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La vida es dura sin Casemiro

La baja del mediocentro brasileño coloca a Solari ante un problema que sus antecesores no resolvieron

Diego Torres
Casemiro pugna con Reznicek, del Viktoria Pilsen.
Casemiro pugna con Reznicek, del Viktoria Pilsen.FILIP SINGER (EFE)

El 15 de septiembre, al calor de una extraña tarde de bochorno en Bilbao, Julen Lopetegui reunió a la plantilla en el hotel de concentración antes de salir hacia San Mamés y para sorpresa de los presentes anunció que Casemiro sería suplente en favor de Ceballos. A los 45 minutos del partido el entrenador lo vio tan negro que tomó la primera de una serie de decisiones desesperadas. Metió a Casemiro y retiró a Ceballos, pero para entonces las fisuras se volvían socavones. En San Mamés, Lopetegui perdió sus primeros puntos en la Liga y emprendió una caída progresiva después de desafiar una ley que ningún entrenador del Madrid ha podido alterar desde que Xabi Alonso fue traspasado al Bayern en 2014. La norma es sencilla: el equipo no funciona sin Casemiro.

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Ahora el problema corresponde a Santiago Solari. Un esguince en el tobillo derecho dejó a Casemiro fuera de la expedición a Ipurua, el sábado pasado, y Solari no solo perdió su primer partido desde que ocupa el banquillo: el Madrid fue goleado (3-0) después de recibir ocho tiros a puerta, los mismos que le hizo el Barça en el Camp Nou. La defensa es vulnerable si el mediocentro brasileño no protege a los centrales y en Roma las noticias no son más halagüeñas: Casemiro sigue de baja.

La plantilla solo ofrece un recambio natural al mediocentro brasileño. Se trata de Marcos Llorente, tan poco utilizado que en las dos últimas jornadas de Liga ha sido descartado en favor de Fede Valverde. “Hay distintos jugadores que pueden cumplir esa función”, dijo Solari este lunes. “Alguno de los centrales podría situarse como mediocentro; Ceballos lo ha hecho bien, mejor contra el Celta que contra el Eibar; Fede Valverde y Kroos también pueden jugar allí... Y Llorente es, probablemente, el más similar a Casemiro dentro de la plantilla”.

La dificultad de reemplazar a Casemiro, de 26 años, es directamente proporcional a su estatura como especialista. Campeón del Mundo con Brasil en 1994, Mazinho pondera sin titubeos a su sucesor: “Yo veo un jugador imprescindible para el sistema del Madrid. Es un perro guardián y se combina perfectamente con Modric y Kroos. La seguridad que él proporciona es fundamental para un equipo que sube tanto al ataque. Él te arma una línea que corta todos los contragolpes del contrario y con la pelota es muy inteligente. Tiene buen disparo y cabecea bien. ¡Es un todoterreno!”.

Hay jugadores de lucimiento y jugadores que hacen que se luzcan los demás. Los últimos son los que no están cuando los equipos se derrumban. Solari ya comprobó que Casemiro corresponde a esta especie. Su primer gran cambio táctico como entrenador del Madrid se produjo contra el Valladolid en LaLiga, en el minuto 56, cuando sustituyó a Casemiro para introducir a Isco. El equipo se quebró. Solo el gol de rebote que provocó Vinicius salvó al Madrid, que recibió hasta 12 remates.

Donato Gama da Silva, central y mediocentro brasileño del Atlético y del Deportivo en los años 90, observa que su paisano se ha ganado la condición de insustituible: “Casemiro ha mejorado mucho defensivamente. Hoy es un baluarte. Brasil fue eliminado del Mundial cuando Casemiro fue suspendido ante Bélgica”.

Después de cuatro temporadas y media, el balance de partidos ganados con y sin Casemiro es atronador. Con el brasileño el Madrid se impone en más del 70% de los encuentros. Sin él, en menos del 60%.

“Cuando llegó de Brasil sobreactuaba en la intimidación”, dice Raúl Caneda, entrenador español que ha trabajado en LaLiga y en la Premier; “pero en cuanto se empezó a relajar, Casemiro demostró que sabe jugar. No es Rodri ni Busquets pero no la pierde y da continuidad al juego. Está muy bien con balón y tiene la energía necesaria para hacer lo que Kroos y Modric no son capaces de hacer sin la pelota. Un equipo es una construcción ecológica, unas piezas armonizan con otras. Casemiro no es clarividente pero hace que los buenos jueguen mucho mejor”.

Toni Kroos lo dijo en el vestuario en la noche del 1-0 en Mendizorroza, cuando Lopetegui supo que estaba sentenciado. “Yo no soy Casemiro”, avisó, después de que el técnico retirara al brasileño en el minuto 60 y probara con él por delante de los centrales en una apuesta de última instancia que acabó en derrota.

Solari debe inventarse algo nuevo o en Roma el Madrid volverá a quedar expuesto.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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