Uruguay y Cavani le hacen las maletas a Cristiano
Un doblete del delantero del PSG, que terminó lesionado, acaba con la resistencia de Portugal
Si a las seis de la tarde Messi había hecho las maletas, al poco también las tuvo que hacer Cristiano Ronaldo. En menos de cuatro horas, este Mundial se ha quedado huérfano de los considerados como mejores jugadores del mundo. Con 31 y 33 años, quizá este sea el primer capítulo de su traspaso de poderes. Si a Messi le descabalgó la velocidad de Mbappé, a Cristiano lo hizo la pegada de Cavani, autor de dos goles. La escabechina de la realeza del fútbol mundial es de época. Argentina, dos títulos y favorita antes del torneo, fuera. Alemania, vigente campeona, hace días que llora sus penas en casa. Portugal, campeona de Europa, también está en la lona.
Y cayó impotente, incapaz de superar a una selección que tuvo más sentimiento que juego. Pero con eso, tratándose de Uruguay, es mucho. Se apoyó en los extraordinarios goles de Cavani y luego se dedicó a ser la Uruguay más perrera. Con Godín, Giménez y Cáceres imperiales atrás y con Suárez de maestro de ceremonias, tanto en su batallar con Pepe y Fonte, como en su dominio del arte de arañar segundos y desquiciar al rival.
Cristiano cayó en soledad, su rostro de desesperación durante casi todo el encuentro fue una muestra de lo que ha sido este Mundial para él. Una lucha solitaria por tirar de una selección que no le ha respaldado.
Hay goles que pueden explicar parte de un partido, y el primero de Uruguay fue toda una guía de lo que sucedió. Una jugada colectiva esplendorosa desde la salida de balón hasta que le llegó a Cavani al costado derecho en la zona de tres cuartos. Su patada precisa para el cambio de juego a Luis Suárez fue de escuela. El posterior control de este y su centro al segundo palo fue otra curva maravillosa, por tensa, cerrada y precisa. Allí apareció Cavani, que afeó un tanto la combinación porque su remate, que levantó la escuadra, fue con algo entre el cuello y el hombro. Pero ya se sabe lo que dice el dicho: a Uruguay nunca le sobra nada.
En el otro extremo, Portugal. Cristiano contra todo el entramado defensivo y gremial charrúa. Cristiano, contra un país, contra el peso de una camiseta que es una elegía a lo imposible desde el sentimiento y el esfuerzo. No ha tenido un futbolista que le acompañe en ataque en todo el campeonato. Ni Bernardo Silva, ni Guedes han respondido a las expectativas. Anoche, una vez más convirtieron a su referente en un llanero solitario. Por derecha, por izquierda, por el centro, fue ahogado y frenado. Cuando no era Martín Cáceres, soberbio en la marca, lo crujían entre Godín y Giménez. Se fundió Cristiano y se perdió entre intentos de regates insulsos y centros al área que nunca cazó.
Con la ventaja en el marcador, Uruguay se puso canchera. Y pocas selecciones interpretan mejor ese papel de jugar a que no se juegue a nada. En eso son maestros y Luis Suárez tiene una cátedra. Primero para el cuerpeo con Fonte o con Pepe. Después para rodar por el suelo y simular golpes en la cabeza que fueron en la espalda. Cada choque o cada lance de pierna y cabeza dura fue una pequeña obra de teatro en la que arañar segundos y descomponer a los futbolistas lusos. En ese paisaje se movió todo el primer tiempo desde el gol de Cavani.
La continuación pintaba para más de lo mismo. Uruguay, acantonada en su área, sin más objetivo que desesperar a Portugal. Iba camino de ello hasta que Pepe conectó un soberbio cabezazo a la salida de un saque de esquina tocado en corto y puesto en el corazón del área por Guerreiro. La misma estrategia con la que superaron a Marruecos, pero con los papeles cambiados. Esta vez fue Cristiano el que arrastró a los centrales y Pepe el que reventó a Muslera aprovechando el espacio libre. El primer gol que encajaba Uruguay en el campeonato tuvo que ser a pelota parada. De jugada no ha habido quien lo haya logrado hasta el momento.
El empate le dio vuelo y cierta fluidez a Portugal, pero le duró poco. De una pelota larga, Uruguay rascó el segundo gol. Suárez lo porfió, y le cayó a Betancur. Este habilitó a Cavani que irrumpía por el costado derecho del área. Desde allí vio a Rui Patrício, que había cedido mucho hueco a su izquierda. La rosca fue inalcanzable para el meta luso por su mala colocación. Otra vez el dicho: a Uruguay no le sobra nada. Y otra vez a poner en práctica el arte de que no ocurra nada. Tuvo que marcharse Cavani, tocado por un tirón muscular y entró Stuani. No es lo mismo en términos de la pelota, pero sí lo es en términos de carácter: guerrillero por guerrillero. Una apuesta redoblada con la entrada del Cebolla Rodríguez por Betancur y de Carlos Sánchez por Nández. Mucha defensa, mucha garra, mucha ayuda, mucho sudor, para dejar a Portugal sin media ocasión con la que agobiar a Muslera. Y a Cristiano con las maletas hechas.
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