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España supera un calvario ante Hungría

Álex Duishebaev, Ariño, Valero y Adrià Figueras resuelven un partido espeso

Robert Álvarez
Valero Rivera remata ante Mikler.
Valero Rivera remata ante Mikler.OGNEN TEOFILOVSKI (REUTERS)
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El segundo partido en el Europeo se convirtió en un calvario para España. Ese fue el gran mérito de Hungría, indesmayable en su pugna por negarle velocidad, espacios y alas a la selección de Jordi Ribera. El equipo español no se sintió cómodo en ningún momento, siempre amenazado en un marcador en el que la brecha fue de uno o dos goles todo el tiempo, e incluso algún empate a 17 y a 19. la defensa española se las vio y se las deseó ante los fornidos pivotes y centrales húngaros.

El desenlace, el último gol de Ferran Solé a falta de 13 segundos, supuso una liberación para la escuadra española. Superó un partido que necesitaba ganar de todas todas puesto que, sobre el papel, es Dinamarca, su rival este miércoles, el más temible en la primera fase.

HUNGRÍA, 25; ESPAÑA, 27

Hungría: Mikler; Lekai (4, 3 de p.), Ancsin (0), Ligetvari (0), Schuch (0), Jamali (2) y Juhasz (1) —equipo inicial— Borbely (ps), Csaszar (1 de p.), Balogh (5), Vilovski (1), Hornyak (0), Banhidi (6), Szollosi (1), Bartok (2) y Bodo (2)

España: Corrales; Balaguer (1), Gurbindo (3), Raúl Entrerríos (0), Cañellas (0), Valero Rivera (4, 2 de p.) y Aginagalde (0) —equipo inicial— Pérez de Vargas (1), Solé (2), Alex Dujshebaev (4), Sarmiento (3), Dani Dujshebaev (0), Morros (0), Ariño (4), Gedeón Guardiola (0) y Figueras (5).

Árbitros: Din y Dinu (Rumanía). Excluyeron por dos minutos a Jamali, Ancsin, Lekai, Bodo, Ligetvari, Raúl Entrerríos y Cañellas.

Varazdin Arena (Croacia). Unos 4.500 espectadores.

Ribera arriesgó. No llegaban los goles por los extremos, costaba enlazar las contras y sobre todo faltaba efectividad frente a la cerrada defensa 6-0 de Hungría y el buen hacer de su portero Roland Mikler, en especial en la primera parte.

El seleccionador español cambió la defensa 6-0 y optó por una 5-1 con Álex Dujshebaev sobre el jugador más peligroso del equipo húngaro, Mate Lekai, como Mikler, uno de los puntales del Veszprem. Para colmo de males, Gedeón Guardiola se torció el tobillo en un encontronazo con un jugador húngaro cuando estaba a punto de concluir el primer tiempo.

La irrupción en el segundo tiempo de Ferran Ariño , el jugador que se incorporó el domingo a la concentración del equipo en Varazdin (Croacia) para suplir al también lesionado Ángel Fernández, resultó providencial. También la de Gonzalo Pérez de Vargas bajo palos. España consiguió mover algo mejor el balón. Ariño lo aprovechó para hacer el pleno: cuatro lanzamientos, cuatro goles.

Eso le permitió al España mantener a raya a Hungría, siempre amenazante, resolutiva gracias a las acciones de sus cañoneros del Szeged, Bahlog, con cinco tantos, y Banhidi, con seis. Resultaron vitales los tres goles consecutivos de Álex Dujshebaev en momentos de inferioridad numérica del equipo español por la exclusión de Cañellas. Y también fueron determinantes la irrupciones de Adrià Figueras y los penaltis transformados con maestría y sangre fría por Valero Rivera cuando el partido estaba en el alambre. Ganó España y se quitó un tremendo peso de encima.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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