Bautista: buen compañero, buen modelo
Desde 2016, Roberto ha pasado por vicisitudes muy duras en el plano familiar. Sin embargo, nadie ha dejado de ver al tenista entregado, luchador y ejemplar por su compromiso
No es ningún secreto la preocupación que han tenido los dirigentes del tenis mundial respecto al relevo generacional en los últimos tiempos. El enorme predominio de los cuatro tenistas que han acaparado los títulos los últimos 10 años les hicieron temer una falta de interés del espectador por la nueva hornada, que no parecía tener el ímpetu suficiente para convertirse en desafiantes rivales.
En 2017 se disputó, por primera vez, la Next Gen ATP Finals, el torneo que se disputa en Milán a final de año y al que acceden los ocho mejores tenistas menores de 21 años. Esta iniciativa y distintos esfuerzos para promocionar la imagen de los jugadores más jóvenes se han hecho, entiendo yo, para solventar ese temido hueco y el consiguiente efecto negativo para nuestro deporte.
Ha transcurrido el primer tercio del Open de Australia y presumo que tanto los dirigentes como los aficionados, en general, deben empezar a respirar tranquilos. Mientras escribo esto, nueve de los jugadores que siguen en liza en el cuadro masculino tienen menos de 22 años. Alexander Zverev, Karen Khachanov, Borna Coric, Stefanos Tsitsipas, Denis Shapovalov y Alex de Miñaur son algunos de ellos y los que con fuerza creciente vienen reclamando protagonismo en los últimos tiempos.
La suerte ha querido que los dos últimos de los mencionados, que son los dos más jóvenes con tan solo 19 años, se enfrenten al número uno y al número dos. Es verdad que Rafael y Novak siguen siendo favoritos en sus respectivos enfrentamientos, pero creo también que estamos ante el preludio de un año muy interesante en el que veremos su irrupción definitiva.
Garbiñe Muguruza acaba de pasar a tercera ronda en un intenso partido contra una nada fácil Johanna Konta. Y junto a ella, y espero que siga siendo así, nos quedan en el cuadro masculino Fernando Verdasco, Pablo Carreño, mi sobrino Rafael y Roberto Bautista, a quien me gustaría dedicarle unas palabras de admiración por varios motivos.
Muy destacable es su victoria en el reciente torneo de Qatar, en el que venció en la final a Thomas Berdych y en la semifinal a Djokovic. Y también lo han sido sus dos primeros partidos en el presente Open, contra Murray y contra Millman, dos intensos maratones que me mantuvieron en vilo hasta el desenlace de ambos encuentros, los dos a su favor y en el quinto set. Ahora espero que supere la tercera ronda en su enfrentamiento contra Khachanov, al que puede poner en apuros con su buena estrategia y, sobre todo, con su golpe plano de derecha, con el que es capaz de complicarle la vida a cualquier rival.
Desde el 2016, año en el que se posicionó en el número 13 de la clasificación ATP, Roberto ha pasado por vicisitudes muy duras en el plano familiar; la peor, desde luego, la pérdida de su madre la semana anterior al último Roland Garros. Nadie ha dejado de ver, sin embargo, al tenista entregado, luchador y ejemplar por su compromiso. Un buen compañero para los que están en el circuito y un buen modelo para esos jóvenes de los que tanto venimos hablando.
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