El clásico: la Liga y algo más
Madrid y Barça llegan al partido del Bernabéu perdidos entre inseguridades y en busca de un chute sentimental
El clásico, que siempre llega cargado de mensajes y se va repleto de recados, asoma esta domingo (21.00, Movistar LaLiga) como primera evidencia la cerrada pelea por LaLiga, con dos puntos de ventaja del Barça sobre el Real Madrid (55 y 53). Pero no es la única. Se han citado en el Bernabéu dos gigantes en época de extravío, a la espera de extraer un rumbo del intercambio de golpes sobre la hierba. Zinedine Zidane lo invocó como “oportunidad” ya desde que empezó a digerir la derrota contra el Manchester City en la Champions, la tercera en los últimos cinco partidos. El clásico aparece en un momento de repentino tembleque después de meses de amasar un bloque pétreo que llegó a comandar LaLiga, mientras al Barcelona volvían a menearlo las dudas y decidió cambiar a Valverde por Setién.
En la habitual lectura subterránea de quién puede perder más en el clásico, el cántabro disparó este sábado primero apuntando a Madrid, donde Zidane había reconocido su “momento delicado”. Pero tampoco los azulgrana llegan en paz a Chamartín. Setién recuperó el discurso del pase y la ilusión, pero por ahora el pase es lento y la ilusión es todavía la de sus estrenos —primer partido de Champions, primer clásico—, porque el entusiasmo no cala ni en el vestuario ni en la grada, inquietos por la pobreza de la propuesta desplegada en San Paolo. Ni Messi ve que dé para la Champions, están fuera de la Copa —como los blancos— y en el camino de LaLiga aparece un antagonista que si algo ha afilado es un arma que devora el trasiego moroso de la pelota en cualquier zona del campo. El Madrid muerde como nunca, y Setién lo repasó con Guardiola el miércoles. No recordaba que le hubieran apretado así antes en el Bernabéu, explicó el técnico del City tras su victoria.
Aunque el Barça sí tiene lo que aún no ha encontrado el Madrid: lleva 16 goles más que los blancos en LaLiga (62 y 46). Pese a las lesiones de Luis Suárez y Ousmane Dembélé, los azulgrana no se secan. Ya se entienden Griezmann y Messi, que en cualquier caso se comporta como una especie de asteroide libre capaz de funcionar con independencia del nivel de engrasado de la maquinaria general.
Frente a la efectividad de siempre del argentino, con Hazard y Asensio lesionados, el Madrid espera al gol del futuro, que es lo que ha comprado: Vinicius no apunta; Rodrygo, en el olvido temporal, está sancionado, y a Jovic lo dejó este sábado Zidane fuera de la lista para rescatar a Mariano, casi náufrago de este viaje.
Se juegan LaLiga, sí, o gran parte de ella, pero también algo más. El Madrid trata de evitar volver al punto de desplome de hace un año; el Barça, busca terminar de enderezarse para que el fútbol siga sosteniendo a un club al borde de ahogarse en la crisis digital.
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