Canadá gana a Estados Unidos la ‘guerra del hockey’ para disgusto de Trump
El combinado de jugadores canadienses de la NHL se impone 3-2 al estadounidense en la prórroga de una final de alta tensión nacionalista en Boston
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
La victoria de Argentina contra Inglaterra en el Mundial de fútbol de 1986, cuatro años después de la Guerra de las Malvinas. El triunfo del estadounidense Bobby Fischer contra el ruso Boris Spassky en el Mundial de ajedrez de 1972, en plena Guerra Fría. Las medallas de oro de Jesse Owens en los Juegos Olímpicos de Berlín en la Alemania nazi de 1936. La Copa del Mundo de Rugby ganada por la Sudáfrica de Nelson Mandela en 1995. El Milagro sobre hielo, cuando Estados Unidos ganó el oro de hockey de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1980 frente a la Unión Soviética. El deporte y la política cruzan con frecuencia sus caminos. Este jueves, en un partido de alta tensión, Canadá ganó a Estados Unidos algo más que una final de hockey sobre hielo. La victoria en el torneo Cuatro Naciones de la NFL es para los canadienses una reafirmación nacional.
El encargado de sembrar cizaña ha sido, cómo no, Donald Trump. El presidente de Estados Unidos no ha dejado de ejercer de vecino abusón desde que asumió el cargo el pasado 20 de enero, decretando aranceles contra los productos canadienses, asegurando que no necesita nada de su aliado, lanzando bulos y fantaseando con la idea de anexionar al país. Trump ha despertado un nacionalismo dormido en Canadá, que vive el hockey sobre hielo como el deporte nacional y que se ha topado con un torneo que le venía que ni pintado para apelar al orgullo patrio.
Este jueves por la mañana, Trump llamó al equipo estadounidense para desearle suerte, según tuiteó USA Hockey, la federación y había anunciado el propio presidente. “Esta mañana llamaré a nuestro GRAN equipo de hockey americano para animarlos a que ganen esta noche contra Canadá, que (...) algún día, quizá pronto, se convertirá en nuestro querido y muy importante 51º estado. Esta noche hablaré ante los gobernadores en Washington D. C. y, por desgracia, no podré asistir. Pero todos estaremos atentos, y si el gobernador Trudeau quiere unirse a nosotros, será más que bienvenido. Buena suerte a todos y que tengan un GRAN partido esta noche. ¡Qué emocionante!”, escribió Trump.
Llamar “gobernador” al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, es una forma de trolearle. El canadiense también se tomó el partido como una cuestión de Estado: “Nos jugamos el todo por el todo”, tuiteó Trudeau cuando iba a empezar la final, dejando espacio para una lectura más allá de la deportiva. Y cuando los canadienses lograron la victoria, lo celebró enseguida: “No podéis haceros con nuestro país y no podéis haceros con nuestro deporte”.
Un torneo peculiar
La Liga Nacional de Hockey (NHL) nació compuesta por cuatro clubes canadienses antes de cruzar la frontera y convertirse en una competición conjunta entre equipos de ambos países. En la actualidad hay 25 equipos de Estados Unidos y siete de Canadá en liga profesional norteamericana de hockey sobre hielo, por más que se siga llamando “nacional”. A estas alturas de la temporada se solía jugar el Partido de las Estrellas, pero este año la NHL se ha sacado de la manga una peculiar competición nueva: el Cuatro Naciones, algo parecido a un torneo de selecciones.
La han disputado cuatro combinados compuestos por los jugadores de la NHL de Canadá, Finlandia, Estados Unidos y Suecia. No eran en puridad selecciones nacionales porque quedan excluidos los jugadores de otra ligas. Fue una iniciativa ocasional que acompañó al anuncio de que los jugadores de la NHL podrán participar en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026 y 2030, tras haber estado ausentes en 2018 y 2022. Nadie podía imaginar hace un año que la final llegaría en un clima de nacionalismo exacerbado.
El torneo Cuatro Naciones se ha disputado con el formato de liguilla a una sola vuelta para terminar con la final de este jueves entre los dos primeros clasificados. Estados Unidos y Canadá se enfrentaron en el TD Garden de Boston (Massachusetts), el estadio de los Celtics de baloncesto y de los Bruins de hockey, ante unos 18.000 espectadores.

Puñetazos y cambio de himno
El partido llegaba precedido por el duelo de la liguilla entre ambos equipos, en el que hubo tres peleas ―a puñetazo limpio― entre los jugadores de uno y otro equipo en los primeros nueve segundos de partido. Ese día, en Montreal, los hinchas locales abuchearon el himno estadounidense con ganas. Este jueves, en Boston, algunos pagaron a Canadá con la misma moneda. La cantante Chantal Kreviazuk, que interpretó el himno nacional, O Canada, modificó levemente la letra en un giro de reafirmación patriótica.
Aunque había bastantes aficionados canadienses en el TD Garden, el clamor de U-S-A se imponía entre el público. Desde el principio fue un partido muy físico, jugado de poder a poder, con alta intensidad y sin un dominador claro. El violento comienzo de Montreal no se repitió, aunque el intercambio de golpes es parte del espectáculo en este deporte.
Gol de oro
No habían pasado cinco minutos desde que la pastilla se puso en movimiento, cuando el canadiense Nathan McKinnon, estrella de los Avalanche de Colorado, encontró un hueco imposible para colar el disco por la escuadra estadounidense y silenció por momentos la grada. Brady Tkachuk, de los Ottawa Senators, logró el empate en un despiste defensivo de los canadienses a falta de poco más de tres minutos para el final del primer parcial.
En el segundo tercio de 20 minutos, Jake Sanderson, también de los Senators, aprovechó un forcejeo para hacerse con un disco suelto ante la portería canadiense y adelantar a Estados Unidos. Canadá respondió con un bonito contraataque culminado por Sam Bennet, jugador de los Florida Panthers.
Se llegaba al tercer tiempo con el empate en el marcador y los precedentes recientes señalaban como favorito a Estados Unidos, que estaba terminando más en forma los partidos. Los estadounidenses desaprovecharon alguna ocasión clara. Entre la falta de puntería de los atacantes y el acierto de los porteros, el marcador no se movió en el último tercio, de modo que se llegó al final con empate (2-2). Para completar la paradoja del enfrentamiento nacionalista, por parte de Canadá habían marcado dos jugadores de equipos profesionales estadounidenses y por parte de Estados Unidos, dos miembros de un equipo canadiense de la NHL.
En el tiempo extra jugaban cinco contra cinco (en lugar de seis contra seis), lo que abre más huecos en defensa. Regía la regla del gol de oro, así que no había margen de error y sí mucho miedo a perder. Cada equipo tuvo sus opciones, incluidos algunos mano a mano de infarto. La pastilla merodeaba ambas porterías, especialmente la canadiense, donde el guardameta Jordan Binnington se erigía en el héroe. Finalmente, pasados ocho minutos de la prórroga, Connor McDavid logró para los canadienses el gol de la victoria.
Desde la independencia de Canadá de 1867, los dos países norteamericanos han vivido una vecindad casi ejemplar, con incidentes aislados y lejanos. Antes, bajo la dominación británica, el último enfrentamiento fronterizo fue la mal llamada Guerra del Cerdo de 1859 (mal llamada por lo de guerra, no por lo del cerdo, su única víctima), decidida luego en un arbitraje en favor de Estados Unidos. La victoria en la guerra del hockey se la llevó este jueves Canadá. Si eso afectará a los aranceles y a la guerra comercial, ya es otra historia.
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