El ‘jardín’ azul de Federer
El suizo, que aspira a su título 100, suma 96 victorias en Melbourne y supera su plusmarca de triunfos en Wimbledon. Ganador de las dos últimas ediciones, su deficiente rendimiento desde junio plantea dudas
Admirador del juego de Stefan Edberg, Boris Becker o Pete Sampras, no hay mayor referente para Roger Federer que el legendario Rod Laver, hoy día un anciano entrañable de 80 años que en su juventud conquistó 11 grandes –el Grand Slam dos veces, el único que lo ha conseguido– y cinco Copas Davis. Dice Federer que Laver, zurdo y australiano, de Rockhampton, hubiera sido imparable de haber jugado en el tenis actual y que difícilmente él (7-6, 7-6 y 6-3 a Daniel Evans), Rafael Nadal o Novak Djokovic hubieran podido con el gran maestro, quien hace un año zanjaba en este periódico el recurrente debate sobre cuál de los dos es el mejor tenista de todos los tiempos: “Roger, sin duda: ¡Es asombroso!”.
El caso es que Federer, de 37 años, siempre ha sentido especial devoción por Laver y por eso entendió que no había mejor manera de homenajearle que la de concederle su nombre a la exhibición que edificó hace dos años, la Laver Cup. Fue un primer paso porque ayer, contra Evans, le brindó otro. Con su triunfo, Federer inscribió la enésima plusmarca personal, alcanzando las 96 victorias en Melbourne después de 20 participaciones; es decir, más que en ningún otro major, incluido Wimbledon, su jardín, donde el registro marca 95 en otras tantas ediciones. Al suizo, pues, no se le ha visto ganar más partidos en ningún sitio que en la casa del viejo ídolo.
Con 99 títulos, los fans de Federer (entre ellos Laver) consideran que en Australia puede alcanzar los tres dígitos, pero al mismo tiempo perciben con angustia el paso del tiempo y algunos indicios de que al de Basilea se le puede estar acabando la mecha. “Aún no sé cuándo ni dónde retirarme, pero sé que está muy cerca”, deslizó en el canal CNN justo antes de afrontar el torneo, “pero mientras tenga salud y siga divirtiéndome, continuaré. Todavía queda un poco de Roger, de momento”, precisó acto seguido el de Basilea, que en la segunda mitad del curso pasado ofreció algunos indicios inquietantes que algunos interpretan como la fase crepuscular.
En enero revalidó el título en Melbourne, pero luego, pese a intervenir a la carta, se desinfló en Wimbledon –caída en cuartos, contra Kevin Anderson, habiendo ido dos sets arriba–, se ahogó en los octavos de Nueva York –contra John Millman, entonces 55 del mundo– y también se trastabilló en el Masters de Londres. Sin embargo, ahora dice sentir buenas sensaciones después de completar una buena pretemporada y brillar en la Copa Hopman, en la que retuvo el trofeo para Suiza junto a Belinda Bencic y de paso estableció un récord al sumar su tercer triunfo tras los de 2001 (con Martina Hingis) y 2018.
Crítica a las pelotas: “Son muy lentas”
“Nunca me he divertido tanto en el circuito como ahora. Mi objetivo siempre fue jugar el máximo tiempo posible y lo sigue siendo ahora”, dijo hace unos días el campeón de 20 Grand Slams; “el año pasado empecé muy bien y espero que vuelva a suceder. Espero poder mantener el nivel durante todo el año. La segunda mitad no fue brillante, pero sí consistente, y sé que la clave es estar preparado mentalmente cuando lleguen las grandes citas”.
En su última actuación, Evans le exigió más de lo previsto. En cualquier caso la solventó y se citó con el joven Taylor Fritz, a priori otro examen complicado en tanto que el norteamericano despachó a Gael Monfils y parece estar en forma. Antes de abandonar las instalaciones, Federer envió un mensaje a la organización, al considerar que las pelotas son mejorables. “Son muy lentas, por la noche es difícil moverlas, aunque también creo que han hecho un gran trabajo para acelerar las pistas”, observó. Una de ellas, la central, exhibe en uno de los costados el nombre de su referente y amigo Rod (Laver Arena), que en un futuro muy cercano desea ver la imagen: a Federer celebrando los 100.
AUSTRALIA, COTO DE FEDERER, DJOKOVIC Y NADAL
Como en el túnel de vestuarios de Anfield Road, por el que los jugadores del Liverpool descienden en dirección al césped y tocan una placa en la que se lee This is Anfield, Rafael Nadal corrigió levemente la marcha mientras accedía a la pista central para tocar un cartel con su nombre. Después exhibió su derecha frente a Matthew Ebden (6-3, 6-2 y 6-2, en 1h 56m) y firmó su victoria número 57 en Melbourne, dejando atrás al sueco Stefan Edberg. De este modo, él, Federer (96) y Djokovic (62) copan el podio de triunfos del major que abre tradicionalmente la temporada.
No obstante, el dominio de los tres se extiende también a los Grand Slams, ya que figuran en las tres primeras posiciones con las 341 victorias del suizo, 159 del serbio y 249 del español, que confía en poder prorrogar su carrera. “Después de las lesiones, cada día es para mí una prueba”, expresó Nadal ante los enviados especiales a Melbourne. “No sé si duraré dos, tres o cuatro años más, pero aún estoy motivado”, siguió. “Nos estamos haciendo viejos, así que si quiero seguir en el circuito hay que hacer cambios. Yo tengo que mejorar mi saque y el saber que después de años todavía puedo mejorar me mantiene vivo”, concluyó.
Posteriormente elogió a su próximo rival, Alex de Miñaur, que le correspondió: “Jugar contra Rafa siempre es especial. Ya jugué contra él en Londres y espero estar más relajado esta vez. Él ha conseguido cosas increíbles por el tenis. Será divertido competir contra él otra vez”.
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