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Cecchinato atormenta a Djokovic

El desconocido italiano, que no había ganado un partido en un Grand Slam hasta llegar a París, elimina al serbio (6-3, 7-6, 1-6 y 7-6) y se enfrentará en las semifinales al austriaco Thiem (6-4, 6-2 y 6-1 a Zverev)

Alejandro Ciriza
Cecchinato celebra su triunfo contra Djokovic en París.
Cecchinato celebra su triunfo contra Djokovic en París.Cameron Spencer (Getty)

En el Bois de Boulogne saltan las alarmas cuando cae el sol y Marco Cecchinato revienta la banca. El italiano, desconocido para el gran público hasta ayer, despide un último revés y noquea a Novak Djokovic después de tres horas y media de partido: 6-3, 7-6, 1-6 y 7-6. Se convierte, en un abrir y cerrar de ojos, en el verdugo de uno de los grandes y el primer tenista de su nacionalidad que alcanza las semifinales de un Grand Slam desde hacía 40 años. E Italia, de repente, vuelve al mapa mientras Nole volvió por momentos a ser el Nole volcánico de los viejos tiempos, el tigre que ruge y al que le hierve la sangre; el campeón herido que se vuelve hacia la grada y la ordena callar porque el ruido le ha hecho fallar una derecha en el tie-break y la bola sale despedida por los aires, como un homerunbeisbolero. El despertar y la furia, sin embargo, son insuficientes.

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Cecchinato, de 25 años y sin rastros de gloria en la ficha, se transformó en una tortura con forma de fondista, porque llegó a todo y desquició al serbio. En menos de dos semanas consigue lo que se le había negado en los ocho años previos de carrera y su nombre sale a la luz. Tumba, sucesivamente, a Copil, Trungelliti, Carreño, Goffin y Djokovic, y de este modo sucede a su compatriota Corrado Barazzutti, que en 1978 también alcanzó la penúltima ronda del grande francés. De repente, el jugador de Palermo aparece en París y deslumbra en un duelo eléctrico que comenzó muy bien para él y luego se le torció, amenazando Nole con la remontada. Pero no. El balcánico lo intentó por todos los medios, pero a su derecha todavía le falta pólvora y el italiano corrió y pegó como si fuera él el gigante.

De golpe y porrazo, vence a un histórico que iba poco a poco levantando la cabeza (aunque no del todo rehecho) y pide una cita con el especialista Dominic Thiem, que unas horas antes había despedido a Alexander Zverev (6-4, 6-2 y 6-1, en 1h 50m) y se había postulado otra vez para intentar dar la sorpresa, por tercer año consecutivo en las semifinales. En un abrir y cerrar de ojos, Cecchinato es noticia. Él y sus piernas, las de un correcaminos, irrumpen en el penúltimo escalón del torneo poniendo la puntilla a la cuarta oportunidad de match point. Y Nole, rendido porque delante se topó con un frontón, sin manera de hallar el hueco, finalmente claudica.

“Estoy de vuelta en el vestuario, aquí es donde estoy”, expresó el de Belgrado apenas 10 minutos después de haber caído, cuando uno de los reporteros trataba de animarle diciéndole que su actuación en París es el punto de partida de su retorno. “I don't know, I don't know, I don't know…”, repetía luego, una y otra vez a todas las preguntas que se le planteaban, porque estaba dolido; fastidiado por el hombro derecho, que le molestó durante toda la tarde, y sobre todo por una derrota que solo un mes atrás no hubiera sorprendido tanto. Pero sí ahora, porque estaba levantando el vuelo y Cecchinato no suponía, a priori, la amenaza que fue a posteriori.

Sospechoso de amaños y admirador de Safin

Djokovic reacciona tras fallar un punto contra Cecchinato.
Djokovic reacciona tras fallar un punto contra Cecchinato.GUILLAUME HORCAJUELO (EFE)

“¿Que por qué tengo tatuado el 13 en el brazo? Porque me gustan los tatuajes y el 13 es mi número”, contaba tras el bombazo Cecchinato, que hasta hace 10 días no había ganado nunca un partido en un Grand Slam.

Nacido en Palermo, pero seguidor del Milan y admirador del ruso Marat Safin —campeón este de dos grandes—, el italiano ascenderá del puesto 72 del ranking al 27. No había pistas suyas hasta ayer, o en todo caso las que había no venían por sus éxitos en las pistas. Hace dos años, en julio de 2016, fue acusado de amañar partidos en un challenger de Mohammedia (Marruecos) y uno de dobles en Prostejov (República Checa). Inicialmente fue suspendido 18 meses por la Federación Italiana de Tenis (FIT), aunque luego el castigo se redujo a 12 y al final fue exonerado porque el Comité Olímpico Italiano (CONI) detectó algunas irregularidades durante el proceso.

“Me lo preguntaste el otro día”, le respondió a un periodista. “Me lo preguntaste y te dije que no quería hablar sobre este asunto. Solo quiero pensar en este momento de mi vida, así que la próxima vez: no gracias”, cerró el gran protagonista del día. Hay que remontarse a 1999 para encontrar un semifinalista en París con un perfil tan bajo: fue Andrei Medvered, el 100. Ayer, el flashazo lo dio Cecchinato.

Thiem se postula tumbando a Zverev

Zverev hace un 'willy' durante el partido contra Thiem.
Zverev hace un 'willy' durante el partido contra Thiem.CHRISTOPHE SIMON (AFP)

Antes, el debate sobre quién puede ser el hombre que plante cara a Rafael Nadal en la arena de París despejó otra incógnita, cuando Dominic Thiem derribó a Alexander Zverev (6-4, 6-2 y 6-1, en 1h 50m) y certificó su presencia en las semifinales de Roland Garros por tercer año consecutivo. El austriaco se mantiene en la carrera a costa del joven alemán, tocado de una pierna y que una vez más volvió a suspender la asignatura del Grand Slam: pese a ser el tenista con más proyección del circuito, una realidad en toda regla ya, nunca conseguido ir más allá de los cuartos de final en un major. Ha firmado su mejor recorrido en un gran torneo –el anterior eran los octavos de Wimbledon, el año pasado–, pero el examen de los cinco sets se le sigue resistiendo.

Hay que remontarse a 1999 para encontrar un semifinalista en París con un perfil tan bajo: fue Andrei Medvered, el 100

Mientras, Thiem continúa consolidándose en la arcilla y abriéndose paso en el Bois de Boulogne un año más. En el trayecto se ha dejado tres sets, pero ha eliminado a adversarios correosos como Tsisipas, Nishikori y Zverev, este último mermado por un problema muscular en la parte posterior de la pierna izquierda. Perjudicado, al fin y al cabo, por el desgaste que acumuló en el viaje hacia los cuartos. En las tres rondas previas tuvo que recurrir a las cinco mangas para deshacerse de Lajovic, Dzumhur y Khachanov, y contra Thiem pagó el sobreesfuerzo. Se echó la mano a la pierna pronto y en el segundo set tuvo que ser atendido (y vendado) por el médico.

Guerreó, pero Thiem dominó el pulso con autoridad. Si de por sí su movilidad es más bien deficitaria todavía, la dolencia de la pierna lo limitó más. Y también se equivocó en la estrategia. En lugar de buscar el revés defensivo de Thiem insistió en la derecha y ahí el austriaco tiene un mazo. Inapelable con el servicio (no le cedió ni una vez), no brindó más que dos oportunidades de break y disparó la cifra de errores de su rival hasta los 42 no forzados. Dio, pues, un golpe de autoridad sobre la tierra, en su refugio, puesto que de los 10 títulos que ha celebrado en su carrera, ocho vinieron en esta superficie.

Eliminado Zverev, se despejó un poco más el escenario. El número tres ganó en Múnich y Madrid, y cayó con Nadal en la final de Roma; su adiós abrió paso a Thiem, el único jugador que ha podido derrotar al balear en los dos últimos años sobre arena. El austriaco, de 24 años y número ocho de la ATP, se postula otro año más como la alternativa más sólida a Nadal.

RESULTADOS DEL MARTES 5

CUADRO MASCULINO: Marco Cecchinato, 6-3, 7-6, 1-6 y 7-6 a Novak Djokovic; Dominic Thiem, 6-4, 6-2 y 6-1 a Alexander Zverev.

CUADRO FEMENINO: Madison Keys, 7-6 y 6-4 a Yulia Putintseva; Sloane Stephens, 6-3 y 6-1 a Daria Kasatkina.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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