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España no pasa de la nota mínima

Una selección mustia se rectifica a tiempo para derrotar a Egipto y atrapar la última plaza del Preolímpico

Lorenzo Calonge
Raúl Entrerríos celebra un gol en el España-Egipto.
Raúl Entrerríos celebra un gol en el España-Egipto.Bo Amstrup (AP)

A punto estuvo de que a España se le cortara la digestión en el desangelado pabellón de Herning (Dinamarca). Pasó un mal rato tremendo hasta derribar a Egipto (36-31), que lo máximo que había conseguido en su historia ante la selección eran dos empates en 25 enfrentamientos. Por suerte para la campeona de Europa, en medio del sofoco encontró unos minutos de lucidez en la segunda parte y derrotó al conjunto dirigido por el hispano David Davis. En su final por el séptimo y octavo puesto del Mundial, pudo rascar la nota mínima y atrapar la última plaza para el Preolímpico.

España, 36 - Egipto, 31

España: Gonzalo Pérez de Vargas (p) y Rodrigo Corrales (p); Eduardo Gurbindo, Ángel Fernández (1), Raúl Entrerríos (5), Álex Dujshebaev (1), Julen Aginagalde, Joan Cañellas (9), Viran Morros, Aleix Gómez (4), Aitor Ariño (3), Gedeón Guardiola, Iosu Goñi (2), Ferran Solé (7), Adrià Figueras (4).

Egipto: Hendawy (p), Eltayar (p); Omar (3), Eissa (3), Khairy, Hagag (2), Elmasry (1), Nawar, Abdou, Elwakil (3), Elderaa (1), Elahmar (7), Shebib (6), Zeinelabedin (2), Sanad (2), Abdelrahim (1).

Parciales cada cinco minutos: 3-2, 5-5, 9-8, 13-12, 14-14, 17-18, --descanso--, 18-20, 23-22, 27-23, 30-27, 34-28, 36-31.

Árbitros: Gjeding Martin (DIN) y Hansen Mads (DIN). Excluyeron dos minutos a Cañellas (2) y Morros por parte de España. Y a Eissa, Elwakil y Zeinelabedin en Egipto.

Fue una España en mate, atascada y sin trazo fino. Solo Cañellas, de menos a más en el campeonato, puso el brillo. Anotó nueve tantos y solo falló el último, a falta de 30 segundos para el final. El acierto del lateral, la activación defensiva tras el descanso con Aitor Ariño en la posición de avanzado y el cerrojazo de Pérez de Vargas en la portería mantuvieron en pie primero y levantaron después a una selección mustia que durante una parte importante del encuentro emitió señales de males mayores.

La alarma amarilla se encendió en el descanso tras una primera parte con demasiadas grietas (17-18). Había pocas vías de ataque (Ferran Solé, Cañellas y algo de Entrerríos) y atrás se mostraba muy porosa. Ni los rechaces ayudaban a estabilizar el pulso de España. Nadie cobraba diferencias de entidad, pero las apreturas beneficiaban a la larga a los egipcios, que veían el paso del tiempo como un aliado para ir estrangulando el sistema nervioso de los Hispanos.

El marcador fue haciendo el péndulo durante la primera parte. Por delante la selección al principio. A la zaga en el tramo final. El punto de inflexión lo marcó el cambio en la portería egipcia. Handawy compareció en la pista y se destapó con cuatro intervenciones consecutivas. El grupo de David Davis volteó el resultado, logró una ventaja de dos tantos y tuvo posesión para ensanchar la distancia. Ahí apareció Pérez de Vargas, de las pocas certezas en la selección en el torneo, para frenar a los africanos y conectar con Aleix Gómez. Dos contraataques del benjamín evitaron que la alarma que se encendiera en el intermedio fuera la naranja.

No empezó mejor el segundo acto. Handway acumulaba un 60% de aciertos (seis paradas en diez lanzamientos) y la ventaja se mantenía a favor de Egipto. Por suerte para España, escapó a tiempo. Puso el ventilador defensivo en marcha, Jordi Ribera colocó a Aitor Ariño en la posición de avanzado y el plan de Davis entró en crisis. En unos minutos se pasó del 19-21 al 26-22 en el primer tercio de la reanudación. Siempre Cañellas y la aportación en ese momento de Figueras impulsaron a España, que ya no perdería el control del choque. El combustible y las ideas de Egipto se apagaron.

Después de haber hiperventilado durante 45 minutos y de ver cómo el barranco quedaba a un lado, España cumplió con el mínimo exigible. En abril de 2020 jugará el Preolímpico para sacar billete para Tokio. Eso si unos meses antes no repite título en el Europeo. La vieja guardia y Ferran Solé (el goleador con el mejor promedio de la historia de la selección, con 4,7 tantos por partido) tienen una misión olímpica.  

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