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Dos excompañeros de piso en la portería de España

Gonzalo Pérez de Vargas y Rodrigo Corrales, que vivieron juntos en Barcelona, han seguido trayectorias casi idénticas desde que llegaron a la cantera azulgrana

Lorenzo Calonge
Gonzalo Pérez de Vargas (i) y Rodrigo Corrales, en el Europeo de 2018.
Gonzalo Pérez de Vargas (i) y Rodrigo Corrales, en el Europeo de 2018. GEORGI LICOVSKI (EFE)

A Rodrigo Corrales le gustaba el salmón marinado al horno que preparaba algún fin de semana Gonzalo Pérez de Vargas en el piso que ambos compartían en Barcelona, el cocinillas de la casa cuando no iban al comedor de La Masia. Los dos se habían ido a vivir juntos tras pasar varios años en la residencia Blume cuando ficharon de adolescentes por la cantera azulgrana. El primero había llegado de Vigo y el segundo, de Toledo. El balonmano y la convivencia les había unido y, desde entonces, han seguido caminos casi idénticos. Los dos son en este Mundial los encargados de echar el último cerrojo a la portería de España.

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Sus trayectorias son tan similares que, incluso, nacieron con apenas dos semanas de diferencia, en 1991. Fueron captados por el filial azulgrana –“a Rodrigo nos lo trajimos con 15 años en el autobús del primer equipo tras una Copa del Rey en Galicia y no mucho después, a Gonzalo”, recuerda Toni Gerona, entrenador de Túnez y entonces ayudante en el banquillo del Barcelona-, dormían bajo el mismo techo, alquilaron una casa juntos, eran convocados con las categorías inferiores de España y salieron cedidos a otros equipos españoles y extranjeros para adquirir horas de vuelo. La hoja de ruta del club culé era que estos dos amigos defendieran la meta del primer equipo del Palau Blaugrana. Sin embargo, Rodrigo Corrales, Ros para sus amigos de infancia de Cangas, optó por independizarse. En 2017, tras tres años en el Wisla Plock polaco, no aceptó la oferta de renovación del Barça y se marchó al imperio del Paris Saint Germain. Donde no han podido separarse es en la selección ni en su vida personal. Alguna vez han llegado a veranear juntos.

El Mundial es su tercer gran torneo internacional consecutivo como pareja de guardametas de los Hispanos, tras el Campeonato del Mundo de 2017 y el Europeo de 2018. A la espera del rol que les conceda la competición y Jordi Ribera (en el debut ante Barhéin se repartieron una parte cada uno), el antecedente más cercano, el oro continental de hace un año en Croacia, situó a Pérez de Vargas como el portero de referencia. Hasta que se lesionó en el último partido de la segunda fase ante Alemania y fue sustituido por Arpad Sterbik, crucial en la final contra Suecia. Sin embargo, en ese momento crítico emergió Rodrigo Corrales, el día de su cumpleaños precisamente. Lastimado de la rodilla el toledano, su compañero se hizo cargo de la portería española antes del descanso contra el conjunto germano y cerró su actuación, y sus dominios, con un 37% de paradas (10 de 27 lanzamientos).

Todo cabeza y todo talento

“Son dos estilos diferentes”, comenta José Javier Hombrados, campeón del mundo y doble medallista olímpico. El barcelonista, con su 1,90m, una altura no excesiva para un guardameta, es más reflexivo. El parisino, con sus 2,02m, más físico. “Pérez de Vargas analiza mucho al jugador, es de los inteligentes. Desde joven ya llamaba la atención por su tranquilidad y saca el 150% de rendimiento a sus condiciones”, explica. “Es como si viera los lanzamientos en slow motion”, añade Toni Gerona, que entrenó a ambos. “Corrales tiene una envergadura perfecta para su puesto. Talento puro”, apunta Hombrados. “Se complementan bien, están entre los mejores del Mundial”, afirmaba el exportero y actual director deportivo de la sección azulgrana David Barrufet esta semana en una entrevista en EL PAÍS.

Fuera de la pista, el gallego, un políglota (habla siete idiomas) que tiene aparcada la carrera de Periodismo, es “más despistado y dicharachero”, según Gerona. El toledano, “más cerebral y serio”. “Siempre se han llevado bien. Han sido más que compañeros, se han ayudado en los momentos malos”, subraya.

Su puesto es, posiblemente, el más simbólico en la selección. Tres de los cuatro jugadores con más internacionalidades son guardametas: Barrufet, con 280; Hombrados, con 262; y Lorenzo Rico, con 245. En medio solo se cuela el capitán actual, Raúl Entrerríos, con 246. Pérez de Vargas, debutante en 2012, acumula 91 partidos tras el disputado este viernes contra Bahréin, y en la vitrina de su salón cuelgan un oro, una plata y un bronce europeos. Corrales, que se estrenó en 2014, cuenta 51 encuentros y el pasado enero logró su primera medalla, el oro continental. El futuro de España en la cita de Alemania y Dinamarca dependerá en buena medida de estos dos amigos y excompañeros de piso.

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