Schwartzman: “Riquelme es el Federer del fútbol”
Con su 1,70 de altura, el argentino desafía al 'establishment' fisionómico del circuito, poblado de gigantes. Es el más pequeño entre la élite, pero no tiene complejo alguno y en los octavos de Australia reta a Nadal
Con la mejor disposición del mundo, Diego Schwartzman (Buenos Aires, 25 años) accede a la conversación con EL PAÍS y otro medio español después de haber peloteado durante 2h 38m bajo el abrasador sol australiano y haber desembarcado en los octavos del Open de Australia, donde encara a su amigo Rafael Nadal. Con su 1,70 de altura, el argentino (26 del ranking) desafía al establishment fisionómico del circuito de la ATP, poblado de gigantes. Es el más pequeño entre la élite, pero no tiene complejo alguno y sí muchas razones para sonreír durante buena parte del encuentro.
Pregunta. Por ser bajo, ¿cuántas veces le dijeron que lo suyo con el tenis era imposible?
Respuesta. No me decían que no iba a poder jugar, sino que me iba a ser mucho más difícil que para otros jugadores con la altura media que había en el tenis. Encima, hoy día, todavía son más altos. De la legión que tuvo Argentina hace 10 años ninguno era muy alto y, sin embargo, pudieron estar en el top-10, y eso supuso una forma de ver el tenis distinta a la que se ve hoy. Mucha gente lo ve por la tele y no se da cuenta de lo grandotes que son: ves a Rafa, Roger o Djokovic y todos miden prácticamente 1,90…
P. En su caso, la estatura lo condiciona todo, ¿no es así?
R. Hay una altura media muy elevada que ayuda mucho dentro de la cancha: en los golpes y en el saque, a tener más fuerza y aguantar un poco más. Mis papás me lo advertían y tenían algo de razón, porque no ha sido fácil medir 20 centímetros menos que el resto. De todos modos eso también me hizo aprender un montón de cosas y tener que mejorar en muchas otras que hoy, por suerte, estoy haciendo bien.
No es fácil medir 20 centímetros menos que el resto. Rafa, Roger y Nole son muy grandes...
P. Menciona a sus padres. Más allá de su talento y esfuerzo, si ha llegado hasta aquí es en buena medida gracias a ellos, ¿Qué me dice de ello?
R. Mis papás habían estado muy bien económicamente en Argentina antes de que yo naciera, pero pasamos de esta bien a no tener nada. Cuando yo nací mi país pasó una etapa mala porque hubo muchos problemas de gobierno y con los bancos, así que la gente no tenía plata y en ese momento no era nada fácil dedicarse al tenis, sobre todo para una familia que estaba tratando de salir adelante. Tengo dos hermanos y una hermana y mis papás también tenían que darles todo lo que podían. Entre todo ese remolino de cosas mis papás hicieron lo imposible para que yo pudiera seguir jugando y que mis hermanos pudieran tener la mejor vida posible.
P. Lo imposible significa, entre otras cosas, que su madre vendiera pulseras en los clubes para poder costear sus viajes, ¿no?
R. Sí, mi papá se encargaba de fabricarlas. Cuando yo tenía 13 o 14 años mi mamá las vendía en los torneos a los que íbamos. Los chicos las agarrábamos y las vendíamos por todo el club para ganar plata y de esa forma yo me iba pagando los viajes, y así podíamos agarrar el auto para ir al siguiente torneo. Mi viejo me decía que iba a un buen hotel, con tele, ducha y gozo, pero llegaba y no había nada… La habitación era compartida y el baño también, así que llamaba a mi papá diciéndole: ¡Me mentiste! Esas cosas te van formando y por suerte nada de eso me hizo tener ganas de dejar el tenis.
Mi madre tenía que vender pulseras en los clubes para poder costearme los viajes
P. ¿Y hasta qué punto era difícil maniobrar desde Argentina?
R. Estamos lejos, la verdad. No es fácil y todo está muy caro por estar tan lejos, incluso dentro de Sudamérica. Son muchas horas de viaje… A mí siempre me gustó mucho más competir por Europa. Las semanas de descanso me fui a España y entrené en España porque me parece que la preparación y las condiciones son mucho mejores. En Sudamérica una semana juegas en altura, otra en un lugar húmedo, otra en seco y van cambiando demasiado las condiciones de juego... En Europa, en ese sentido, es mucho mejor.
P. Cuentan que de niño era un pieza. ¿Se ha formalizado ya?
R. Sí, claro, ahora soy responsable, trato de ser la mejor persona posible… [risas]. La verdad es que cuando era chico hacía algunas maldades en el club; cuando dejaban ahí aparcadas las bicicletas, algunas de ellas aparecían con las ruedas pinchadas o cosas así, por eso de ser chico… Estaba un poco loco, pero luego me fui formalizando. El hecho de tener hermanos más grandes no es nada fácil, así que: ¡Por algún lado tenía que sacar mi furia, porque si no me agarraban y me daban!
P. ¿El ser pequeño le ha obligado a desarrollar otros instintos?
R. El físico sobre todo, el tener que entrenarme siempre al cien por cien. Yo sé que dentro de la cancha no voy a poder zafarme de algunas situaciones ni con el saque ni con algunos tiros que te pueden dar la diferencia, de modo que tengo que entrenarme al máximo. Eso me ayuda mucho a competir y los rivales van viéndolo, y por eso te respetan mucho más.
P. ¿Y le ayudó también a desarrollar la picardía?
R. Sí, pero eso viene un poco más de la argentinidad que de algo mío… También agarré un poco la picardía del fútbol, porque soy muy fanático. En el vestuario hemos formado un grupo con Carreño, Thiem, Zverev y alguno más para compartir unas partidas a la PlayStation.
P. Usted es hincha de Boca Juniors. ¿Tanto le admira a Riquelme?
R. ¿A Román? ¡ Román es mi ídolo! Le admiro por su calidad. ¡Tengo la remera [camiseta] de él ahora…! Yo soy hincha de Boca y lo ganó todo, así que es muy difícil que Román no sea el ídolo de un hincha de Boca.
Admiro la intensidad de Ferrer y Nadal es un genio jugando al tenis
P. Sin embargo, usted no para en la pista y él jugaba casi andando.
R. ¿Andando? ¡No, jugaba relajado, que es distinto! Juega a otra cosa, como Roger. A Roger vos lo ves en la cancha y parece que va sobrado… ¡Y sí, va sobrado! ¡Y Riquelme cuando jugaba iba sobrado! Son lo más parecido en la comparación tenis-fútbol.
P. Tenísticamente se identifica mucho con Ferrer. ¿Qué valora de él?
R. Desde chico traté de ver cómo juega Ferru por su intensidad. Creo que a todos nos sorprendió la carrera que hizo durante mucho tiempo, con los jugadores que había, para mantenerse en el top-5. Desde que entré al circuito le preguntaba sobre los rivales; iba hacia él callado, con respeto, aunque creo que entre los españoles y los argentinos siempre ha habido una buena relación de forma natural. Por ese lado él me tomó mucho cariño y yo muchísimo respeto. Traté de aprender mucho de él y lo sigo haciendo. Tenemos una muy buena relación.
P. También se lleva muy bien con Nadal. ¿Cómo va a detener esa bola alta que cae como un misil?
R. ¡Pegaré un salto ahí y de revés…! No, aquí y en el US Open me ayudan un poco las canchas en ese sentido, porque son bastante rápidas y por eso en los últimos años gané más partidos en cemento que en polvo. Dentro de la cancha no estoy pensando en si Rafa me va a jugar alto y me va a molestar, para nada. Trataré de jugar lo más normal posible.
P. ¿Le asombra su naturalidad en las distancias cortas?
R. Uno ve a Messi y Cristiano, y como no les conoce, piensa que son extraterrestres… Pero luego le veo a Leo tomándose un mate y comiéndose unas tostadas con dulce de leche y me digo: vale, es normal, hace lo mismo que hago yo... [risas]. El ver a Rafa en un montón de torneos, el haber ido a Mallorca y haber visto lo que hace en el día a día, y la simpleza que tiene… Es un genio jugando al tenis y hace una fuerza enorme por hacerlo cada vez mejor, más allá de un montón de situaciones que tuvo en su carrera y de haberlo ganado todo. Y sigue queriendo ganarlo todo.
P. ¿Le escuece todavía la derecha que le clavó en Montecarlo el año pasado?
R. El otro día, en el entrenamiento, me tiró varios así… Los tengo filmados en el teléfono, pero no los voy a enseñar… [risas]. Una vez que empiezas a enfrentarte a él y los ves entrenándose y compitiendo te sigue sorprendiendo, pero a la vez no. Tienes que estar tan atento porque te hace tiros imposibles; si te relajas… Es muy difícil estar en la cancha peleando contra él.
P. Entonces, ¿se le puede frenar de algún modo?
R. Necesito que él no dé su cien por cien. Tengo que aprovechar las chances e intentar que él se sienta lo más inseguro posible. Los partidos a cinco sets son más irregulares, así que un poquito de aire puede haber en algún punto. Ojalá que lo pueda aprovechar.
P. Si gana, ¿qué hará?
R. Si gano… Si gano le regalaré la raqueta a alguien. ¡Si gano la tiraré a la tribuna!
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