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La fotografía más icónica de Seve Ballesteros, contada por su autor

El fotógrafo inglés David Cannon rememora la famosa imagen que captó del cántabro celebrando el Open de 1984 en Saint Andrews

Juan Morenilla
Seve celebra su victoria en el Open de 1984.
Seve celebra su victoria en el Open de 1984.David Cannon (Getty)

Era el lugar y el momento. Saint Andrews en la última jornada del Open Británico de 1984, sobre las seis y media de la tarde del domingo 22 de julio. Y era el personaje. Seve Ballesteros pateando para ganar en la cuna del golf su segundo British.

David Cannon era entonces un fotógrafo en los primeros años de su carrera. Había sido golfista amateur, e incluso había jugado con Seve en su club de Leicester en 1976. Desde aquel año, como tantos ingleses, quedó prendado del genio cántabro. Como fotógrafo, le seguía cada jornada. Horas y horas detrás del objetivo esperando el segundo perfecto. Aquel día aguardaba con su cámara Canon F1 N 400mm, con lente F2.8 y un carrete Fuji con 36 fotografías posibles. Seve tenía un putt para la gloria. La bola rodó lenta, trazó una curva, acarició el hoyo y… “¡La metí! ¡La metí!”. Seve estalló de felicidad mientras Cannon apuntaba.

Cuando después reveló su trabajo, ahí estaba. En el fotograma 31 o 32 del carrete. Era la foto. La imagen que hizo inmortal a Seve, el rostro de felicidad y el puño de rabia levantado. El momento que se convertiría en el símbolo de un deportista único, la instantánea más icónica jamás hecha a Severiano Ballesteros. La foto pasó a la historia. Hoy es el símbolo de la Fundación que dirige su hijo Javier y el amuleto motivador para los jugadores europeos de la Copa Ryder. Para Cannon, un instante inolvidable. “Es mi momento favorito en el golf”, recuerda para EL PAÍS el cámara inglés, de 63 años, mientras cubre en Carnoustie su 37ª Open en 37 años como fotógrafo deportivo, 35 de ellos para Getty.

“Tuve la suerte de estar en una posición perfecta, y luego Seve hizo el resto: una alegría increíble, puro placer. Es el mejor momento de mi carrera porque Seve significaba mucho para mí. Era tan especial… Tenía un carisma y un encanto únicos. Su sonrisa nunca será igualada, nunca habrá otra igual. Iluminaba la cámara. Cada día me daba una gran foto. Alegre, triste o enfadado. Cada emoción me proporcionaba una imagen maravillosa. Siempre ha sido mi personaje favorito”, afirma el fotógrafo, que destaca un detalle: Seve nunca llevaba gorra y eso potenciaba su mirada.

Por el objetivo de Cannon han pasado las estrellas. Antes Seve y Greg Norman, luego Tiger Woods, ahora Rory McIlroy... “Pero Seve era diferente a todos. Desde el Open de 1976 en Birkdale siempre fue el favorito para los ingleses, incluso por delante de nuestros campeones. Siempre sentí que tenía un amor verdadero por el golf. Nunca siento que Tiger disfruta realmente de jugar, y es el deportista más determinante que he visto jamás. Seve ponía pasión en todo. Hacía que mucha gente fuera feliz”.

Ambos conectaron desde el primer momento. Se intercambiaban admiración y respeto. Nadie veía a Seve con los mismos ojos que Cannon. Casi todas las grandes fotos de Ballesteros fueron suyas, como esa otra en Royal Lytham en 1988, una combinación de elegancia y furia en el golpeo con un hierro, y otra de Olazabal saltando sobre los hombros de Seve... Solo le quedó una espina, como recuerda en el extraordinario documental que realizó Movistar Golf, captar como hizo su colega Dave Rogers un contraluz bellísimo de Seve y Olazabal en una Ryder...

Considerado el mejor fotógrafo de golf, retratista oficial del equipo europeo de la Ryder, muchos jugadores han crecido con sus fotos. Hoy Cannon ya no conserva aquella cámara, pero recuerda lo difícil que era enfocar manualmente, nada que ver con los miles de disparos que se pueden hacer hoy. “La tecnología lo ha cambiado todo. Ver esa foto de Seve después de un largo proceso de fotografía fue más emocionante que como sería ahora en el mundo digital”, afirma.

La foto está en la casa de la familia Ballesteros en Pedreña. En una alfombra en el salón, en un cuadro con toda la secuencia... “Esta foto es el instante cumbre de mi padre”, recuerda Javier; “lo resume todo. Hay rabia y felicidad. Me acuerdo mucho de ese momento. Mi padre también lo hacía”.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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