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Simona Halep, la reina sin ‘grandes’ y sin marca

La jugadora rumana, citada en la final con Wozniacki, luce un vestido adquirido en una web china porque rompió con su antiguo patrocinador. Le superan en ganancias otras siete compañeras

Alejandro Ciriza
Halep sirve durante el partido contra Kerber en Melbourne.
Halep sirve durante el partido contra Kerber en Melbourne.Cameron Spencer (Getty)

Aunque nunca haya ganado un Grand Slam y vaya camino de los 27 años, Simona Halep es en estos momentos la mejor tenista del mundo. O, al menos, eso es lo que dice ahora mismo el ranking.

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Otra cosa es lo que pueda pasar el próximo lunes, porque si la danesa Caroline Wozniacki la derrota en la final que alcanzaron ayer ambas, será la nórdica quien ocupe la cima del circuito femenino. “No estoy obsesionada con eso. Aquí estoy jugando con mucha tranquilidad y no pensando en si soy la número uno o no. No siento una dosis extra de presión, tengo mucha confianza”, expresó la de Constanza después de reducir a la alemana Angelique Kerber en un hermoso duelo (6-3, 4-6, y 9-7, en 2h 20m), sabiendo ya que mañana le aguarda un duro encuentro con la bregadora Wozniacki (6-3 y 7-6 a Elise Mertens).

Hasta aquí, todo en su sitio. Dos de las favoritas al triunfo final cara a cara, después de que las otras cuatro aspirantes a marcharse de Melbourne con el número uno a la espalda –Garbiñe Muguruza, Karolina Pliskova, Jelena Ostapenko y Elina Svitolina– hubiesen cedido en la carrera de estas dos semanas, más tarde o más temprano. Todo en orden, salvo un ligero matiz: un vestido. ¿Sería posible que la número uno mundial de cualquier otro deporte más o menos masivo, en estos tiempos modernos de merchandising y branding a más no poder, tuviera que comprarse su indumentaria a través de Internet porque no tiene un patrocinador deportivo?

Es el caso de Halep. A finales del curso pasado, el contrato que tenía desde hace cuatro años con la multinacional alemana Adidas expiró. La jugadora que defiende el número uno desde hace 15 semanas –se lo arrebató a Muguruza el pasado 9 de octubre– percibía alrededor de 800.000 euros anuales de la marca, pero desestimó la oferta económica para renovar porque entendía que su caché, en su nueva condición de referente del tenis femenino, debía aumentar. No hubo acuerdo, deportista y firma se separaron y desde entonces Halep no ha dado con otro sponsor que colme sus pretensiones económicas.

Finalista... salvando cinco ‘match points’ en contra

Ante esa situación, mientras disputaba un torneo hace tres semanas en Zhenzhen (China), dio con una web para diseñar ropa y se creó su propio vestido. Escogió el rojo, ganó su primer trofeo de 2018 y finalmente optó utilizarlo también en Melbourne, donde hasta ahora le ha funcionado. No luce logotipo ni sello alguno, pero no tiene ninguna prisa. “Le mandé a uno de mis asistentes una foto y en menos de 24 horas tenía el modelo. ¿Es bonito, eh?”, bromeó al llegar al torneo. “Me está dando suerte. De hecho, viene de China y allí yo siempre he conseguido buenos resultados. Me siento cómoda y me gusta, así que ya veremos por cuánto tiempo lo llevo”, comentó después.

En 2017 ganó 4,9 millones de euros, por los 21,5 de  Serena, los 10 de Kerber (10) o los 6,1 de Muguruza

Se dice que Nike le ofrece ahora 1,3 millones por año, pero Halep sigue con su vestido rojo. Ella es la número uno en la pista, pero en términos monetarios está por detrás de varias tenistas. En 2017, según los cálculos de la revista Forbes, ocupó la décima posición del listado de las deportistas que obtuvieron mayores ganancias, con 4,9 millones de euros. Sin embargo, le superaron otras siente compañeras del circuito, por el siguiente orden: Serena Williams (21,5), Kerber (10), Venus Williams (8,3), Muguruza (6,1 y representante de Adidas, que le diseña modelos personalizados), Wozniacki (5,9), Agnieszka Radwanska (5,8) y Eugenie Bouchard (5,6).

Pese a todo, pese a no tener el tirón mediático de otras raquetas, Halep sigue a lo suyo. No es Australia un terreno que se le dé bien, sino todo lo contrario. Los dos últimos años cayó en la primera ronda y en sus ocho participaciones tropezó en el estreno cuatro veces. Pero este año, el calor la impulsa y se ha plantado en la final después de escapar de dos situaciones límite: salvó tres bolas de partido en contra en el pulso de la tercera ronda contra Lauren Davis y ayer otras dos ante Kerber. Ahora está en disposición de levantar su primer grande después de haber perdido dos finales previamente, ambas en Roland Garros (2014 y 2017), y de afianzar su número uno.

Y sea cual sea el desenlace, lo hará con su vestido rojo.

DE SERGIO RAMOS A DANIEL EVANS

Halep no es la primera deportista que compite sin el logotipo de ninguna marca en su indumentaria. En el caso del fútbol, son varios los jugadores de primera fila que no llegaron a un acuerdo con sus respectivos patrocinadores o bien tuvieron desencuentros y por eso rechazaron lucir logotipos.

Sergio Ramos es un ejemplo. Hace dos años, el central del Real Madrid y Nike estuvieron a punto de romper su nexo comercial porque el defensa pedía más dinero a la firma estadounidense y esta se lo negó durante un tiempo. Ramos embetunó sus botas y jugó así una larga temporada, hasta que la marca estadounidense aceptó sus pretensiones.

El sueco Zlatan Ibrahimovic (Manchester Untied) o el hispano-brasileño Diego Costa (Atlético) también tuvieron litigios con Nike. El primero empleó la misma fórmula que Ramos y después actuó de forma pasajera con Adidas, aunque finalmente se reencontró con su marca de toda la vida. Mientras, el ariete rojiblanco fichó por la marca alemana, a la que hoy día representa.

Además, el tenista Daniel Evans siguió una línea muy similar. En 2016, el británico terminó su contrató con Nike y tardó en encontrar una alternativa, de modo que jugó el Open de Australia con camisetas que se compró en una tienda de Melbourne a razón de 15 euros cada una.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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