_
_
_
_
_

La extraña posibilidad de ser a la vez campeón y subcampeón de la Champions

El portero de la selección Rodrigo Corrales inició el torneo con el PSG, con el que se clasificó para la Final Four, pero la jugará por la pandemia 15 meses después en las filas del Veszprem

Lorenzo Calonge
Rodrigo Corrales, en el PSG-Barça de Champions de esta temporada.
Rodrigo Corrales, en el PSG-Barça de Champions de esta temporada.Catherine Steenkeste (Getty Images)

¿Se puede ser a la vez en una temporada campeón y subcampeón en la misma competición? La pregunta parece extraña, pero la respuesta aún lo es más: sí. La carambola ocurriría en la Champions de balonmano, que empezó de forma rutinaria el pasado septiembre y se resolverá 15 meses después, las próximas Navidades, cuando la siguiente campaña ya lleve, si no surgen más imprevistos, un trimestre en marcha. A finales de diciembre, el Barça, PSG, Veszprem y Kiel buscarán en la Final Four el título de la 2019/20, según decidió este viernes la Federación Europea, en un intento de salvar el torneo de la pandemia.

El portero español Rodrigo Corrales, de 29 años, arrancó el asalto a la gran cita continental con la camiseta del PSG y lo terminará con la del Veszprem. Con sus intervenciones (80 en total) ayudó a que el conjunto parisino terminara segundo en la fase de grupos, lo que le valió el billete para Colonia; sin embargo, cuando llegue el momento de luchar por la corona, él ya llevará casi medio año en Hungría como sustituto de Arpad Sterbik. La posibilidad de una final contra sus antiguos compañeros del vestuario francés es real (no se conocen todavía los cruces) y entonces, sea cual sea el resultado, acabaría como campeón y subcampeón de Europa. “Sería increíble, se puede dar perfectamente. La verdad es que no sé qué decir a eso”, comenta perplejo.

El gallego es uno de los dos únicos jugadores en esta situación. El otro es la megaestrella noruega Sander Sagosen (64 goles acumula este año en la Champions), que cambiará el PSG por el Kiel alemán. Ambos fichajes se anunciaron hace muchos meses -un hecho excepcional en otros deportes pero muy normal en el balonmano-, lógicamente desconocedores de lo que estaba por venir.

“No conozco a nadie que le guste jugar la F4 en diciembre. Todos estaríamos de acuerdo en dejarla nula”

“Nosotros empezamos la temporada en el París sabiendo que era la última oportunidad para muchos de conseguir aquí el ansiado trofeo porque luego se iba a renovar la plantilla, y nos vamos sin poder terminar el trabajo. Y yo todavía tendré la suerte de disputar la Final Four, no así otros compañeros”, lamenta Corrales. “No conozco a nadie que le guste jugarla en diciembre. Todos estaríamos de acuerdo en dejar esta Liga de Campeones nula”, afirma todavía desde la capital francesa, donde cada tarde sale a correr. “Aquí las normas son más laxas”, apunta.

A estos dos trueques, que traían sorpresa incorporada, habrá que añadir cuando el título se ponga en juego a finales de año los habituales cambios en las plantillas. Este verano, por ejemplo, al PSG llegarán el extremo español Ferran Solè y el gigante Kristopans, Sterbik se habrá retirado, en el Veszprem estará Jorge Maqueda, y el Barcelona tendrá en sus filas al esloveno Blaz Janc y quién sabe si todavía a Raúl Entrerríos y Víctor Tomás. “No creo que esto adultere la competición, no hay que buscarle tres pies al gato”, señala el entrenador del Veszprem David Davis quitando dramatismo. “Celebrar la Final Four en Navidades no es lo mejor, pero lo importante es hacerla porque nos da visibilidad. Ahora todo el mundo es muy listo y hagas lo que hagas se critica”.

Un mercado de fichajes anormal

Este insólito escenario ha alterado un mercado de fichajes que, ya de por sí, vive con mucha naturalidad lo excepcional. En el balonmano, una parte importante de los jugadores de primer nivel que van a mudarse de club lo comunican con mucha antelación, incluso con más de una temporada como fue el caso de Sagosen, y llegan a posar con su futura camiseta. Todo con mucha sencillez. Las aficiones rara vez sacan las garras contra ellos, aunque se marchen a rivales directos, y los propios protagonistas lo viven con tanta cotidianidad que a veces les cuesta ver que esto no es nada frecuente fuera de su mundo.

Solè, por ejemplo, todavía en el Toulouse, anunció con 15 meses de antelación que a partir de este septiembre vestiría tres campañas la zamarra del PSG. “A nadie le sorprende, se ha convertido en una de las reglas del balonmano”, comenta el extremo derecho de 27 años, elegido el mejor en su puesto en el Europeo 2018 y Mundial 2019. “Al principio estás inquieto por ver cómo responderán los aficionados, pero eso dura poco”, añade.

Él estuvo más intranquilo por lo contrario, cuando en 2016 quedaban solo dos meses para acabar la temporada y no había firmado con nadie. “Buscaba una liga más competitiva, pero las ofertas no llegaban. Empezaba a estar muy nervioso porque el tiempo se acababa y había pocas oportunidades de salir al extranjero. Al final, recibí dos o tres propuestas, y solo una de fuera, la del Toulouse, que me gustaba”, explica.

Muchos jugadores anuncian el cambio de equipo con gran antelación y posan con su futura camiseta sin que la afición se lo censure

Al igual que Ferran Solè y Corrales, otros compañeros en la España campeona de Europa también comunicaron hace tiempo sus futuros destinos: Julen Aginagalde vuelve al Bidasoa desde el Kielce, Gedeón Guardiola cambia el Rhein Neckar Löwen por el Lemgo, y Adrià Figueras da el salto del Granollers al Nantes.

El motivo de esta rareza es que, por las apreturas económicas, pocas veces se pagan cláusulas (el Barça lo hizo el pasado verano con Luka Cindric), lo que obliga a esperar a que los jugadores acaben sus contratos. “Planificamos a dos o tres años vista”, apunta David Barrufet, el mánager azulgrana. “En mi época, los fichajes no se cerraban con tanto tiempo y el anuncio no se hacía. Te lo callabas. Ahora se comunica también para incentivar a los patrocinadores y aficionados. Aunque si hubiera un Madrid-Barcelona, no sería lo mismo”, advierte el exportero. “Nosotros no somos muy partidarios de hacerlo público, excepto que nos lo reclame el otro club”, reconoce.

Fair play en uno de los rincones del deporte habitualmente más oscuros, los fichajes. Sin embargo, no siempre fue así. Lo sabe bien Juan de Dios Román, cuatro décadas en los banquillos. “Antes, si intentabas fichar a uno de otro club a mitad de temporada, había follón. Y anunciarlo, imposible”, apunta. Nada que ver con lo que sucede ahora, donde se negocia, se firma, se anuncia y se sigue jugando tan normal. La pandemia trae ahora otra vuelta de tuerca. ¿Y si Corrales le arrebata la Champions al PSG, con el que ha llegado a la Final Four?

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_