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La espalda de Nadal responde

El mallorquín subraya la mejoría de la lesión en dirección a los octavos, en los que se medirá a Fognini tras vencer a Norrie. El viernes se sometió a una infiltración: “Dio resultado, ahora siento menos dolor”

Nadal observa la pelota durante el partido contra Norrie en Melbourne.
Nadal observa la pelota durante el partido contra Norrie en Melbourne.DEAN LEWINS (EFE)
Alejandro Ciriza

Advertía el jueves Rafael Nadal de que, más allá del escollo que representaba Cameron Norrie, el duelo contra el británico iba a ser fundamental para saber si su maltrecha espalda elegía un camino u otro. Es decir, si su suerte en el grande australiano iba en una dirección u otra. Preocupado porque la zona lumbar no terminaba de responder a los estímulos que había probado hasta el choque de la segunda ronda, el campeón de 20 grandes decidió jugarse una última carta y él y su equipo, con el doctor Ángel Ruiz Cotorro desde la distancia, consensuaron un plan de choque que consistió en parar en seco, probar un último tratamiento y cruzar los dedos. El resultado fue positivo: después de tres semanas de quebraderos de cabeza, la espalda por fin respondió. A partir de ahí, oficio frente a Norrie, hueso duro de roer pero sin malicia competitiva: 7-5, 6-2 y 7-5, en 2h 14m.

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“Hoy la espalda ha ido bien, es la primera vez que la noto bien, con menos dolor”, comentó después de una correcta actuación en el último turno de la sesión nocturna, sin brillos ni sombras; eso sí, acompañada de la optimista novedad de que su espalda ha reaccionado y emite señales esperanzadoras cuando se adentra en la segunda semana y se avecina un peligroso cruce de octavos con el italiano Fabio Fognini, que apeó en tres sets al último representante australiano en el cuadro masculino, Alex de Miñaur (6-4, 6-3 y 6-4).

“He jugado casi con libertad de movimientos. El tratamiento que hice ayer [por el viernes] dio resultado y la evolución de la espalda es buena; eso me da confianza para recuperar mi físico y mi tenis”, valoró el de Manacor, que un día antes dejó su raquetero a un lado y en lugar de entrenarse concentró las horas en la aplicación del tratamiento que le aporta ahora luz. Según ha podido confirmar EL PAÍS, Nadal acudió a una clínica para someterse a una infiltración y estuvo durante tres horas con los médicos.

Aunque aún debe ganar chispa en las piernas y naturalidad en los movimientos, Nadal pudo por fin recuperar la fórmula habitual del saque y el punto de partida de los puntos fue bien diferente al de las dos rondas previas.

Pese a que no llegó a liberarse del todo, la maniobra recuperó la mecánica de los últimos años y los promedios de velocidad aumentaron respecto a los duelos con Djere y Mmoh; lejos, no obstante, de los que registraba el curso pasado en Melbourne a estas mismas alturas. El pico fue de 197km/h, cuando en las dos estaciones previas fue de 195 y 194 respectivamente; el promedio con los primeros llegó a 179, por 176 y 178; y la mejora se reflejó más con los segundos, al marcar 152km/h, frente a 151 y 147 ante el serbio y el estadounidense en los dos primeros compromisos en el torneo.

Sin ceder ningún set

“Ayer [por el viernes] no me pude entrenar, pero hoy he calentado con mi saque de siempre y he vuelto a él durante el partido. Puede mejorar, pero no ha ido mal”, agradeció el balear, que a pesar del percance físico que sufrió en los entrenamientos de Adelaida, al aterrizar en Australia, cerró la primera semana sin ceder ningún set y con un generoso margen de evolución desde el punto de vista físico y del juego. “Es el primer partido que juego con unas condiciones normales y contra un rival que tiene más entidad”, apostilló, sabiendo que lucha contra el reloj y que a partir de ahora precisará de un salto cualitativo en su rendimiento.

“Es el momento de hacer un esfuerzo. Mañana [por este domingo] es un día para entrenar un poco más de lo que lo haría en una situación normal, con más carga y mucho más esfuerzo de lo que lo hago normalmente entre partidos de un Grand Slam”, se exigió, conociendo ya en ese instante que el cuadro le depara un careo con Fognini, un viejo conocido contra el que se ha medido en 16 ocasiones, con un balance de 12-4 a su favor; ahora bien, el italiano ya sabe lo que es derribarle en un gran escenario y sobre superficie rápida, todo al mismo tiempo: US Open de 2015. Otros tiempos. Otro Nadal.

“He jugado muchas veces contra él. Viene de una lesión y tendrá hambre”, alertó el mallorquín, de 34 años; “le ha ganado a De Miñaur en tres, así que vendrá con mucha confianza y en los octavos nunca hay un cruce fácil, así que tendré que mejorar”.

FOGNINI, 3 AÑOS DE MARTIRIO CON LOS TOBILLOS

La jornada del sábado despidió a Feliciano López (7-5, 6-2 y 6-3 con Andrey Rublev) y confirmó el avance de uno de los favoritos, el ruso Daniil Medvedev (6-3, 6-3, 4-6, 3-6 y 6-0); también el de Fognini, que en los últimos tiempos ha sufrido un martirio con los tobillos.

 

Primero padeció del izquierdo durante tres años, y luego empezó a darle problemas el derecho hasta que decidió finalmente pasar por el quirófano en mayo para ponerles remedio durante el parón de la actividad.

 

“No me esperaba sentirme tan bien tan pronto, sentir que mi tenis está de vuelta”, celebró el de San Remo, de 33 años y 17º en el listado; “con todo lo que he pasado con la operación, si me dicen que iba a estar en la cuarta ronda de Australia y jugando contra Nadal, no lo creería”.

 

“Fueron diez meses muy duros, la rehabilitación, casi dos meses con muletas…”, recordó antes de referirse al choque con Nadal: “Tengo ganas de jugar este partido, es un desafío. Sé que Rafa está más fresco que yo, pero quiero comprobar cómo va este paso que he dado”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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