_
_
_
_
ALIENACIÓN INDEBIDA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Dembélé: un problema virtual

El francés no es el primer futbolista de la historia con un desapego patológico por el régimen interno que suele ordenar cualquier vestuario profesional

Rafa Cabeleira
Dembélé, durante el partido ante el Tottenham.
Dembélé, durante el partido ante el Tottenham.LLUIS GENE (AFP)

En un partido entre el Cádiz y el Fútbol Club Barcelona le confesó Johan Cruyff a Héctor Veira que ‘Mágico’ González era uno de los cinco mejores futbolistas que él había visto jugar en la Liga española, o eso cuenta el argentino cada vez que alguien le pregunta por el talento desorbitado del salvadoreño. “Eso sí”, advierte casi de inmediato. ”Ponías el entrenamiento para las diez de la mañana y él aparecía a las once. Al día siguiente lo cambiabas para las once y aparecía a la una… ¡No se despertaba nunca!”. Era la cara B de un futbolista tan excepcional dentro como fuera del campo, quizás el más significativo entre la prolongada estirpe de insubordinados que aparecen cada cierto tiempo para poner a prueba la paciencia de sus compañeros, entrenadores, clubes y aficionados.

Más información
Dembélé despierta en el Camp Nou
Golazo de Valverde con Dembélé

Ousmane Dembélé no es el primer futbolista de la historia con un desapego patológico por el régimen interno que suele ordenar cualquier vestuario profesional, ni siquiera es el primero en la historia de un club que ha visto transitar por sus filas a personajes tan particulares como Garchitorena, Biosca, Maradona, Romario o Ronaldinho. Unos se negaban a jugar en campos embarrados para no marcharse el uniforme, otros alternaban más de lo estrictamente necesario, algunos bebían y fumaban en cantidades industriales y muchos de ellos, casi todos, vivieron a pierna cambiada el sueño de ser futbolista: resucitaban cada noche, como los vampiros del cine y la literatura, para dejarse morir al despuntar el día.

Llama la atención en el centelleante extremo su condición de millennial, de muchacho con vicios actuales y costumbres muy distintas a las de sus antecesores en el sindicato de la legaña. No consta en el club que los bares y discotecas formen parte de su hábitat natural pero sí se ha filtrado su apego a los videojuegos, a la pizza y a la vida enclaustrada. Sin apenas percatarnos del movimiento perpetuo del mundo, Dembélé nos ha empujado de cabeza hacia una nueva realidad con la que nadie contaba y que pone de manifiesto, una vez más, la capacidad del fútbol para mostrarnos la vida misma a través de sus protagonistas: bienvenidos a la cultura del calavera virtual.

Para tratar de reconducir los malos hábitos de ‘Mágico’ González cuenta Veira que llegó a regalarle un despertador gigantesco con la figura del pato Donald, él que todavía hoy aboga por cubrir el sol con un toldo. “Lo conectamos en el entrenamiento para ver si funcionaba y aquello montaba un quilombo bárbaro: ¡parecía Irak!”, explica el Bambino en los platós de televisión por un módico precio. Al día siguiente, al ver que ni siquiera por esas se presentaba puntual su futbolista, optó el técnico por ir a buscarlo a casa acompañado de un grupo flamenco con su correspondiente cuerpo de baile. “Me levanto porque me gusta la música”, concedió el salvadoreño. Se entrenaba poco, se entrenaba mal pero jugaba como los ángeles aquel Jorge Alberto González.

Esa parece ser la disyuntiva a la que se enfrenta el Barça con Dembélé, que contra el Tottenham volvió a dejar muestras de su especial naturaleza sobre el campo: decidir si pesan más sus defectos que sus virtudes, calibrar si es un futbolista que juega rematadamente bien o simplemente un chiquillo que juega demasiado. Sea como fuere, parece que Valverde tiene ante sí un problema virtual.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_