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Salvar a la Penya

El Joventut y Badalona se afanan por evitar la desaparición del histórico club a causa de una crisis económica complicada por el incumplimiento de acuerdos ya pactados y de una situación deportiva que amenaza con el descenso

Robert Álvarez
Dos niños ante un panel en las instalaciones del Joventut en el que aparecen Rudy Fernández, Rafa Jofresa y Jordi Villacampa.
Dos niños ante un panel en las instalaciones del Joventut en el que aparecen Rudy Fernández, Rafa Jofresa y Jordi Villacampa.CRISTOBAL CASTRO

El baloncesto es un dogma en Badalona y la Penya, un club de referencia para la ciudad y para el deporte español. Durante las últimas semanas se baraja la desaparición inminente de la entidad. Los menos catastróficos confían en que se pueda frenar la guillotina económica, pero abogan por preparar el terreno para un descenso que el club se enorgullece de no haber consumado nunca, el único que puede decirlo junto el Real Madrid y el Estudiantes. “Es un drama”, conceden, “pero en el fútbol también lo fue en su día para el Atlético de Madrid cuando perdió la categoría, y después se recuperó”.

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Badalona presume de ser la cuna de este deporte. La historia del Joventut, fundado en 1930, es deslumbrante. En sus vitrinas lucen una Euroliga, cuatro Ligas, ocho Copas, dos Copa Korac, una Eurocup y una Fiba EuroChallenge. En su época más dorada, en la temporada 1991-1992, con un equipo dirigido por Lolo Sainz, con Villacampa, Corny Thompson, los hermanos Jofresa, Pressley, Mike Smith, Ferran Martínez y Juanan Morales, entre otros, pasó a disputar los partidos en el Pabellón Olímpico con capacidad para 12.500 espectadores y a contar con más de 11.000 socios. Bajó el listón, pero siguió ganando títulos; el último, la Copa del Rey en 2008, con Ricky Rubio, Rudy Fernández y, en el banquillo, Aíto. Ahora cuenta con algo más de 4.000 socios y ve cómo cada año se llevan a sus mejores jugadores, la mayoría formados en su cantera. Aun así, asombra que su pervivencia esté amenazada. Y por partida doble: le asfixia su maltrecha economía y le consume su lamentable situación deportiva.

El día 22 de marzo, su Junta General está convocada con un orden del día apocalíptico: “Ante la eventualidad de la imposibilidad de continuidad de las actividades de la sociedad, someter a la votación de los accionistas las decisiones que deban tomar, y si es conveniente, la disolución de la sociedad”. El club arrastraba desde hace años una crisis que le obliga a un riguroso control de gastos y a unos pagos inaplazables. Llegó a estar un año y medio en bancarrota, con una deuda de 14 millones de euros. Salió de un concurso de acreedores en 2012. En marzo de 2017, coincidiendo con el relevo en la presidencia, de Jordi Villacampa a Juanan Morales, dos de los jugadores que le dieron el título en la Euroliga, se firmó un acuerdo crucial con el Ayuntamiento de Badalona. La deuda, de 11 millones entonces, tras la venta de unos terrenos y otros acuerdos, se redujo a unos 2,5 millones, cuyo pago quedó pactado en un plazo de ocho años.

La entidad debe 2,5 millones y tratará su disolución en una junta el 22 marzo

La situación continuaba siendo difícil, pero se suponía que bajo control. La prioridad pasó a sus tribulaciones deportivas, con un equipo que esta temporada no sale de las plazas de descenso. El 22 de enero fichó al base argentino Nicolás Laprovittola y el 7 de febrero destituyó a Diego Ocampo y nombró entrenador a Carles Duran. Cinco días después, trascendió que el Ayuntamiento de Badalona no podía asumir el nuevo acuerdo de patrocinio suscrito con el club en diciembre para sustituir a los anteriores. Los salarios de los jugadores y empleados del club quedaron congelados. Aprieta la tesorería, pero quema tanto la mala situación deportiva que el club fichó el viernes al alero Demitrius Conger para relevar al lesionado Maalik Wayns. Conger debutó en el partido que la Penya perdió en la cancha del Betis (86-81). El equipo verdinegro, tras esta derrota, es el último en la Liga Endesa con cuatro victorias y 17 derrotas.

Tintes políticos

En su día, Dolors Sabater, alcaldesa de Badalona, manifestó: “El contrato de patrocinio de Badalona És Futur, de cinco millones de euros en cuatro años, es completamente legal, transparente, vigente y está dotado presupuestariamente y firmado. Garantiza liquidar la deuda del IBI y la viabilidad futura, y se gana un activo social para promocionar valores y la ciudad”. Los interventores del consistorio no lo vieron tan claro, anularon los compromisos adquiridos y no se realizaron los pagos acordados. El asunto también tiene un tinte político. Sabater, durante la presentación del acuerdo en diciembre, destacó: “Es una fórmula más transparente, estable y limpia”. La alcaldesa, de Guanyem Badalona en Comú, comparaba el acuerdo con el que en su día firmó su antecesor, Xavier García Albiol, del PP y exjugador de la Penya. Se investigó el acuerdo de la época de García Albiol por “la clara voluntad” de responsables políticos de las distintas administraciones de “ayudar económicamente de manera claramente ilícita al Joventut”, aunque la Fiscalía archivó el caso.

Apuesta por un nuevo entrenador y dos fichajes para reactivar al equipo

Las alarmas están encendidas y las redes sociales bullen. “No puedo imaginarme el baloncesto sin la Penya”, escribió Guillem Vives, base del Valencia y de la selección, uno de los muchos exjugadores verdinegros que han reaccionado. La internacional Anna Cruz, hija de un fiel seguidor de la Penya, reivindica el sentimiento verdinegro: “Pocos clubes trabajan la cantera como la Penya. Si desaparece, perdemos todos”. Los mensajes llegan desde clubes y aficiones rivales como la Demencia del Estudiantes, que proclama: “Por el baloncesto base. Por el amor a la cantera. Por los equipos de patio de colegio. Por respeto a un club decano. Y por el cariño a toda una institución y leyenda del baloncesto”.

El entrenador del Joventut, Carles Duran, explica que en su etapa en Bilbao constató el especial significado del Joventut: “Allí, todos son del Bilbao, pero la mayoría te dicen que su segundo equipo es la Penya. Si descendemos, no sé dónde va a ir a parar el baloncesto nacional”. Jordi Tugas, presidente de la Penya Verd-i-Negre Centre, mantiene una fe contagiosa, pero admite: “La desaparición de la Penya sería un golpe muy fuerte, fatal para la ciudad, no quiero ni imaginármelo”.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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