Sharapova entra en el limbo

A las nueve y media de la noche australiana, Maria Sharapova cruzaba el pasillo que precede a la sala de conferencias de Melbourne Park como si le hubiese caído encima un yunque. Desplazaba su 1,88 como alma en pena, porque poco antes Angelique Kerber le había sometido a un soberano rapapolvo (6-1 y 6-3) que contextualiza a la perfección donde están ahora mismo la una y la otra: la alemana, ya en octavos, progresando como un cohete en este mes de enero, en el que encadena 12 victorias consecutivas y parece haber enderezado el rumbo después de un buen tiempo perdida; y la otra, la rusa, penetrando poco a poco en un peligroso limbo, porque desde que volvió de su suspensión por dopaje se ha convertido en una adversaria muy vulnerable.

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“She played extremely well (ella jugó extremadamente bien)”, enfatizó hasta en cinco ocasiones Masha para elogiar el poderoso despliegue de Kerber; una coartada tan cierta como incompleta, porque Sharapova omitió la segunda parte de la historia: ella jugó muy mal. Jugó muy mal y volvió a marcharse pronto de otro torneo, algo que se ha convertido en una tónica habitual desde que regresase a las pistas el pasado 26 de abril, en Suttgart, tras el castigo que le impuso la Federación Internacional de Tenis (ITF) por infringir las reglas precisamente en el Open de Australia, en la edición de hace dos años.

Desde su vuelta, la rusa continúa sin dar la talla. Es cierto que ha sufrido un par de lesiones –cadera, antebrazo izquierdo y un desgarro muscular que le impidió competir en la previa de Wimbledon– que han condicionado su reinserción, pero el tiempo avanza y va en su contra. A los 30 años afronta una temporada que debe aportarle la referencia real de dónde está y hacia dónde quiere ir, porque la Sharapova triunfal del pasado está cada vez más lejos y el presente describe a una jugadora cuyas derrotas ya no sorprenden en absoluto.

Desde su vuelta solo ha probado un bocado menor, el trofeo de Tianjin (China), y su trayectoria marca una caída en primera ronda (Moscú), dos en segundas (Madrid y Roma), un abandono (Stanford), la tercera escala de Pekín, las semifinales de Shenzhen y dos discretos pasos por los grandes: octavos del US Open y esta tercera ronda de Melbourne. Es decir, dudas, muchas dudas respecto a si volverá a ser una jugadora pujante.

Federer y Djokovic, sin complicaciones; Del Potro y Zverev, ‘ko’

“No es fácil estar aquí sentada hablando de una derrota”, admitió, “pero estoy aquí porque creo que puedo mejorar en mi profesión, realmente creo que puedo. De lo contrario, no estaría aquí”, expuso antes de citar varios ejemplos de superación y éxito. “Me he fijado en los ejemplos de Federer y Nadal, o de Serena y Venus. Cada uno tiene su propio camino, pero ellos han mantenido la motivación y el compromiso a su edad”, cerró.

En su retorno a las pistas, la rusa ha dejado dudas y más dudas respecto a si volverá a ser competitiva

El adiós de Sharapova fue uno de los flashes de una jornada en la que los dos hombres de más cartel progresaron en el cuadro sin complicaciones. Roger Federer se volvió a mostrar intratable y redujo al francés Richard Gasquet en 1h 59m, por 6-2 7-5 y 6-4; en octavos le corresponde el húngaro Marton Fucsovics, de 25 años y 80 del mundo (6-3, 6-3 y 6-2 a Nicolas Kicker). Mientras, Novak Djokovic se deshizo del catalán Albert Ramos, por lo que la representación española masculina queda en manos de Rafael Nadal y Pablo Carreño. El serbio venció por 6-2, 6-3 y 6-3, aunque dio el susto al tener que ser atendido durante 10 minutos de un problema en la inserción de la pierna con la cadera. El domingo le espera el coreano el joven Hyeon Chung, campeón de la primera edición de la Copa de Maestros júnior.

Mientras, dos aspirantes de segunda línea como Alexander Zverev y Juan Martín del Potro fueron eliminados. El alemán perdió contra Chung (5-7, 7-6, 2-6, 6-3 y 6-0) y el argentino con el checo Berdych (6-3, 6-3 y 6-2).