego es su último gran movimiento estratégico.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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