Le Mans, una prueba de fuego para Yamaha
Johann Zarco aspira a la victoria con una M1 casi igual a la del 2016 mientras Viñales y Rossi siguen clamando por la regularidad perdida el curso pasado
Luce en sol en Le Mans. Y las previsiones dicen que lo seguirá haciendo hasta que el último camión deje el mítico circuito que acoge las 24 horas de resistencia. Y este gran premio de Francia. Al que Johann Zarco llega igualmente feliz, indiferente a las previsiones meteorológicas que alegran el día al resto de nómadas que ocupan este paddock itinerante. Al chico de Cannes le daría igual que cayeran chuzos de punta. Es el héroe local. Y eso no lo cambiará ni la lluvia, tan habitual por estos lares, prevista para el lunes. Ni el frío, tan desagradecido en estas fechas.
Hace años que a este trazado se le puso la etiqueta de circuito Yamaha, porque encajaba mejor con las características de la moto fabricada en Iwata, manejable, dócil, maravillosa en sus curvas fluidas. Los tres últimos años ganó una M1 en Le Mans. Pero nadie tiene muy claro de qué serán capaces esta vez, cuando se cumple un año exacto de la última victoria de Maverick Viñales, en el mismo escenario, o cuando han pasado diez meses desde el último triunfo de una Yamaha en el Mundial: el de Rossi en Assen. Quizá este circuito Bugatti siga siendo apto para las Yamaha. Pero es probable que no brille tanto una M1 oficial, tantos problemas de tracción, tantas dificultades en aceleración, como la satélite de Johann Zarco, más similar a la moto del 2016 que a la del año pasado, básicamente porque se negó a competir con el motor de 2017.
Quizá Francia siga siendo un escenario propicio para las Yamaha. Pero es Zarco quien llega con mentalidad ganadora. Como viene pasando últimamente, por otro lado. Solo que aquí, precisamente, se dan todos los condicionantes para que el francés logre esa ansiada victoria que busca desde que terminó segundo en esta carrera el año pasado, el de su debut en la categoría.
Dicen las estadísticas que Zarco, que llega como segundo clasificado en la general a este gran premio, ha logrado puntuar en las últimas 21 carreras. Además, ha logrado ser la mejor moto independiente en nueve de esas carreras, y el mejor piloto con una Yamaha en ocho. La última vez que el corredor del equipo Tech3 se quedó sin puntos fue en la primera prueba del año pasado, en Qatar, donde se fue al suelo después de liderar durante las seis primeras vueltas en su debut en la categoría.
Ahora, después de cinco podios en MotoGP, el último en Jerez, aspira a la victoria. Y quiere hacerlo en Francia, donde se convertiría en el primer piloto local en ganar una carrera en su país desde que lo lograra Pierre Monneret, en Reims, en 1954. Toda esta presión y atención, afirma, “no lo hace más difícil”. Aunque resopla. Y analiza: “Es más divertido y tengo una motivación extra. Este es un buen circuito para mí y el año pasado la Yamaha funcionó muy bien. La moto es parecida a la del año pasado, así que solo tengo que hacer que funcione igual de bien y hacerlo todo perfecto”.
Y avisa: “Pienso en la victoria y mantendré ese mismo objetivo hasta el domingo”.
Su ambición, su frescura, su decisión, contrastan con el discurso gris de Viñales –“Tengo que encontrar la confianza” – y de Rossi –“De un circuito a otro los neumáticos trabajan distinto, de una semana a otra, todo cambia” –, desesperados ambos por encontrar la regularidad perdida hace poco más de un año.
La situación en el box de Yamaha ayuda al resto a relativizar sus propios problemas. En el caso de Márquez, líder del campeonato, de esos tiene pocos en este inicio del Mundial. Pero si en los últimos años se encontró un trazado que se le atragantó especialmente fue este, el francés, donde siempre acusó la mala aceleración de una Honda muy mejorada este curso. De modo que el debate, esta vez, es diametralmente opuesto: “Ya dije que si iba bien en Jerez, Le Mans y Mugello es que estábamos realmente bien”, dijo. Así que después de ganar en Jerez: “Esta sería la prueba de fuego, aun así, creo que lo es más para las Yamaha que para nosotros”, remató, para trasladar la presión al vecino.
Pedrosa correrá en Le Mans con molestias en la cadera
Cree Dani Pedrosa que su condición física no le afectará en su rendimiento este fin de semana. “La mano ha mejorado mucho. Y he ganado fuerza, que es muy importante aquí, especialmente en zonas como la de la chicane”, explicaba. Ocurre que, además de recuperarse de la fractura de radio que se produjo en la carrera de Argentina (después de que Zarco chocara con él), debe lidiar ahora con ciertos problemas en su cadera. El accidente múltiple que terminó con él volando por los aires en Jerez le dejó una inflamación en la cadera. “Tengo líquido”, concedía. Por el momento, esperará. Porque el proceso para solucionarlo pasa por guardar reposo. Y eso no lo podrá hacer hasta que pase el gran premio de Cataluña y los tests posteriores. “Solo entonces podré tener una semana sin actividad física”. Entre unas cosas y otras, el piloto de Honda no ha tenido una carrera tranquila desde que comenzó el campeonato. Y sigue sin contrato.
Los problemas en el box de Ducati apuntan más a los despachos que a la pista, contento como parece estar incluso Lorenzo con las mejoras experimentadas con una moto capaz de aprovechar mejor el giro en un trazado como el de Jerez. Mientras Dovizioso parece estar muy cerca de renovar su contrato con la casa italiana, el mallorquín tiene demasiadas dudas sobre su futuro. “Para mí sería decepcionante cerrar algo que todavía no se ha terminado. No me he quitado de la cabeza que quiero ganar con esta moto. Estas tres carreras que vienen serán fundamentales”, dijo.
Quienes sí tienen claro su futuro son Alex Rins y Aleix Espargaró. Ambos anunciaron ayer su renovación, el primero con Suzuki y el segundo con Aprilia, un proyecto que le hace especialmente feliz porque, además de ver crecer una moto de la nada le permitirá permanecer en un mismo equipo por vez primera más de dos años.
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