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Rachael Denhollander: “A la federación de gimnasia de EE UU le importan más las medallas que acabar con el abuso infantil”

La exgimnasta, la primera que acusó públicamente a Larry Nassar, critica la corrupción de la organización deportiva

Antonia Laborde
La abogada y activista contra el abuso infantil, Rachael Denhollander.
La abogada y activista contra el abuso infantil, Rachael Denhollander.USA TODAY Network (CORDON PRESS)

Rachael Denhollander (Michigan, 36 años) fue la primera gimnasta que acusó públicamente de abusos sexuales a Larry Nassar, el antiguo médico del equipo olímpico de gimnasia de Estados Unidos. También fue la última de las más de 150 víctimas que hablaron en el juicio contra el mayor depredador sexual de atletas de la historia, condenado a 175 años de prisión. Cuatro años después de que se sintiera obligada a contar a los medios cómo Nassar la penetraba con los dedos bajo la apariencia de un tratamiento médico, asegura que la Federación de Gimnasia de Estados Unidos (USAG, por sus siglas en inglés), una vez más, ha traicionado a las víctimas. “Para ellos es un problema de relaciones públicas y no de corrupción y abuso”, afirma por teléfono la abogada y activista desde su domicilio en Kentucky.

La eterna crisis en la que está sumergida la USAG desde que estalló el escándalo de Nassar se agravó recientemente cuando John Geddert, entrenador del equipo olímpico de Londres 2012, fue acusado de tráfico de personas y agresiones sexuales y, unas horas después, se suicidó. La federación lamentó lo ocurrido en un breve mensaje de apoyo a las afectadas.

Pregunta. ¿Cómo le ha afectado lo ocurrido con Geddert?

Respuesta. Creo que para todas nosotras ver este tipo de silencio e inacción de los líderes de la federación una y otra vez es demoledor. Los responsables continúan enviando el mensaje de que no entienden, no quieren entender. Y que no les importa lo suficiente. Perpetuar esa cultura es traicionar a las atletas una y otra y otra vez.

P. ¿Cuál es el mensaje que envía la federación?

R. Que es un problema de relaciones públicas, que solo tienen que cambiar un par de políticas aquí y allá. Este es un problema de corrupción y abuso. Su modo de afrontar el asunto no genera un cambio cultural y es esa cultura la que determina si para un abusador es fácil abusar o si para un niño es seguro competir. Los abusadores son depredadores muy hábiles, buscan lugares en los que van a estar a salvo: instituciones como las iglesias o las universidades, que no se toman el abuso en serio y no hacen lo que deben para detenerlo. Saben que si alguien es víctima de abuso y alza la voz, el dinero, las medallas y la reputación van a primar sobre la voluntad de detener el abuso, ofrecer justicia a la víctima y llevar a cabo una investigación. Ahora mismo, la USAG y el Comité Olímpico de EE UU comunican que algo importa más que las personas.

P. ¿La USAG tiene arreglo?

R. No, no lo creo, no en este momento. Han tenido décadas para lidiar con el abuso físico y emocional, pero no solo no han lidiado con él, sino que han continuado promocionando a entrenadores que han impuesto esa cultura. No creo que sean capaces de arreglarlo.

P. ¿Cuáles son los pasos básicos para identificar el problema y reconocer el daño?

R. Lo primero, una investigación independiente de esa cultura [de abusos] y de los entrenadores. Ni siquiera sabemos lo más básico, como qué hizo Steve Penny [presidente de la USAG hasta 2017, acusado de destruir pruebas del caso Nassar] con los documentos con pruebas que sacó del gimnasio de Texas. Ni quién sabía de los abusos de Larry o cómo los entrenadores fueron capaces de continuar abusando tanto tiempo. Vagamente han dicho que lamentan los abusos, pero jamás han reconocido la corrupción en la cúpula o que ignoraron las señales de alarma. Las atletas han denunciado la cultura de abuso en la federación durante décadas. Tenemos entrenadores y capitanes diciendo cosas horribles sobre las afectadas y ningún responsable se ha plantado frente a ellos para decir: “Estas mujeres tenían razón y nosotros debimos haberlas escuchado y todo esto ha ocurrido porque no lo hicimos”.

P. ¿Le gustaría que los patrocinadores tomasen medidas también?

R. Sin duda. Es inconcebible que todo el peso haya caído sobre los hombros de las afectadas y víctimas. Todos esos patrocinadores dicen cosas increíbles sobre el empoderamiento de la mujer y sobre proteger a los niños y un ambiente seguro, pero no están dispuestos a retirar el dinero del lugar donde hay un problema. Si quieres crear una cultura segura, deja de financiar a organizaciones que ponen fácil el abuso a las atletas. Deja de financiarlas. Punto. Fin de la discusión.

P. ¿Las atletas están solas en esta lucha?

R. Totalmente. Las atletas no solo afrontan su recuperación tras los abusos, sino que todavía están luchando contra las estructuras de la organización y sus responsables, que prefieren el silencio. Tengo esperanza con algunos entrenadores, pero no con los líderes de la USAG. Incluso cuando renovaron completamente la directiva después de todo lo que pasó con Larry, se hizo con gente que participó en esa cultura de abuso. Y lamentablemente, los pocos que vinieron de fuera se negaron a reconocer lo que pasa. La presidenta de la federación, Li Li Leung, dijo que han colaborado en seis investigaciones independientes, pero no es verdad. Todavía no hay una investigación sobre los entrenadores. Eso no es admitir el problema, es seguir creyendo que los casos de abuso son solo obra de manzanas podridas y no parte de una forma de hacer las cosas.

P. ¿Alzar la voz la ha ayudado en su recuperación?

R. No diría que ha sido una experiencia curativa necesariamente. Me ayudó saber que estaba donde tenía que estar y que mi identidad y mi valía no dependían de la respuesta que recibiese. Tener claro que el éxito consiste ser fiel a mis valores. Si no tienes eso claro, es muy difícil salir adelante del trauma. Sé que hay muchas supervivientes que dicen que hablar les ha ayudado a superarlo, pero yo no he tenido esa experiencia.

P. ¿Qué ha sido lo más difícil en estos cuatro años?

R. Las afectadas y activistas todavía afrontamos nuestros propios traumas. Siguen siendo nuestras historias personales. No se debería poner a nadie en la tesitura de tener que dar detalles sobre los abusos sufridos para recibir atención. Nos obligaron porque la ley no funcionó y los responsables tampoco. Nos impidieron superar el trauma. Además, si el que manda no es capaz de hacer lo correcto... es muy desconcertante y frustrante. Trasladan el mensaje de que las víctimas no importan lo suficiente. Nadie se mete en esto porque quiere contar su historia de abuso una y otra vez. Nadie. Lo haces para que la próxima generación no pase por esto. Cuando ves que los responsables ponen por delante el dinero, las medallas y sus amigos sobre la seguridad de las niñas, es muy desalentador porque vemos que aún no hemos asegurado la protección de las que vienen después.

P. Simone Biles dijo que si tuviera una hija, le prohibiría hacer gimnasia. ¿Usted?

R. De hecho es algo que llevo afrontando más de un año. Mi hija de seis años quiere desesperadamente dar clases de gimnasia artística. Yo tuve una buena experiencia en mi gimnasio, algo que muchas otras no pueden decir. Excepto mi experiencia con Larry, mi entrenamiento y el ambiente del equipo era muy sano. Esa época me dio muchas herramientas para la vida y no me arrepiento al mirar atrás, estoy muy agradecida. Dicho esto, si mi hija quisiera competir en un gimnasio certificado por la federación estaría poniendo su seguridad en las manos de una organización corrupta a la que no le importa mi hija. No puedo hacer eso con la conciencia tranquila. Me encantaría poder dar una respuesta distinta porque me encantaría que mi hija hiciese gimnasia de una forma positiva, pero ahora mismo no puede. Y eso nos rompe el corazón a todas.

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Sobre la firma

Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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