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Roger Federer, de nuevo a sorbos

Al igual que el año pasado, el suizo eludirá la tierra para apostar en firme por su noveno título de Wimbledon. En otro movimiento estratégico, se desmarcará de la competición durante tres meses

Federer devuelve la pelota durante el partido contra Kokkinakis en Crandon Park.
Federer devuelve la pelota durante el partido contra Kokkinakis en Crandon Park.AL BELLO (AFP)
Alejandro Ciriza

En lo que dura un chasquido de dedos, Roger Federer terminó con el runrún y la especulación, con la sugerente idea de verle dos años después disputar un partido sobre arcilla o intentar un asalto a París. “He decidido no disputar la gira de tierra batida”, transmitió el suizo, apeado de Miami por Thanasi Kokkinakis en la primera ronda y, en consecuencia, desbancado por Rafael Nadal como nuevo número uno del mundo. Algo que, en realidad, no le quita el sueño a Federer porque desde hace tiempo se abonó al día a día y tiene un plan tan milimétricamente calculado como improvisado.

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Es decir, su hoja de ruta está muy definida, y marca como punto álgido de su temporada la peregrinación a Wimbledon, su santuario; pero, a su vez, su recorrido anual ha adquirido desde el año pasado un carácter espontáneo, porque al fin y al cabo Federer juega cuando le apetece y sobre todo allí donde puede asestar grandes golpes de efecto. Por esa vía, el de Basilea no contempla la arena de Roland Garros, por mucho que durante las últimas semanas haya deslizado que le gustaría volver a la Chatrier y abriese la posibilidad de un hipotético mano a mano con Nadal en el territorio sagrado del español.

“Por supuesto que me encantaría enfrentarme a Rafa sobre tierra y al mejor de cinco sets. Me gustaría ver qué ocurriría ahora, pero no existe ninguna garantía de que ahora tuviera más opciones de ganarle respecto a hace unos años. Rafa es el mejor sobre de todos los tiempos sobre esa superficie, con un amplio margen sobre el resto”, afirmó hace dos semanas en Indian Wells. A partir de ahí, entonces, el morbo deportivo, mucha opinión externa sobre si le convendría o no participar en la gira de tierra, y mucho debate.

“Yo creo que hoy día Roger podría ganar Roland Garros”, manifestó el director del grande francés, Guy Forget. “En un partido así, si Rafael estuviera en perfecto estado sería el favorito”, contrastaba Toni Nadal en un ejercicio de imaginación estéril, porque no se producirá dicho duelo. Al menos este año, en el que Federer mantiene la fórmula que tan bien le funcionó en 2017, cuando intervino de forma selectiva y completó la mejor temporada de toda su carrera, con 36 años. Ganó dos grandes y otros cinco cetros, e introduciendo algunas variables técnicas y tácticas trazó su mejor juego.

Descansar, reordenarse y corregir

El tenis, pues, se quedará otros tres meses sin el genio, que dicho sea de paso ya había dejado una pista porque no se había inscrito en el listado de Montecarlo, la primera cita sobre polvo de ladrillo. “Debo reordenarme y corregir unas cuantas cosas. Ahora me tomaré un descanso, me alejaré de todo y luego volveré a los entrenamientos”, advirtió en Miami, donde por primera vez desde 2005, después de 109 torneos de categoría Masters 1000, no quedará inscrita ninguna victoria en un partido por parte de un miembro del Big Four; o sea, Federer, Nadal, Novak Djokovic o Andy Murray.

Teóricamente, el suizo reaparecerá a mediados de junio en Stuttgart

Considera Federer que en esta última gira por EE UU le estaba faltando chispa, que le estaba costando más de lo previsto sacar adelante algunos partidos y que regalarse una pausa es otra vez la decisión más sensata. Aunque alcanzó la final y la perdió en el tie-break del tercer set, en Indian Wells no se le vio con la exuberancia de Melbourne ni Rotterdam, y en Miami cedió a la primera, algo que no le sucedía en un Masters 1000 desde que fuera derrotado por el catalán Albert Ramos en Shanghái, hace tres años. Por lo tanto, estima el suizo que lo oportuno es pararse, analizar y afilarse de cara a la hierba.

El caramelo del número uno le ha durado poco más de un mes entre las manos, pero su motivación es bien distinta. Dejó otra muesca histórica al subir a lo más alto del ranking siendo mayor que nadie, pero ahora su objetivo es levantar el trofeo de Wimbledon por novena vez. Entiende que no tiene mayor reto que gestionar correctamente su calendario y por eso frena. Así lo hizo un año atrás y repetirá. En un principio reaparecerá en Stuttgart (11 al 17 de junio) y continuará en Halle (18-24), antes del gran desembarco en el sur de Londres.

Descartada la tierra, sus ojos hoy día ya divisan un solo color: el verde del grande británico. En el plan estratégico de Federer, el All England Tennis Club está por encima de todo. No hay mayor responsabilidad para él que el cuidado de su jardín veraniego. Y en 2018 no será distinto.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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