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El Federer abrasivo desembarca en la final de Australia

En poco más de una hora (62'), el suizo imparte una lección al surcoreano Chung, que con un mundo de por medio (6-1 y 5-2 al final) renunció por ampollas en un pie. Se jugará el título el domingo con Cilic

Alejandro Ciriza
Federer, durante el partido contra Chung.
Federer, durante el partido contra Chung.TORU HANAI (REUTERS)

“Si no existiera”, dice con toda seguridad una chica australiana llamada Nicole mientras pasea por el boulevard de Saint Kilda, “a Roger Federer habría que inventarlo”. A la joven le resulta casi ofensiva la pregunta sobre quién cree que se proclamará campeón el próximo domingo en Melbourne. “Roger, Roger”, sentencia casi sin dejar que concluya el planteamiento. Por fortuna para ella y para el tenis, y en realidad para todo el deporte, el suizo no solo existe, sino que además perdura. No se sabe si vencerá o no al croata Marin Cilic, pero de momento, con su triunfo por 6-1 y 5-2 (en 62 minutos), con abandono de Hyeon Chung, está un poco más cerca de satisfacer a su admiradora Nicole.

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"Obviamente, me hubiese gustado ganar de otro modo pero, honestamente, estoy feliz por volver a a la final porque ese era mi objetivo. Sé lo que él había hecho contra Novak, en los otros partidos previos, pero yo me centré sobre todo en mi juego. Intenté abreviar los puntos desde el principio..." relató como quien ha llevado a cabo algo aparentemente sencillo.

Como punto de partida, Federer logró lo que hasta ahora había sido un quimera: frenar al impetuoso tenista asiático, que en su trazado hacia las semifinales dejó por el camino a jugadores como Alexander Zverev o Novak Djokovic, desquiciado este último porque independientemente de su dolor en el codo no encontró la forma de maniatarle. Sí lo consiguió Federer, que en este 26 de enero, Día Nacional de Australia, quiso corresponder al calor del pueblo aussie con el enésimo recital, sacando a pasear su Stradivarius y acariciando las cuerdas como solo él sabe hacerlo, con esa sutileza que conduce al terreno de los sueños.

Pero no se engañe nadie, porque no hay mayor depredador que él. Embriaga y engaña con sus buenas formas, porque luego muerde y ataca sin compasión. A Chung, sencillamente, lo fundió. De inicio, le devolvió a la realidad con un primer parcial en el que no le dejó respirar, al abordaje desde el primer segundo, presionando al resto para dejar claro que la aventura se le había acabado al surcoreano. Fue hermoso mientras duró, pero hasta aquí. Chung se ha presentado al mundo en Australia, pero en media hora digna de estudio (¿cuántas van ya…?), Federer le devolvió a la Tierra y cerró su homérico paso de esta edición.

La 30ª final de un Grand Slam para el maestro

En esa media hora, el ganador de 19 grandes dejó muy claras sus intenciones y a Chung se le agotó el crédito, porque más allá de sus piernas (tremendo ese tren inferior) y su electricidad (a Kei Nishikori le ha salido un digno competidor), quedó claro que con su derecha iba a ser imposible hacerle siquiera cosquillas al gigante. Por si fuera poco, cuando Federer ya le había endosado 10 juegos y encarrilado la victoria, tuvieron atenderle porque de tanto correr y correr a lo largo de estas dos semanas se le quedó la planta del pie izquierdo abrasada. Entonces, 6-1 y 4-1 en el electrónico, y lo que a priori se presentaba como un pulso atractivo, por eso de ver si el asiático iba a ser capaz de enredarle también al maestro de los maestros, terminó de golpe porque Federer apretaba tanto que Chung se consumió.

Disputará su séptima en Melbourne, donde solo Nadal (2009) pudo con él jugándose el título

"Creo que hice lo correcto, no podía caminar más", valoró el semifinalista, de 21 años; "si llego a continuar en la pista, no hubiese sido bueno para los aficionados ni la audiencia. He disfrutado mucho de estas dos semanas, dentro y fuera de la pista. He podido jugar contra Alex, Novak, Roger... Ha sido un honor jugar contra él. Estoy contento de haber llegado hasta aquí, pero quier estar más fuerte el próximo año".

Tenis abrasador con sello helvético. Federer, por tanto, en otra final más; la 145ª como profesional, la 30ª de un Grand Slam y la séptima en Australia, donde solo Rafael Nadal (2009) pudo con él jugándose el título. 19 temporadas consecutivas (de 2000 a 2018) alcanzando al menos una; solo Jimmy Connors, también 19 campañas, logró algo igual. Tiene en Melbourne Park a tiro la plusmarca de Roy Emerson y Novak Djokovic, ambos con seis trofeos. Y en medio, el escollo del domingo: Cilic, al que despellejó el año pasado en la final de Wimbledon. Muy bien tendrá que hacerlo el croata. Muy bien… y que a Federer (36 años y 173 días) no le dé por seguir impartiendo cátedra.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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