El Nadal indestructible agarra las semifinales
En la reanudación contra Schwartzman, el número uno se recompone y remonta al argentino (4-6, 6-3, 6-2 y 6-2, en 3h 42m) antes de un encuentro frente a Del Potro, primer rival del 'top-10' en esta edición
Como si se tratara de un partido completamente distinto, tanto por las condiciones meteorológicas como sobre todo por la disposición de salida de uno y otro, Rafael Nadal volteó a Diego Schwartzman (4-6, 6-3, 6-2 y 6-2, en 3h 42m) y selló su presencia en las semifinales de Roland Garros. Se reanudó lo que no se pudo cerrar el día anterior por la lluvia y todo cambió. Hoy era el argentino al que le pesaba un quintal la raqueta y el que había perdido la lucidez de ideas, mientras que al número uno le vino de perlas la suspensión. Retornó a su hotel y el sueño le devolvió la clarividencia y la pegada. La tarde previa, a Schwartzman se le había escapado un tren que no pasa dos veces, el de un Nadal aturdido, y se topó con el balear en su modo indestructible.
En una matinal agradable, con sol y calor en París, y un 5-3 y 30-15 favorable al mallorquín en la reanudación del juego, este no perdonó. Se esfumaron las dudas, el mal rato y el agua del jueves, y Nadal ofreció su versión más implacable. La ofensiva fue brutal y se intercambiaron los papeles. Schwartzman salió con un actitud derrotista, anímicamente penalizado por la interrupción de su buen momento en el primer episodio del partido. La angustia se trasladó a su lado. Maldecía el argentino a la lluvia, a esas gotas que le frenaron cuando se había puesto por delante de un Nadal desteñido y fallón; nada que ver, nada, con el que le atropelló en la prolongación.
“Las cosas a veces son así. A veces uno necesita un momento de tensión y también en un momento dado un poquito de suerte como el que tuve yo ayer con el parón. Me sirvió para reflexionar, hacer un lavado de ideas y para quitarme los nervios”, reconoció el de Manacor; “salí con una energía totalmente diferente. Con esa media hora de juego, a nivel psicológico y tenístico, me dio una sensación completamente distinta. Salí mucho más confiado en lo que debía hacer. Ese pequeño cambio transformó por completo su forma de ver el partido y también la mía”.
Como ya ocurriera hace unas semanas en la final de Roma, justo antes de desembarcar en París, el agua rescató al Nadal dominante, con una determinación absoluta y soberbio en la fase defensiva, negando una opción de break tras otra (15/20). En el Foro Itálico el castiga fue Zverev, fuera de combate en el Bois de Boulogne, y esta le correspondió a Schwartzman. En su haber queda, no obstante, haberle arañado un set, el primero que perdía Nadal en Roland Garros desde hace tres años, 1.099 días exactamente; y en su orgullo queda ser uno de los jugadores que más incomoda al número uno, al que por primer vez en todo este torneo le salió un adversario verdaderamente contestón.
El paso atrás del argentino
Con su 1,70 de estatura (tirando más bien hacia abajo…), el bonaerense tiene un mérito terrible por competir en un territorio de gigantes y conseguir replicarle a Nadal. La tarde anterior le nubló durante dos horas, pero en la reanudación perdió el toque y dio un paso atrás. Perdió un punto de valentía y osadía, reculó y Nadal devoró esos metros para ir derritiéndolo en la central. De entrada se hizo con el segundo set, igualó y continuó con la faena; cinco juegos consecutivos, el drive incandescente y Schwartzman cada vez más agarrotado, con menos fe, rendido ante un imposible que solo dos hombres (Soderling en 2009 y Djokovic en 2015) han logrado sortear.
El parón me sirvió para hacer un lavado de ideas. Salí con una energía totalmente diferente
Después, otro parcial en el bolsillo y en el último más carbón para seguir haciendo rodar a la máquina. Eso sí, con un ligero rastro de hollín en la ficha por los 46 errores no forzados que cometió; una cifra que, a su vez, habla muy bien del juego de Schwartzman, que se espoleó solo cuando ya no había remedio, rejoneando en el tramo final. Desde la suspensión por la lluvia, el argentino ganó cuatro juegos: 16-4.
Aplacado, Nadal (32 años) mantuvo la buena costumbre de aterrizar (por undécima ocasión) en las semifinales del grande francés, donde aguarda un cara a cara con otro argentino, Juan Martín del Potro (7-5, 5-7, 6-3 y 7-5 a Marin Cilic). “Saca muy bien y jugará agresivo desde el fondo de la pista. Debo estar preparado para serlo yo también, porque si soy defensivo y no consigo coger iniciativas va a ser muy complicado. Le pega muy fuerte a la pelota y tiene mucha intensidad. Ya ha conseguido grandes victorias este año y es un jugador que tiene un potencial tremendo”, describió.
Por primera vez en esta edición afrontará a un top-10, sin tregua para ninguno porque mañana (15.30, Eurosport y DMax) deberán volver a la arena de la Chatrier. Y ahí abajo, caiga lluvia o haga calor, pase lo que pase, Nadal manda más que nadie.
“¿QUE CRISTIANO TIENE UN CUERPO DE 23 AÑOS? PUES EL MÍO PROBABLEMENTE TENGA CUARENTA Y PICO...”
Durante el turno de atención a los medios, a Nadal se le deslizó que un estudio reciente dice que el futbolista Cristiano Ronaldo, de 33 años, tiene una condición física propia de los 23, y el mallorquín bromeó en la respuesta.
“Pues mi cuerpo probablemente tenga cuarenta y pico, la verdad… Pero sinceramente, ni me preocupa ni pienso en ello; yo me dedico a jugar al tenis y no soy una persona que esté muy pendiente de todas estas cosas, y tampoco creo que se pueda saber la realidad de cuántos años tiene tu cuerpo; al final tendrá los que tenga”, dijo Nadal.
“Yo tengo 32 años recién cumplidos y esto es lo que soy. Soy feliz y acepto mi edad. Intento adaptarme a todo los cambios que el cuerpo va haciendo durante estos años, intentando suplir las cosas que uno pierde por el camino añadiendo otras. He intentado mejorar siempre y lo demás, entrenamiento. Feliz de que Cristiano tenga 23...”, zanjó.
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