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Paco Jémez: “Todavía no sé si somos buenos o malos”

El entrenador de Las Palmas explica, siempre directo y sin dobleces, parte de su libreto antes de medirse con el Barcelona

Jordi Quixano
Paco Jémez, durante el pasado partido ante el Leganés.
Paco Jémez, durante el pasado partido ante el Leganés.Javier Lizón (EFE)

Paco Jémez (Las Palmas de Gran Canaria; 47 años) se muestra ante los micros directo, sin ambages, y no hace una excepción la mañana antes de medirse al Barça. “Lo único que no perdonaré a mis jugadores es que sean cobardes”, anuncia. “Si tuviera la fórmula para ganar al Barça, no sería entrenador. La vendería y me haría millonario”, prosigue. Acabada la ronda de preguntas, se mete en un vestuario auxiliar del estadio de Gran Canaria, resopla y se expresa también directo, sin ambages.

Pregunta. Nada más llegar al club, echó a Rémy [y Tanane], el goleador, por llegar tarde dos veces en el primer día. ¿Es así?

Respuesta. A este vestuario le faltaba disciplina. No fue nada personal y no considero haberle echado, sino que no lo quería aquí y se le ha buscado acomodo. No iba a permitir ciertas licencias y menos en el primer día, ¡imagina lo que sería esto a las dos semanas!

P. ¿Conmigo o contra mí?

R. Conmigo o sin mí. No disfruté haciéndolo, pero con todo lo que sabía que había pasado aquí, había que empezar a cambiar. No permito la indisciplina ni faltar al respeto al compañero. Los que no tienen tanto talento pueden llegar al mismo sitio con disciplina. De niño tenía un entrenador en Córdoba que decía: ‘Talento sin disciplina, ruina’. Una verdad como un templo.

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P. Tampoco está en el equipo Viera porque escogió China y el club lo vendió. ¿Se planteó dejar el equipo?

R. Cuando vine, una de las razones era porque estaba él. Las reglas del juego eran unas y ahora, dos meses más tarde, han cambiado. Y si han cambiado, yo también estoy en disposición de cambiar las mías. Pero no lo hago por mis jugadores, por gente que ha venido aquí por mí. También porque la posición del equipo no es la idónea; si fuera otra mejor, posiblemente me iría.

P. El presidente le dijo que no traerían a un recambio porque el mercado estaba cerrado y que usted debería “agudizar el ingenio”.

R. Hay comentarios que ciertas personas se deberían ahorrar. Mi trabajo no es agudizar el ingenio sino hacer otras funciones, como gestionar recursos humanos, porque en esta plantilla eran unos y ahora son otros. Si alguien cree que con ingenio puede salvar a un equipo que ha hecho 11 puntos en una vuelta, le doy mi puesto.

P. Usted dijo que en su equipo quería mercenarios y Viera se marchó por dinero. ¿Hizo bien?

R. Miró por él y su familia, y aparcó los sentimientos. Como todos. Lo que la gente no puede pretender es que uno llegue y al primer día bese el escudo. Eso es una mentira. Por eso dije que quería mercenarios. Puede que suene fuerte la palabra, pero me refería a trabajar por dinero. Si hay uno que lo hace por amor al arte, es un fenómeno. Yo jugué por ganar dinero.

P. ¿Prefiere a un mercenario que a otro que siente la camiseta?

R. No desestimé el sentimentalismo. Las motivaciones se buscan. Quieres luchar por un sentimiento, perfecto. Lo quieres hacer por dinero, perfecto. A mí dame el rendimiento que necesito.

Quieres luchar por un sentimiento, perfecto. Lo quieres hacer por dinero, perfecto. A mí dame el rendimiento que necesito

P. ¿Cree que hay jugadores que se pueden molestar o abrumar por sus mensajes, en ocasiones bruscos?

R. Si no puede gestionar una situación como la de ahora, quizá no es de primer nivel. En un vestuario no puedes tratar a todos igual, pero sí con el mismo respeto. Y, por otro lado, no suelo dar mensajes en la prensa que no haya dado antes al jugador. Soy una persona muy clara y no me gustan las dobleces.

P. ¿Antes muerto que callado?

R. Vivimos en un país donde cada uno puede dar su opinión sin miedo a represalias ni nada. O eso queremos pensar. Intento ser respetuoso, pero algunas veces las cosas se van más allá de donde uno quiere. A veces me digo: ‘Cállate’. Pero no puedo.

P. ¿Siente que va a contracorriente?

R. No creo ir en dirección prohibida. Pero creo que ser distinto es bueno. A veces, cuando buscas a un jugador no quieres que sea el mejor sino distinto, que tenga algo que no tenga el resto.

P. En lo deportivo, ha puesto al equipo solo un punto por debajo de la zona de la quema. ¿Está satisfecho?

R. En cuanto a resultados, sí. En juego, no. Hemos cambiado en aspectos y esfuerzo, en tener mejores criterios para defender. Pero en ataque no hemos encontrado el equilibrio. Debemos generar más. Nos falta un poco de imaginación y mucho de valentía. Quiero que nos equivoquemos porque eso significa que lo intentamos. Y eso es lo que nos falta.

Le veo en rueda de prensa y me digo: ‘Quiero ser como Valverde

P. ¿El qué?

R. Intentarlo. El otro día leí a los jugadores una frase de El Quijote: ‘Sábete, querido Sancho, que no hay hombres mejores que otros sino hombres que hacen más que otros’. Y nos falta hacer. Por eso no sé si somos buenos o malos. Es frustrante.

P. Quizá el Barcelona no es el mejor rival para saberlo…

R. No es buen rival para nadie. La gente se deja llevar por la ilusión y aunque me guste que piensen así, no es real. A mí nadie me dice por la calle. ‘¡A ver si perdemos por poco contra el Barça!’. No, no. Me dicen que a ver si les ganamos. Pero hay que pararse a pensar en qué tenemos nosotros y qué tienen ellos…

P. Quizá no juegan Messi ni Luis Suárez… ¿Lo prefiere?

R. La parte romántica dice que es mejor ganar a los mejores. Pero si puedo elegir, que no jueguen. El Barça sin ellos no es el mismo equipo. Es la mejor pareja del mundo, la más acoplada y letal. De todas formas, Valverde pondrá un equipo para intentar ganar.

P. ¿Qué le parece Valverde?

R. Un muy buen tipo, muy sensato. Le veo en rueda de prensa y me digo: ‘Quiero ser como Valverde’. Me alegra mucho que a profesionales de esa entidad les llegue la oportunidad de entrenar a un club así. Está haciendo un trabajo espectacular y da gusto ver que el nivel del entrenador español está por las nubes.

Un técnico con paladar

Entiende Jémez que el fútbol es un espectáculo capaz de provocar sentimientos en las personas y que los protagonistas están sobre el verde, por lo que tienen un deber con su público. “A mí me gusta disfrutar la vida, vivir cada minuto. Y me gusta lo mismo en el fútbol, un deporte que hace llorar, reír… Así que quiero que mi equipo divierta. Luego llega el resultado. Pero yo nunca he jugador para perder o nunca he dejado de querer ganar. No quiero cambiar mi mentalidad”, expone. Es por eso que a pesar de ser como todos los técnicos, ocupados en ganar, también se preocupa del cómo, del paladar. “Ganar, sea de la manera que sea, ya es un subidón. Pero me gusta sentirme merecedor de lo que gano y cuidar el cuánto he hecho para conseguirlo. Yo intento que la victoria, que es una mentirosa, no me engañe. La derrota te enseña mucho más la realidad. De eso te das cuenta en los equipos pequeños porque debes hacer las cosas perfectas para ganar los partidos. Y esas sí que son victorias llenas y no te hacen perder el norte”. Aunque pase lo que pase, poco le importa el qué dirán: “Si tuviera que hacer las cosas en función de las críticas, no haría nada. Hay gente que su trabajo es criticar. ¡Si hasta se critica a Messi y Cristiano Ronaldo!”.

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