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Mundial Rusia 2018
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

España prueba el más allá

El alivio de pasar a octavos líder de grupo fue mayor que el riesgo evitado, y no deja atrás ninguno de los problemas que la selección arrastra en el Mundial

Fernando Hierro intenta detener las protestas de Pepe Reina durante el partido contra Marruecos. En vídeo, declaraciones de Isco tras el partido contra Marruecos.Foto: atlas | Vídeo: MARIANA BAZO
David Álvarez

El lunes por la noche España escapó a una pequeña tragedia en una esquina nunca antes explorada de la zona Cesarini. La selección descubrió en Kaliningrado un espacio situado después del minuto 90, claro, pero también más allá de la percepción humana. El VAR ve lo que el ojo no ve. A la angustia del tiempo que se agota propio de la zona Cesarini, se añadió el suspense televisado de la intervención del videoarbitraje. Más aún: al mismo tiempo, más allá también del minuto 90 de otro partido que se jugaba a 2.000 kilómetros, en Saransk, se revisaba algo que había escapado al ojo arbitral y que resultaba decisivo para España. Dos puntos marginales de la zona Cesarini superpuestos. La tragedia a la que escapó la selección era pequeña, en ningún momento estuvo eliminada, pero el sofocón de la incertidumbre descontrolada fue formidable. Tanto, que pareció que España se había salvado de algo mucho más grave, y no solo de terminar segunda de grupo.

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El alivio, mucho mayor que el riesgo evitado, fue también ilusorio. La selección no dejaba atrás ninguna de las circunstancias que la había llevado a ese lugar angustioso. No ha escapado apenas de ninguno de los problemas que exhibe desde el comienzo. Pasado el sofocón nocturno, permanecen los datos. A la selección le han tirado seis veces a puerta y le han marcado cinco goles. No parece que la tiritona de De Gea haya evolucionado. Ni la defensa. Ni el encaje entre los centrales y Busquets. O entre Busquets y alguna pareja en el centro. O la banda por la que flota Silva. O el control que se le fue a Iniesta (¡a Iniesta!) justo antes del primer gol de Marruecos. O el cabezazo delante de Ramos que bien podría haber sido un cabezazo de Ramos. Apenas Diego Costa, un nueve como no acostumbra la Roja, se mueve a menudo en lo que se espera de un nueve, aunque precisamente eso era lo más inesperado. En realidad, el lunes en Kaliningrado España apenas escapó de nada. Si acaso de una zona del cuadro algo más dura (Alemania, Brasil, Francia). La selección sigue atrapada en las mismas redes del primer día de Hierro, cuando recién aterrizado en mitad de la galerna Lopetegui, a solo 48 horas del estreno mundialista contra Portugal, defendía no tocar nada, porque nada daba tiempo a tocar.

Ahora el tiempo ya ha pasado; ha pasado hasta ese punto descubierto más allá de la zona Cesarini y de la percepción humana, y no está claro si Hierro no toca porque sigue creyendo que no hay que tocar o porque el libro de instrucciones se lo llevó Lopetegui y él no ha encontrado otro. Pero todo esto pasó: la selección está en octavos, y no encontrará ya formas más extremas de seguir adelante que las que ha exprimido. Así que ya es el momento de hacer lo que se ha venido anunciando desde que se decía nada había que hacer: olvidar a Lopetegui, porque no sirve ya lo que dejó, nada de lo que imaginó existe.

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Sobre la firma

David Álvarez
Sigue la información del Real Madrid y la selección española en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de la sección de Deportes. Ha cubierto los Juegos Olímpicos, el Mundial de fútbol y la Eurocopa. Antes trabajó en ABC, El Español, ADN, Telemadrid, y La Gaceta de los Negocios. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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