Atlético - Barcelona: el partido más pobre de LaLiga
Los de Simeone y Valverde firmaron el duelo con menos remates (11) de todo el campeonato
El Atlético y el Barcelona miran hacia arriba en la tabla y contemplan al Sevilla líder. Uno y otro protagonizaron el sábado un partido con más envoltorio táctico y ambiental que juego. Muy alejado de las expectativas de la nómina de jugadores esparcidos por el campo y de los precios establecidos: el triple de lo habitual. Fue una cita para entrenadores. Diego Pablo Simeone y Ernesto Valverde destaparon más sus temores a perder que su ambición por haber dado un golpe de autoridad en el campeonato. El Barcelona tenía la oportunidad de afianzar su liderato y poner más distancia con el Madrid. El Atlético desperdició la ocasión de vestirse de líder, algo que no consigue desde la octava jornada de la temporada 2016-17.
El resultado de tanto rigor táctico y tanta precaución fue el partido con menos remates (11) en todo lo que va de campeonato. Aquellos partidos entre rojiblancos y azulgranas que solían a ser una bacanal de goles y jugados a dos porterías han pasado a la historia desde que Simeone aterrizó en el banquillo madrileño en diciembre de 2011.
El Atlético se quedó ante el Barça en tres disparos, solo uno de ellos entre los tres palos, el cabezazo con el que Diego Costa finiquitó su sequía de 18 partidos ligueros sin marcar. Desde mayo de 2015, en un partido contra el Granada celebrado en el Vicente Calderón (0-0), no se quedaba en ese registró tan pobre.
El Barcelona remató ocho veces, tres de ellas a portería. El concienzudo plan defensivo de Simeone redujo a la mitad el número de remates de los azulgrana, que promedia 17 por partido. Si Messi fue enjaulado, Luis Suárez, también muy vigilado en esa defensa de ayudas pergeñada por el Cholo, se fue sin probar a Oblak.
El Atlético se aseguró de no salir derrotado con uno de esos partidos “muy pensados”, tal y como le gusta describir a Diego Pablo Simeone. Su equipo ejecutó uno de esos duelos en los que no hay movimiento defensivo que no esté medido y cuadriculado. Durante la semana, el entrenador argentino se desgañitó explicando a sus futbolistas cada paso defensivo a dar según la posición del balón y su poseedor. Le preocupaba el juego interior del Barça y se dedicó a taponarlo amontonando jugadores por el centro.
Si el Atlético se pertrechó en su dominio de los espacios en campo propio a través de innumerables ayudas, el Barcelona de Valverde lo hizo asegurando la pelota y blindándose en el medio para evitar las contras con un cuatrivote (Busquets, Sergi Roberto, Arthur, Arturo Vidal), término que le parecía vedado. El Barça dio 755 pases con un 91% de acierto. Durante muchas fases del encuentro, el equipo de Valverde transmitió la sensación de que el cadenaje de pie a pie con la pelota que ejecutaron sus futbolistas estaba más enfocado a no perder el balón que a tratar de hacer daño.
Por su parte, el Atlético ejecutó 251 pases, con un 81% de acierto. La consigna no era solo darle la pelota al Barça, también no arriesgarla jugando por el medio. Sus circuitos de balón casi siempre fueron por los costados en las zonas de riesgo. En ese sentido, la bronca de Griezmann a Rodrigo fue muy significativa tras una pérdida de este mediado el segundo tiempo. La estrella francesa y tercer capitán del equipo, señaló al mediocentro ante la hinchada bajando hasta la frontal del área para recriminarle su intento por jugar en vertical por el centro. Griezmann, un solo remate, y erigido en abanderado del estilo Simeone, no hizo lo mismo cuando las pérdidas fueron de Saúl, de Lemar o Koke. Tampoco se le ha visto esa actitud cuando pesos pesados como Godín también cometen ese tipo de errores.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.