El Barcelona de Pesic se suelta ante un Madrid sin fondo
Kuric y Singleton lideran el triunfo labrado en la insistencia defensiva, el rebote y un final arrollador
El Barcelona de Pesic acabó el clásico al galope y fundió a un Real Madrid (86-69) que se desvaneció en el último tramo y acabó con la sensación que más deseaba evitar: echar de menos al lesionado Sergio Llull. El Barcelona impuso su garra inagotable, su pasión por el rebote, su excelente lectura para acelerar y templar de acuerdo a las necesidades del juego y por unos relevos que no dieron tregua. Cuando no fustigaron Tomic y Singleton, aparecieron Kuric y Oriola, y entremedias, Hanga y Heurtel.
El clásico otoñal llegó en mala hora, precisamente el mismo día que falleció el padre de Navarro y cuando el Palau se aprestaba para rendir tributo a su ídolo, retirado en agosto tras 20 años y la cifra récord de 64 clásicos vistiendo la camiseta azulgrana con el número 11. La fiesta, lógicamente, se suspendió. Pero, como cantaba Freddie Mercury, y apenas el fútbol argentino ha desmentido a medias, el espectáculo debe continuar. El encuentro dirimió el liderato, un honor tangible pero relativo, especialmente cuando se alcanza en noviembre.
BARCELONA, 86; REAL MADRID, 69
Barcelona Lassa: Pangos (7), Kuric (16), Claver (6), Singleton (12), Tomic (7) –equipo inicial-; Séraphin (6), Pau Ribas (0), Hanga (12), Blazic (0), Heurtel (11) y Oriola (9).
Real Madrid: Campazzo (10), Carroll (12), Deck (1), Randolph (8), Tavares (8) –equipo inicial-; Causeur (2), Rudy Fernández (2), Ayón (9), Prepelic (2), Taylor (10) y Felipe Reyes (4).
Parciales: 20-19, 19-17, 24-23 y 23-10.
Árbitros: Hierrezuelo, Manuel y Sánchez. Señalaron una falta antideportiva a Hanga y faltas técnicas a Randolph, Campazzo y Tomic.
Palau Blaugrana. 7.159 espectadores.
El Barcelona buscó con ahínco el doble premio, la victoria y el liderato, deseoso de apuntalar los indicios de recuperación del nivel superior perdido desde la última etapa de Xavi Pascual al frente del equipo. Una tarea para la que no existe mejor horma que el Real Madrid de Pablo Laso, sólido por su eficacia competitiva y por su capacidad para sobreponerse a todas las dificultades, sea el goteo de bajas con dirección a la NBA, o las lesiones de jugadores capitales, en esta ocasión nada menos que la de Sergio Llull.
Los mejores momentos del Madrid se sucedieron en el inicio del segundo, con la segunda unidad en la cancha. La movilidad y eficacia de Ayón, la labor de zapa de Taylor, el oficio de Rudy y Felipe Reyes cristalizaron con llegadas muy nítidas al aro. La defensa del Barcelona se descuadró por dentro y el Madrid llegó a transitar por encima del 80% de efectividad en tiros de dos. El Barcelona reboteó muchísimo más en ataque, pero eso por sí solo no le servía para sobreponerse al tsunami ofensivo del Madrid.
Campazzo creó multitud de ventajas y Tavares y Ayón se relevaron en eficacia cerca del tablero. Se escapó el Madrid (24-33). Pero a partir de ahí, Pesic llamó al orden defensivo a los suyos. El Barcelona eclipsó de golpe al Madrid con un parcial de 15-3 y una sola canasta en juego, aunque extraordinaria de Carroll, en los cinco minutos previos al descanso (39-36). Lanzado por Singleton, Tomic y Hanga e iniciando sus ventajas a partir de las transiciones rápidas, el Barcelona abrió una pequeña brecha (42-36), pero muy escasa en un partido de vaivenes constantes. Fue el momento de Carroll, que superó a Claver en su emparejamiento, mientras que Tavares seguía percutiendo. No hubo tregua. Tan pronto dominaba el Madrid (44-50) como el Barcelona (63-57).
El Madrid perdió pie mediado el último asalto. Se destempló ante la atosigante defensa del Barcelona, perdió seis balones y encajó tres triples de Kuric y uno de Oriola, que además se colgó del aro en otra jugada de contrataque. El Barcelona se instaló en la senda del triunfo (81-64). Su vibrante defensa corrió paralela al descalabro del Madrid, que perdió un montón de balones y acabó rendido, sin respuesta, a merced de la explosividad de Kuric y el colmillo de Oriola. El clásico resultó estimulante para el Barcelona y aleccionador para el Real Madrid.
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