“La gente no va a aceptar de LeBron James nada que no sea el campeonato”
El debut del 'Rey' de la NBA en Los Ángeles con los Lakers revoluciona una ciudad acostumbrada a exigir el máximo de sus equipos
Delante del Staples Center de Los Ángeles hay una serie de estatuas de bronce, ineludibles para los turistas, que dejan claro a quién consideran Los Ángeles Lakers una verdadera leyenda. Están Jerry West, Kareem Abdul-Jabbar, Magic Johnson y Shaquille O’Neal. Por ahora no hay más. Junto a esas estatuas, Alfonso Ruiz, de 85 años, y su esposa Alicia esperaban el sábado por la tarde a que abrieran las puertas del recinto. Vienen al baloncesto desde los años setenta. Los han visto jugar a todos. Este sábado tenían dos entradas para ver el primer partido oficial de los Lakers de Lebron James en su casa, que acabó con derrota de los locales (115-124) pese a los 24 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias que firmó la estrella angelina.
“Queremos el campeonato, por eso lo han traído”, decía Ruiz. “La gente no va a aceptar nada que no sea el campeonato. Pero no creo que lo consiga el primer año”. Esa es la expectativa de un equipo con 16 títulos que lleva ocho años siendo una sombra de lo que fue. Este sábado, el Staples Center se llenó del ambiente de los grandes momentos. Con Magic Johnson en la grada y Jack Nicholson en la pista para ver el principio de una nueva época.
A los 33 años, con 15 temporadas en la NBA, 9 finales y 3 títulos, James viene a Los Ángeles a ponerse al frente de un equipo de millenials para terminar de romper las estadísticas de la competición con la camiseta de baloncesto más glamurosa de Estados Unidos. Una generación de angelinos quiere vivir lo que vivieron sus hermanos mayores con Kobe Bryant y Shaquille O’Neal, o lo que vivieron sus padres con Johnson y Abdul-Jabbar. Como Luis Parra, de 22 años, que venía por primera vez a un partido de su equipo. “Tiene que traernos el campeonato. Tiene cuatro años para hacerlo”.
Ese era el sentimiento de los aficionados en una ciudad que lleva días empapelada con el rostro de la nueva estrella de los Lakers. En el centro de la ciudad hay anuncios gigantes de Coors y de Beats con la imagen de James. Nike tiene una pantalla gigantesca que rodea un edificio entero delante del Staples en la que se proyectaba en bucle el nuevo anuncio de James. Frente a la entrada, los aficionados compraban camisetas con el 23 en puestos abiertos en la calle solo para la ocasión. El sábado no se podía circular por el centro de Los Ángeles y no enterarse de que iba a jugar LeBron.
Con James, los Lakers aspiran a tener por fin una oportunidad de disputarle la victoria en la conferencia Oeste a los Golden State Warriors, un equipo que se espera que empiece a decaer esta temporada después de un lustro asombroso en el que ha ganado cuatro años seguidos. En tres de ellos, ganaron la final NBA. El año que perdieron, fue contra los Cavaliers de LeBron James.
Por la mañana le preguntaron a James qué podía esperar la gente de su primer partido oficial en casa. “Esperen… grandeza”, respondió. No hubo exactamente grandeza en el season opener de James. Contra los Houston Rockets perdieron el segundo partido de la temporada igual que el primero en un encuentro muy entretenido que desgraciadamente será recordado por una pelea a puñetazos entre Rajon Rondo y Chris Paul a la que se sumó Brandon Ingram. Esas serán las imágenes virales del debut de James en Los Ángeles.
El partido iba mucho más allá de los aficionados de siempre. Era un evento global. En los asientos 13 y 14 de la fila A, en sillas plegables a la altura de la pista, se disponían a ver el partido Hyuk Soo-Kwon, de 32 años, y su esposa Myo Shin-Kim, de 30. Habían volado desde Seúl, donde viven, para celebrar su primer aniversario de boda. Visita a Las Vegas, camisetas de James y unos asientos que Soo-Kwon no quiere decir cuánto le han costado. “Es un secreto”, decía señalando a su esposa.
Un rugido envolvió el Staples Center cuando el presentador pronunció el nombre de Lebron James. Miles de camisetas con el número 23 aplaudieron cada balón que tocó James en los primeros cinco minutos. Las pantallas de publicidad mostraron un vídeo en el que se presentaba a James como “un nuevo rey y una nueva promesa de traer el trofeo de NBA de vuelta a Los Ángeles”. Durante la interpretación del himno de Estados Unidos, la cámara enfocó el rostro de James por un momento y los gritos del público aplastaron la canción durante unos segundos.
La llegada de LeBron James ha multiplicado por tres el precio de las entradas para los Lakers. La media para el partido del sábado eran 526,73 dólares en la reventa legal, según una información de Los Angeles Times. ESPN elevaba la cifra a 734 dólares. Alfonso Ruiz tuvo suerte. Compró abonos de temporada antes de que los Lakers ficharan a LeBron. Tiene asientos de 74 dólares y piensa venderlos por 20 dólares más cada partido que no vaya.
En lo alto del Staples lucen los 11 números que los Lakers han retirado de sus camisetas para que nadie vuelva a llevarlos. El sábado comenzó el camino para que algún día el 23 esté ahí. Fuera, aún hay sitio para más estatuas. Como dice Alfonso Ruiz, ese es un honor tan caro que “no se lo dieron a James Worthy”. Los aficionados de los Lakers volverán a llenar el recinto muchas veces esta temporada buscando la “grandeza” prometida por James. Es una leyenda de la NBA. Sus cifras indican que puede llegar a ser el mejor de todos los tiempos. Pero el sábado comenzó, de cero, el camino para ser una leyenda de los Lakers.
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