Aronián y Caruana ganan tremendos combates de boxeo mental a Grischuk y Leinier, respectivamente
El armenio se enfrentará a Carlsen, y el estadounidense a So en las semifinales desde el jueves
Hoy ha quedado claro que el ajedrez-termostato es una idea magnífica: las dos últimas partidas, que dan tres puntos, inyectan en cada duelo una emoción jamás vista. Los dos de hoy han sido letales para cardiacos en la última jornada de cuartos de final: Aronián 10 - Grischuk 8; Caruana 10,5 – Leinier Domínguez 7,5. Las semifinales comienzan el jueves, tras el descanso del miércoles.
“Ganar así con este formato es como enamorarte. Notas un subidón de sangre por todo el cuerpo”, describió el armenio Levón Aronián pocos minutos después de eliminar al ruso Alexánder Grischuk en un trepidante último asalto, y 72 días después de que su esposa, Arianne Caoili, falleciera por un terrible accidente de tráfico. Su próximo rival será el campeón del mundo: “Me gusta jugar contra Magnus [Carlsen] o Grischuk porque son jugadores muy creativos que te desafían, y a mí me encantan los retos”.
A juzgar por lo ocurrido en el asalto inicial de hoy (7º del duelo), que terminó en tablas sin historia, nada indicaba las grandes emociones que llegarían después. Pero el baile frenético empezó de inmediato: el armenio omitió un golpe ganador en el 2º, y perdió. En el 3º, todo indicaba que iba a ser tan aburrido como el 1º hasta que se metieron en una refriega de piezas con muy poco tiempo y Grischuk se dejó una colgando.
Aunque a los aficionados asiduos ya no les sorprende porque ocurre siempre, ver cómo Grischuk engulle casi todo su tiempo en cada partida y se queda con menos de un minuto para un montón de jugadas es un espectáculo en sí mismo. Sobre todo, porque el ruso es capaz de encontrar lances increíbles en solo unos segundos. Pero su cántaro va tanto a la fuente que a veces se rompe, como en el 4º asalto de hoy, que perdió tras malograr una posición ganadora.
Pero aún quedaban las dos partidas de puntuación triple, el terreno idóneo del pendenciero Grischuk, quien durante algunos años fue profesional del ajedrez y del póquer a la vez. La lucha fue tremenda, vibrante, tan intensa como para enviar directamente al cementerio a un espectador de corazón débil. Presionado al límite por el reloj, Grischuk encontró esta vez una jugada realmente increíble con cinco segundos, y Aronián se derrumbó.
Grischuk ganaba por 8-7, y todo dependía de la última partida. Aronián describió así lo ocurrido en ella: “Es como una final épica de la NBA que llega al 7º partido. No es un momento para grandes disquisiciones filosóficas. Te lanzas a por la victoria y rezas. Tienes que tener un poco de suerte, porque lo normal es que no ganes a un rival tan fuerte en una situación tan extrema. Pero a veces ocurre, y por eso estoy tan contento”.
El otro duelo fue también trepidante, aunque algo menos. Caruana partía con gran ventaja (5,5-2,5), pero Leinier se veía capaz de remontar porque el domingo había jugado mejor que hace dos semanas, cuando fue masacrado (3-15) por Caruana en el primer torneo con termostato. Ocurrió algo que rara vez ocurre en ajedrez: las cuatro primeras partidas de hoy terminaron con victorias de las negras.
La clave estuvo en la 5ª (11ª del duelo): Leinier entregó un peón a cambio de una peligrosa iniciativa y logró clara ventaja. Pero Caruana demostró entonces que es uno de los mejores defensores de la historia; tablas. Y luego logró en la última una posición tan rocosa que el cubano-estadounidense tuvo que ofrecer el empate, que le eliminaba.
La lógica indica que las semifinales y la final producirán aún más emociones. Con independencia de que sea así o no, ya se puede afirmar que el ajedrez-termostato, ideado por el comentarista estadounidense Maurice Ashley, es una idea estupenda para convertir un deporte con la etiqueta de aburrido (para quien no lo conoce) en una montaña rusa.
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