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Un avión para Marc Márquez, también en Le Mans

La Honda, con más potencia y una mejor aceleración, gana en un circuito en el que no lo hacía desde 2014

Nadia Tronchoni
Marc Márquez, en el podio de Le Mans.
Marc Márquez, en el podio de Le Mans.JEAN-FRANCOIS MONIER (AFP)

Cruzó la meta con más de dos segundos de ventaja. Y se incorporó ligeramente. Quería abrazarla. Acarició una y otra vez la cúpula de su moto. Se había portado tan bien.

El poder de los sueños, dicen ellos. El poder de Honda, significa. La fábrica más poderosa, más potente económicamente, más grande, con mayor y mejor capacidad de reacción. Y con los argumentos que se necesitan para retener al mejor. Así se dibuja la senda victoriosa. Con Marc Márquez en tu equipo. Sin caídas. Sin dramas. Con alguna sanción, vale, consecuencias de contar con un piloto así, irreverente y convencido, como se le vio en Argentina. Y con una velocidad punta como hacía años, como se comprobó en Austin.

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Hace muchos (años) que se sabe qué piloto marca la diferencia en MotoGP, ya lo vimos, también en Jerez. Ocurre que en este tiempo (cuatro títulos mundiales en cinco temporadas) no siempre la máquina acompañó a Márquez como en el paseo que se dio aquel 2014. Después de revolucionar su concepto de motor y pasar algunas penurias, la fábrica japonesa ha vuelto a dar con un producto genial. Tiene la moto. Y al piloto. Así que no queda más que disfrutar del espectáculo. Como este domingo en Le Mans, un escenario que hace tiempo que les recibía con las garras afiladas, un patio en el que solían brillar las Yamaha, un trazado fluido, con muchos cambios de dirección y curvas largas, de los que piden motos ágiles. Y una buena aceleración.

Pero hoy, por fin, la Honda la tiene. Lo tiene casi todo. También una buena entrada a la curva, un buen golpe de gas. Y un motor al que, a diferencia de los últimos años, le sobra potencia. Solo hay que revisar la tabla de velocidades puntas: la encabeza Crutchlow (LCR-Honda), con una media de 309 km/h y una punta de 311. La máquina sigue siendo algo inestable y se mueve con cierto tembleque cuando se buscan los límites, pero también ha mejorado con la incorporación, por fin, de un carenado aerodinámico que incluye unos apéndices laterales que ayudan a mantener el tren delantero en contacto con el asfalto en las aceleraciones. Lo comprobó Márquez en Le Mans, el que la hace temblar más, el que más la lleva al límite. Basta con buscar en la clasificación a las otras Honda. Maestro de los tempos, amo y señor de la estrategia. Superviviente en Le Mans, pese a ser el único en calzar la goma dura atrás. Mucho mérito.

Porque ya se sabía de la imprevisibilidad de este nuevo asfalto del circuito Bugatti, resbaladizo en algunas zonas, peligroso cuando menos te lo esperas; y, especialmente, cuando sopla el aire fresco, como pasó muchas mañanas, o en las primeras vueltas de alguna sesión. Como ocurrió, también, en los primeros giros de esta carrera en la que el sol lució con menos fuerza que durante el fin de semana (18 grados en el ambiente, 34º en el asfalto). No se salvó el hombre del momento, Andrea Dovizioso, tipo fiable donde los haya, poco dado a la precipitación, que ya pensaba en colocarse delante y abrir hueco; ni tampoco se salvó el héroe local, Johann Zarco, henchido de felicidad ante tantas muestras de cariño, confiado desde su privilegiada posición en parrilla: la pole position, y por su historial: no se caía desde el año pasado en Qatar, su debut en MotoGP, y llevaba 21 carreras sumando puntos. Cometió un error cuando rodaba en tercer lugar, ante su público. Y se fue al suelo. Como Dovizioso. Ambos cayeron pocas curvas después de que les adelantaran en la primera chicane, en esas eses que forman las curvas dos, tres y cuatro.

La carrera empezó a cambiar entonces. Tenía el liderato Lorenzo, tan explosivo como siempre, inconsistente sin embargo al cabo de unos giros, cuando su pilotaje parece hacerse incompatible con su Ducati. Aquella primera posición le duró lo que le costó a Márquez alcanzarle. Una maniobra agresiva de Zarco en la primera vuelta descolocó al de Honda, que además vio caerse a Iannone (también) delante de sus narices. Y se pidió calma. Y se vio sexto, de repente. Tras diez giros aprovechó un hueco por el interior de La Chapelle, uno de esos virajes largos de Le Mans, para adelantar al 99. Y ya nadie más se acercó siquiera a hacerle sombra. Porque Lorenzo empezó a perder fuelle rápidamente, Petrucci, con otra Ducati nunca se le aproximó lo suficiente, y a Rossi, tercero entonces tampoco le alcanzó para más con una moto que todavía tiene muchos problemas.

Tampoco se le acercó nadie más porque tras 12 vueltas, prácticamente a mitad de la prueba, Márquez impuso un cambio de ritmo. Y ya no perdió aquel compás maravilloso hasta la última vuelta.

Márquez, Petrucci, Rossi y Miller, en Le Mans.
Márquez, Petrucci, Rossi y Miller, en Le Mans.GONZALO FUENTES (REUTERS)

Su victoria en Le Mans es significativa no tanto por el cómo, sino por los porqués que le aportan contexto. No solo ganó y sumó su tercer triunfo consecutivo —y además sumó su victoria número 38, con lo que iguala a Casey Stoner como quinto piloto con más triunfos en la categoría reina—, con lo que amplía su ventaja al frente de la clasificación, sino que quedó patente la situación de debilidad en la que se encuentran algunos de sus rivales en un circuito en el que, por sus características técnicas, deberían haberse mostrado más competitivos. Caso, por ejemplo, de Viñales, que acabó séptimo con una moto que tiene todavía muchos problemas heredados del 2017 y que, explica él, se hizo a gusto de su compañero Rossi. A él, con un pilotaje más agresivo, le cuesta sacarle rendimiento cuando la pista ofrece poco agarre, como ocurrió este domingo.

Su victoria evidenció su superioridad respecto a otros rivales y otras fábricas con los que se peleaba prácticamente en igualdad de condiciones hace un año. Él siempre marcó la diferencia. Hoy la Honda le ayuda a que la distancia sea todavía más grande.

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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