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Carles Duran: “Lo de Ricky y Rudy se acabó, pero volvemos a ilusionar”

El entrenador explica la transformación del Joventut, un equipo que hace un año estaba a un paso del descenso y la desaparición y en el que no se cobraba

Robert Álvarez
Carles Duran, en el Olímpico de Badalona.
Carles Duran, en el Olímpico de Badalona.JUAN BARBOSA

El Joventut ha pasado de la doble condena existencial de hace un año, abocado al descenso y a su disolución, al éxito deportivo con su presencia en la Copa y a la viabilidad económica gracias a un acuerdo con el Ayuntamiento y a un accionista principal. Carles Duran (Barcelona, 43 años), un entrenador forjado en su cantera, ha impulsado el giro del equipo al que, tras su paso por el Valencia y el Bilbao, regresó cuando ni siquiera cobraban sus jugadores y sus empleados. Este viernes, se mide al Baskonia (19.00, #Vamos).

Pregunta. Empezó muy joven. ¿Cómo surgió su afición a entrenar?

Respuesta. Por dos caminos diferentes. Mi madre es entrenadora de gimnasia rítmica. He vivido el deporte en casa desde que nací. Aprendí mucho de ella. Siempre ha llevado el trabajo a casa. Y desde pequeño la seguía e iba a ver campeonatos. La rítmica es un deporte totalmente diferente, muy perfeccionista. Supongo que algo se me ha quedado. Pero mi deporte desde niño ha sido el baloncesto. Jugaba en el Vilassar de Mar, el club de la ciudad donde nací. Una persona vio que tenía vocación y ya desde los 15 años empecé a formar parte de un equipo técnico. Con 19 años, a raíz de una lesión en un dedo, me dieron más protagonismo y decidí dejar de jugar y me dediqué a entrenar.

P. Prosperó y se formó en la cantera del Joventut y el Prat. Tras su paso por el Valencia y el Bilbao, la pasada temporada, estaba en el paro. ¿Dónde se encontraba cuando le llamó el Joventut justo ahora hace un año para ofrecerle el puesto?

R. En Berlín, en casa de Aíto. Fui allí para seguir formándome y crecer como entrenador, viendo cómo trabajaba el Alba Berlín. Me llamaron para preguntarme dónde estaba, qué hacía y si estaría dispuesto a escuchar una oferta.

P. La situación del Joventut era desesperada. ¿Por qué aceptó?

R. En lo deportivo habían tenido mala suerte. Me encontré con un equipo muy bien trabajado y, en lo que se refiere al baloncesto, tenía una idea muy clara. Luego, supe muchas más cosas del tema institucional. Los jugadores no estaban cobrando y eso se sufría. Era un gran reto. Me hacía súper ilusión poder devolverle algo a un club que me lo ha dado casi todo.

P. ¿Cobró durante los primeros meses?

R. No, como todos los demás. Pero no era lo más importante. Lo más importante era poder entrenar poder volver a sentirme entrenador y ayudar a un club que me lo había dado todo.

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P. Corría el riesgo de trabajar por nada.

R. Me aseguraron que la situación se solucionaría, como así ha sido. En este aspecto Juanan (Morales, presidente del club) ha cumplido lo que me dijo. Conmigo, el Joventut se porta de diez.

P. ¿Cómo se puede exigir a jugadores que no cobran?

R. Es verdad que son profesionales y juegan para ganar dinero, como todo el mundo en su trabajo. Pero también practicamos un deporte que debe ser nuestro hobby. Les transmití que lo que no podemos controlar no está en nuestras manos, lo que sí está en nuestras manos es entrenar, jugar, pasárnoslos bien e intentar ganar, que es lo que necesitábamos. Que nadie pudiera decir que no lo habíamos intentado o querido.

P. Ganar y, además, jugar bien.

R. Al principio no fue fácil, y no ganamos. Es verdad que soy un poco tozudo. Les doy un diez a todos porque creyeron en mí. Y al final, cuando conseguimos la primera victoria, fue una rueda. La clave fue jugar bien al baloncesto. Impuse mi estilo, mi manera de ser. Para mí la esencia es jugar bien. Si hace bien las cosas, al final acabas ganando o pasan cosas positivas. Es lo que nos pasó.

Ni yo ni nadie cobró en los primeros meses, pero el Joventut me había dado mucho y quería devolvérselo

P. Cómo convenció a los jugadores?

R. Somos un club que tiene una historia que es de baloncesto, representamos a una ciudad y a una institución y sobre todo somos el modelo para muchos niños. Cuando se habla de la Penya, se habla de jóvenes, de buen baloncesto, de cantera, de un modo de vivir diferente a otros, que no son ni mejores ni peores, pero que tienen estructuras diferentes. He querido transmitir eso que si esto se moría, deportivamente hablando, se perdían muchos niños y niñas, y una manera de ver y hacer baloncesto. Porque al final, todo el mundo habla de la Penya y recuerda jugadores, pero sobre todo recuerda su manera de jugar: agresiva, alegre, divertida. Hay que vivir lo que es este club, saber lo que somos e involucrarse en esta gran familia. El hecho de venir a entrenarte y ver que antes hay niños entrenándose y a los propios niños que luego ven cómo te entrenas… Es muy especial. Y muchos de esos niños forman ahora parte de este equipo, y siempre ha sido así. Albert Ventura entró con ocho o nueve años y ahora es el capitán. A Rudy Fernández lo fuimos a buscar con 12 o 13 años y triunfó aquí. A Villacampa… Y como entrenador igual. Yo he visto aquí a grandes maestros. El año que llegué estaba Alfred Julbe, luego Manel Comas, Aíto, y otros que veía por la tele: Zeljko Obradovic, Lolo Sainz, Pedro Martínez… Somos un club bastante diferencial y peculiar.

P. Le gusta proponer pequeños retos a sus jugadores.

R. Sí. Es una cosa mía, personal. Primero fue, a ver si ganamos un partido fuera de casa que creo que llevábamos casi dos años sin conseguirlo; un pequeño reto, pero conseguible. Luego, a ver si ganamos dos partidos seguidos, o ganar a un equipo que nos ha ganado en la primera vuelta. No buscaba una cosa que el jugador piense que es muy difícil o lejana, no, cosas reales y que nos pueden pasar en tres días.

P. Y retos individuales.

R. Retos pequeños o ilusionantes. Recuerdo que Jerome Jordan (pívot estadounidense, ahora en el Androrra) era muy importante para nosotros, pero poco a poco había perdido protagonismo. Necesitaba que nos que nos ayudase especialmente en un partido, ante el Zaragoza. Le pedí que cogiera más de ocho rebotes. Creo que cogió 11. A veces no consigo todo lo que les planteo, pero creo que me está saliendo bien.

P. ¿Y ante la Copa?

R. También. Claro que sí. Sabemos que si ganamos, seguimos; y si no, para casa. Dentro de eso hay pequeños retos que nos pueden ayudar. No puedo plantear un partido como el de la Copa ante el Baskonia a 40 minutos. Iremos generando pequeñas situaciones, que si nos salen, nos generarán otras. La vida en general son muchos retos, yo hoy, en mi día, tengo muchos retos ¿no?, y creo que se puede conseguir y por suerte tengo la respuesta positiva.

P. Pero las diferencias parecen cada vez mayores, y en la Copa, cada vez hay menos sorpresas.

Las diferencias son abismales, pero por qué no repetir lo de 2008 y ganar al Baskonia

R. Tengo claro que existe una diferencia cada vez más abismal, sobre todo entre los equipos de la Euroliga y el Joventut. Podríamos hablar económica, socialmente, en muchos aspectos. Pero la Copa es un partido, 40 minutos. Está claro que, ahora mismo, el Baskonia es el favorito. Lo tiene todo, potencial, afición… pero en 40 minutos podemos hacer que cambien las cosas. El baloncesto es un deporte en el que pueden pasar muchas cosas. A veces… Recuerdo que formé parte del equipo cuando jugamos en Vitoria (la Copa en 2008). Y es verdad que la Penya estaba jugando muy bien, pero estaba el Barça, el Madrid, el Baskonia. Y llegamos a la final contra el Baskonia, con todo un pabellón mucho más cercano al Baskonia. Y lo conseguimos. Por qué no repetir. No hablo de ganar el título, que me queda muy lejos, pero sí de ganar al Baskonia.

P. Le interesa como se trabaja a nivel mental y psicológico también en otros deportes. ¿Qué es lo que le ha impresionado?

R. Dentro de mis experiencias, cuando estuve en Valencia convivimos con Pedro Martínez con un psicólogo deportivo que venía de otros deportes como el motociclismo y el tenis. Me enganché mucho. Se llama Octavio (Álvarez). Cuando regresé aquí, encontré una persona, Jordi Balaguer, que es entrenador, pero me ayuda no tanto en la técnica o la táctica sino que me da otro punto de vista. Me he fijado en Guardiola, en Valverde, en Rafa Nadal, en entrenadores de waterpolo, de gimnasia. Cada deporte y cada dinámica son diferentes. Y no es lo mismo tener un grupo de seis deportistas que están ocho horas trabajando que buscan la perfección porque si se les cae la cinta, es un fracaso. Estoy enamorado de este tipo de conexiones y afinidades, y me está yendo bien.

P. Utiliza vídeos, libros, música…

R. Todo se puede aplicar. Hay otros maestros como Aíto que les plantea problemas matemáticos y de Geografía a sus jugadores. Insiste en que el jugador debe seguir formándose. Me gusta llegar al jugador y que no solo sea todo baloncesto. El vídeo y la música llegan bastante.

P. ¿Tiene un líder la Penya? ¿Debe serlo el entrenador?

R. Creo que debe haber diferentes líderes. Creo que soy uno de ellos. Pero me gusta que también haya otros, dentro del vestuario, en la cancha, líderes de trabajo… hay muchos tipos de líder. Es cierto que públicamente destacan dos o tres jugadores y ha de seguir siendo así. Me parece bien que todos destaquen a Nico (Laprovittola) o a Marko (Todorovic) porque son destacables. Pero hay otros líderes que no se ven. Yo siempre hablo de los jugadores de la casa, de Albert Ventura que es el capitán, o de Josep Nogués, que parece que tiene menos protagonismo pero es un jugador clave. Al final esto es un equipo lo que nos está pasando es gracias a mucha gente y todos tienen su importancia.

P. ¿No siente nostalgia de los llenos en el Olímpico de Badalona?

R. Soy de los que estuvo allí disfrutando de la Euroliga, de Aíto, de Rudy, de Ricky… pero aquello se acabó. No puede ser. Pero lo que estamos generando, no digo que sea ni mejor ni peor, pero es diferente, algo que también está bien. El club, en un momento, muy malo ha sobrevivido. Y el equipo a base de mucho trabajo y otra vez de una nueva generación de jóvenes vuelve a ilusionar. Me gustaría que la gente volviera venir a disfrutar, no pensando lo que habíamos sido sino en lo que podemos ser.

P. Pero, a la que tienen un jugador que destaca, se lo quitan.

R. Al final es el ciclo de la vida de la Penya; por desgracia, por un lado, pero, por otro, ¡qué maravilloso!, porque significa que volverá a salir otro. Si Ricky, Rudy o Pau Ribas estuvieran de por vida sería increíble. Pero no sería real porque no tenemos ese poder económico para mantenerlos, pero el hecho de que se marchasen permitió que salieran Alberto Abalde, o Guillem Vives, o Albert Ventura u otros que saldrán. Es la ley de vida de la Penya. Y qué bonito que es eso. Lo que sí debemos intentar que estos jugadores se vayan cuando la Penya está arriba, no como ha pasado, por desgracia y por la situación económica del club, que se han ido cuando todavía no habían acabado de explotar y todavía no habían acabado de ayudar a que el club y el equipo fuesen competitivos.

P. Es una fe ciega.

R. Es que esto es la Penya. Es lo que he aprendido yo. Sé que cuando hay lesiones tengo que mirar abajo. Y cuando se va uno, seguro que la cantera me ha fabricado otro, estoy convencido.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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