Nadal y el ‘virus’ del cemento
El mallorquín ha renunciado o ha abandonado en 16 de los últimos 17 torneos en pista dura, la superficie que más ha castigado su cuerpo. De las nueve retiradas de su carrera, ocho fueron en este tipo de marco
Sin miramientos ni enredos, sino con firmeza y convicción, como si el lapso de tiempo transcurrido del 7 de septiembre (fecha oficial de su última lesión, en Nueva York) hasta ahora hubiese sido tan solo un mal sueño, Rafael Nadal regresó oficialmente a la pista y cumplió. Después de cuatro meses de ausencia forzada, el mallorquín reapareció en Melbourne y despachó de manera funcionarial al australiano James Duckworth (6-4, 6-3 y 7-5, en 2h 15m), quien a falta de currículo y estatus (238 del mundo) propuso un ejercicio de osadía que no intimidó lo más mínimo al balear, muy centrado, serio y concluyente.
Nadal disfrutó de una bienvenida amable, ensayó con acierto su nuevo servicio –así lo reflejan los porcentajes y la naturalidad del movimiento– y fue afilando los golpes antes de encontrarse en la segunda estación del torneo con otro aussie, Matthew Ebden, el 48 en el listado. A mediodía, Nadal disfrutó del cálido recibimiento en Australia, donde el desafío va mucho más allá de si logra ganar el trofeo o no, o de la ronda que alcance. Castigado como está de las rodillas, su principal mal endémico, el número dos asume un reto soterrado: independientemente de hasta dónde llegue o lo que pueda hacer, enfila la meta de terminar el torneo sano.
Tradicionalmente, la relación de Nadal con las superficies duras ha sido compleja. De las nueve retiradas de su carrera, ocho corresponden a este tipo de pista, especialmente hostil con las articulaciones. Por orden: Auckland 2005, Sídney 2007, Cincinnati 2007, París-Bercy 2008, Melbourne 2010, Miami 2016, Melbourne 2018 y el US Open de este último año. La de Queen’s, sobre hierba, es la única excepción.
Las rodillas y el físico de Nadal sufren sobremanera en el cemento, una virulenta amenaza que de una forma u otra (bien por abandonos o renuncias) se ha cebado con él durante las dos últimas temporadas. En concreto, el de Manacor ha tenido contratiempos en 16 de las últimas 17 citas. Entre todo el infortunio, solo un oasis: el triunfo en Toronto del curso pasado, en agosto. Desde que cerró Shanghái, el 15 de octubre de 2017, declinó participar en 11 eventos, no disputó el tercer y cuarto puesto de la exhibición de Abu Dabi y se tuvo que retirar de cuatro: Bercy y el Masters de 2017, y Australia y el US Open de 2018.
El recuerdo del año pasado aún está fresco. Nadal abandonó la pista Rod Laver caminando a duras penas, cojeando porque durante el duelo de cuartos contra Marin Cilic hizo una arrancada para cazar una bola corta y el psoas ilíaco de su costado derecho quebró. Ayer regresó al mismo escenario con cautela y aparentemente apto para competir en las dos próximas semanas. Terminó satisfecho y valoró positivamente su actuación, sellada con solo 11 errores no forzados. “No es fácil regresar después de tantos meses de inactividad y, sobre todo, ante un rival tan agresivo”, señaló. “Él ha jugado con mucha determinación y ha sido difícil coger ritmo”, añadió el número dos.
En 2019, la hoja de ruta de Nadal marcaba de antemano 11 torneos en dura. En la exhibición Abu Dabi decidió no forzar y luego no acudió a Brisbane, porque la distensión en el muslo izquierdo persistía. La primera parada es Melbourne y posteriormente, si nada se tuerce debería participar en Indian Wells y Miami, antes de desfilar por Acapulco en febrero y de la gira veraniega en Canadá, Cincinnati y Nueva York. En el tramo final están marcados Shanghái y París-Bercy, y de transcurrir el año en condiciones normales disputaría dos extras: la Copa Davis, en la Caja Mágica de Madrid (adaptada a superficie rápida) y la Copa de Maestros de Londres.
EL DILEMA DE MURRAY: PAUSA O QUIRÓFANO (OTRA VEZ)
En una jornada de apertura en la que se despidieron dos representantes en el cuadro femenino, Sara Sorribes (6-3 y 6-2 con Anett Kontaveit) y Paula Badosa (6-4 y 6-2 frente a Kimberly Birrel), el fotograma emotivo lo protagonizó el británico Andy Murray, derrotado por Roberto Bautista (6-4, 6-4, 6-7, 6-7 y 6-2).
En la antesala del torneo, el escocés ya adelantó que colgará la raqueta este año, a poder ser en Wimbledon. Y, de momento, dijo adiós a Melbourne con la voz entrecortada. “Aún no sé si este ha sido él último partido de mi carrera”, expuso. “Pero si lo fue, sería una forma brillante de terminar. Lo di todo y competí mejor de lo que pensaba”, valoró Murray, de 31 años y que hace uno se operó de la cadera izquierda sin el éxito deseado para seguir al máximo nivel.
"Descansar los próximos cuatro meses y ver si puedo jugar en Wimbledon, o bien volver a operarme para mejorar mi calidad de vida; entonces, tratar de volver en Londres quizá no sería la mejor decisión", razonó antes de incidir que en que hoy día le puede el dolor: "Ahora mismo, pasear a mis perros o jugar al fútbol con mis amigos es lo peor que podría hacer".
Respetado y admirado por todo el mundo del tenis, el escocés recibió también el elogio del sueco Mats Wilander, exnúmero uno y ahora una de las grandes referencias en el análisis, a través del canal Eurosport: "Murray ha trabajado mucho y el cuerpo en muchas ocasiones necesita un descanso antes de que sea demasiado tarde. Ojalá la seriedad, profesionalidad y sobre todo la mentalidad de Andy contagie a las nuevas generaciones".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.