El fútbol vuelve a Río de Janeiro ignorando a los jugadores contagiados
El campeonato Carioca se reinicia por segunda vez durante la pandemia, con protestas del Botafogo y el Fluminense. El alcalde ignora las alertas y prevé un tercio del público para el 10 de julio
El Campeonato Carioca es el primer torneo profesional que se reanuda en plena pandemia de la covid-19 en Sudamérica, siguiendo el curso de su propia normalidad, aunque las condiciones a su alrededor insisten en alertar que el regreso precoz del fútbol no es nada normal. Este domingo, se jugaron cuatro partidos más, a puertas cerradas, a pesar de las protestas de dos de sus principales clubes, las dudas sobre el protocolo sanitario bautizado como “Juego Seguro” y la baja de tres jugadores tras dar positivo a la covid-19.
El reinicio acelerado del Carioca no tiene precedentes en el continente ni en las ligas europeas de países que también han autorizado la vuelta del fútbol, pero en etapas muy diferentes de la pandemia. En Italia, uno de los primeros epicentros mundiales de la enfermedad, las competiciones solo se retomaron 76 días después de alcanzar el pico de muertes por coronavirus en el país. En España y el Reino Unido, este intervalo fue de 69 días, mientras que Francia decidió dar por terminado el campeonato local. En cambio, en Río de Janeiro, el Flamengo y el Bangu volvieron al terreno de juego solo 15 días después de que se llegara al pico de muertes en el Estado, 324. El día del partido, el 18 de junio, la Secretaría de Sanidad del Estado registró 279 muertes, dos de ellas en el hospital de campaña del estadio Maracanã, escenario del duelo que ganó el club rojinegro.
El pasado domingo, el Botafogo y el Fluminense, que, desde el comienzo de las discusiones sobre la continuidad del Carioca se han opuesto al reinicio apresurado, volvieron al campo con solo una semana completa de entrenamientos y lanzando mensajes críticos a la Federación de Fútbol de Río de Janeiro (FERJ). Antes de golear al Cabofriense, los jugadores del Botafogo mostraron una pancarta satirizando las normas de seguridad y prevención ante el coronavirus estipuladas por las autoridades del Estado: “Un buen protocolo es el que respeta la vida”.
El Fluminense, por su parte, homenajeó a los médicos y enfermeros cuando pisó el césped del estadio Nilton Santos. “Gracias a los profesionales sanitarios”, rezaba la pancarta extendida por los jugadores. “Hoy, por primera vez, salgo triste de casa para ver jugar a mi tricolor”, escribió el presidente del club, Mario Bittencourt, en sus redes sociales. “Jugadores con mascarillas, un estadio sin público y un campeonato que regresa precipitadamente, sin saber a qué intereses sirve. Miles de personas aún mueren en Brasil, mientras nos vemos obligados a jugar al fútbol sin ninguna seguridad. Otra página triste en la historia del fútbol en Río de Janeiro, ya tan debilitado y desfasado. Que todo salga bien y que todos podamos salir de esta locura totalmente ilesos”. El dirigente tricolor también aprovechó la oportunidad para criticar el protocolo de la FERJ. “‘Juego seguro’ es quedarse en casa. El resto no tiene ningún sentido en este momento”.
El Volta Redonda, el adversario que derrotó al Fluminense por 3-0 este domingo, tuvo que vetar a tres jugadores que dieron positivo en covid-19 horas antes del partido. A los otros miembros del equipo que dieron negativo se les consideró aptos para jugar, aunque habían entrenado con los jugadores infectados el día anterior. Según el departamento médico del club, los jugadores que están de baja son asintomáticos y van a cumplir la cuarentena en casa.
En las pruebas realizadas a principios de junio, cuando una buena parte de los clubes reanudó los entrenamientos, el 20% de los jugadores dio positivo en coronavirus. Aun así, la FERJ garantizó que tenía un protocolo de seguridad para cuando volviera el campeonato, que tuvo que ajustarse tras una denuncia del Consejo Regional de Medicina de Río de Janeiro a la Fiscalía, porque el Flamengo no había cumplido la recomendación de concentrar a su equipo 48 horas antes de enfrentarse al Bangu, un partido que marcó el regreso del campeonato, el 18 de junio. Para protegerse, la federación decidió prescindir de la concentración previa y cambiarla por la realización de pruebas rápidas, con resultados inmediatos, el día antes de cada partido.
El domingo 19 de junio, la Portuguesa y el Boavista empataron a cero y el campeonato volvió a paralizarse, debido a la intervención del alcalde Marcelo Crivella, que publicó un decreto que suspendía el torneo durante cinco días para que las autoridades sanitarias inspeccionaran los estadios. Así, de paso, también evitaba un embrollo judicial con el Botafogo y el Fluminense. Ambos clubes presentaron demandas para no tener que jugar en la fecha establecida por la FERJ, el lunes 22 de junio. Las directivas acusaban a la Federación de favorecer al Flamengo, que lideró el movimiento para que el fútbol volviera al Estado y retomó los entrenos en mayo, antes de que se autorizara. Para hacer valer su voluntad, el club rojinegro contó con el apoyo del presidente Jair Bolsonaro y los otros 13 clubes de la primera división del campeonato Carioca.
Indiferente a las protestas del Botafogo y del Fluminense, la FERJ ha ratificado la continuación del campeonato esta semana con los partidos de la última jornada de la fase de grupos de la Copa Río, que tendrán lugar el miércoles y jueves. En mayo, la Fiscalía abrió una investigación y recomendó que se aplazara la vuelta de los campeonatos. Según su interpretación, las aglomeraciones en torno a los estadios en días de partido podrían poner en “riesgo la vida y la salud de los hinchas”. Sin embargo, el Ayuntamiento no solo ha ignorado la recomendación, sino que también prevé que, a partir del 10 de julio, los estadios permitan la entrada a un tercio de su aforo (el Maracanã, por ejemplo, podría reunir hasta 22.000 personas). En las ligas más tradicionales de Europa, en países donde la curva de muertes y contagios ya se ha aplanado, a diferencia de Brasil, todavía no se prevé que los partidos se jueguen con público.
“No tiene sentido cumplir ningún protocolo sanitario a partir del momento en que 15.000 personas pueden acudir a un estadio”, criticó Carlos Augusto Montenegro, miembro de la junta directiva del Botafogo, en una entrevista a SporTV. “Será inusual, ya que no hay ningún país en el mundo que lo esté haciendo. Sugiero que quien vaya [a los partidos] se lleve un rosario y rece mucho para que no le pase nada”.
En la victoria del Botafogo por 6-2 contra el Cabofriense, el equipo lo dirigió el asistente Renê Weber, en lugar del técnico Paulo Autuori. La FERJ lo había suspendido preventivamente tras afirmar que la entidad es la “federación de los listos”, entre otras críticas por acelerar el regreso del fútbol. El club apeló al Superior Tribunal de Justicia Deportiva y obtuvo una medida cautelar para que el entrenador pudiera dirigir al equipo durante el partido, pero Autuori prefirió no hacerlo en señal de protesta. El presidente de la FERJ, Rubens Lopes, publicó un vídeo el viernes pasado explicando por qué se realizaban tantos esfuerzos para reanudar el campeonato. “Lo que Río de Janeiro ha hecho sirve de ejemplo a la ciudad, al país y al mundo. Se puede practicar esta actividad [el fútbol] de forma segura, tanto para los jugadores como para la población”.
En la jornada del último fin de semana, los grandes clubes se unieron a manifestaciones antirracistas y los jugadores se arrodillaron en el campo al comienzo de los partidos. El Estado de Río de Janeiro cuenta con la tasa de mortalidad más alta de covid-19 en Brasil: son casi 10.000 muertos —casi 1.000 más que en Alemania, donde el campeonato nacional ha finalizado sin afluencia de público en los estadios—, y más de 110.000 contagiados.
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