El Tigre que no eligió su jaula de oro
La marcha de Falcao del Atlético al Mónaco reflejó la problemática de los fichajes a través de fondos de inversión
Las lágrimas de Radamel Falcao (Colombia, 32 años) en la rueda de prensa en la que se despidió del Atlético de Madrid en junio de 2013 delataron que no fue el exclusivo dueño de su destino, el Mónaco, por entonces un club recién ascendido a la Lige 1. “Hubiera preferido seguir”, deslizan desde el Atlético, pero las finanzas del club no podían igualar la oferta de 14 millones de euros por temporada que le ofrecía la entidad monegasca. “He pasado por momentos difíciles y alegres desde que me fui. El Atlético pudo lograr una estabilidad como institución que le ha permitido retener a sus grandes figuras, entonces esto no se podía realizar”, respondió ayer Falcao, cinco años después de aquella comparecencia de despedida en la que no hubo preguntas porque su estado emocional no lo aconsejaba. “¿Sintió que no fue su dueño de su destino cuando abandonó el Atlético de Madrid?, le preguntaron. “Vine a hablar del partido, no a hablar del pasado, no me interesa”, zanjó el Tigre, apodo que le colgaron en las categorías inferiores de River Plate tras una brillante actuación. “Vas a salir en el Tigre de la jornada”, le dijo un compañero en referencia a una sección televisiva que se centraba en el mejor jugador de la semana.
El caso de Falcao ha sido puesto como ejemplo en conferencias de expertos que defendían la regularización o la prohibición, en los casos más extremos, de los famosos TPO (Thrird Party Ownership), los fondos de inversión que ayudaban a los clubes a financiar fichajes a cambio de un alto interés y/o de beneficios en un futuro traspaso del jugador. Su llegada al Atlético en junio de 2011 se tejió con la citada ingeniería financiera, prohibida por la FIFA desde 2015.
La dirigencia rojiblanca se apoyó en los TPO para financiar los cerca de 40 millones de euros más siete en variables de la operación que propició su desembarco procedente del Oporto, según informó el club luso a la Comisión del Mercado de Valores lusa. Falcao ha confesado una vez en privado, a alguno de sus excompañeros en el Atlético, y también en público, que no eligió la opción que más podía desear deportivamente. El club rojiblanco ingresó 45 millones de euros del Mónaco, aunque su cláusula era de 60. El Atlético explicó entonces que una parte de la diferencia fue para Falcao como compensación por haber permanecido en el club tras rechazar una oferta el verano anterior a su marcha que el jugador calificó “de un tren que pasa solo una vez en la vida”.
“A veces me da risa cuando la gente me pregunta que por qué no fui para acá o por qué no que quedé allá. He vivido situaciones en las que no he podido vivir lo que he querido, muchísimas veces. Quiero ir a un sitio y al final tengo que ir para otro”, admitió hace un año en una entrevista en la revista Líbero.
En la cima de su carrera y 27 años, Falcao firmó por el Mónaco. El atractivo en ese sorprendente destino para un jugador calificado por entonces por Pep Guardiola como “el mejor jugador del mundo en el área” fue el suculento sueldo, el mecenazgo del magnate ruso Dmitry Rybolovlev, ahora cuestionado, y la promesa de su agente Jorge Mendes de que su estancia en el Principado se reduciría a un año. Mendes ayudó a Rybolovlev, como ya hizo en el Chelsea con Roman Abramovich, a construir un equipo que fuera capaz de competir por los títulos. Falcao fue el estandarte de un proyecto del que también formaron parte James Rodrigues, Joao Moutinho y Ricardo Carvalho, todos representados por el agente luso. Al año de firmar por el Mónaco, y tras superar una lesión de rodilla que le apartó del Mundial de Brasil en 2014, Falcao fue cedido al Manchester United. Allí, apenas contó para Louis Van Gaal.
Para el curso 2015-2016, otra cesión le llevó al Chelsea, donde tampoco brilló. Solo en la campaña 16-17, ya de vuelta en Mónaco, se volvió a ver a ese nueve oportunista e imponente en el juego aéreo. Falcao apadrinó la llegada de Kylian Mbappé y Thomas Lemar a la élite con un campeonato de Liga y unas semifinales de la Champions. Hoy recibirá el homenaje de la hinchada rojiblanca y capitaneará a un equipo plagado de jóvenes. Solo él representa ya lo que pretendió ser el Mónaco.
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