Puro Dakar: mucha arena y más retiradas
Tras cinco etapas en el desierto peruano, la dureza del rally causa estragos entre los favoritos. Loeb y Despres, los últimos en caer
Arena blanda, piedras, rocas, socavones y zanjas. Valles de dunas pequeñas. Y grandes dunas cortadas. Son los peligros del Dakar. Y no todos están indicados en el libro de ruta. Combinar cautela y pericia, velocidad y conducción segura se vuelve más difícil que nunca. Solo se han celebrado cinco etapas del rally y los abandonos y accidentes se multiplican. “La arena estaba blandísima. Nos hemos quedado atrapados una primera vez, pero hemos conseguido salir. En otra zona, hemos llegado a una cresta donde había otro coche varado. Seguíamos a Nasser, que pasaba por ahí, y al hacerlo no he visto que detrás de la cresta había un agujero. Y, ¡bam!, nos hemos caído de lleno en el socavón”. Son las declaraciones de Sébastien Loeb (Peugeot), que tuvo que esperar a que un camión le sacara del agujero. Líder de la general al inicio de la jornada, el campeón del mundial de rallies había cedido 2 horas y 45 minutos cuando tomó la decisión de abandonar. Su copiloto, Daniel Elena, se había hecho demasiado daño tras un impacto en la recepción de una duna. “En cuanto paso de 30 km/h se pone a gritar del dolor, no podemos continuar así”, explicaba Loeb. A Elena le dolía el esternón y tenía aparentemente también dañado el coxis. “Soy duro de pelar, pero no lo veo posible”, concedió.
Si el alsaciano caía este miércoles, el líder de la general en motos, Sam Sunderland (KTM), campeón en 2017, sorprendía con una retirada el martes. “La dificultad del Dakar es que un día es todo bonito y al día siguiente es todo triste”, concedía Joan Barreda (Honda) al conocer el adiós de su gran rival, que decidió parar al notar tanto dolor en la espalda que apenas sentía las piernas.
El Dakar celebra su 40 aniversario y la organización ha querido recuperar la esencia de la carrera. Sí, ya no se corre en África, pero la idea es que quienes lleguen a la meta en Córdoba, como en su día al lago Rosa (Senegal) lo tengan bien merecido. El primer objetivo es terminar. Y este 2018 esa máxima ha pasado a ser la obsesión de muchos, más allá del resultado.
El recorrido de esta edición, que volvía a empezar en pleno desierto, cuenta con siete etapas de mucha arena. En Sudamérica, las pistas han ido cediendo espacio a las dunas. De todo tipo, forma y tamaño. “Nunca antes había visto arena tan blanda”, decía Van Beveren (Yamaha), nuevo líder de la general, pese a que Joan Barreda ganó y remontó para colocarse a 8 minutos. En coches, apenas se salva Peterhansel, nuevo líder, sin grandes errores que lamentar. Y Sainz, que pese a haberse quedado atrapado en las dunas, es segundo a 31 minutos del francés.
Ya lo avisó Marc Coma, director deportivo del Dakar: “Quien no se haya preparado específicamente en arena, lo pagará”. El caso es que incluso los favoritos están cayendo en la trampa. Lo hizo Nani Roma (Mini), que terminó en el hospital la tercera etapa; el catarí Al-Attiyah (Toyota), y también Despres, que llegó la noche del martes a la una de la madrugada al vivac después de destrozar una rueda y la suspensión trasera de su Peugeot. Ahora correrá para ayudar a sus compañeros.
“Ya sabíamos qué significaba empezar en Perú, conocíamos el contexto y que se iban a encontrar dificultades. Se lo comunicamos a los participantes desde el primer día, les dijimos que serían días exigentes. Luego se juntan otros factores en las etapas iniciales: por ejemplo, que hay gente que no está bien preparada”. Es como lo ve Coma, que ha diseñado una carrera con colmillo; “claro que habrá más etapas duras. Quedan muchos días por delante”.
Nadie lo duda. La próxima prueba son las etapas a unos 3.000 metros de altura (4.800 de máxima) en Bolivia, donde entrarán hoy, y los organizadores esperan que El Niño no se convierta en otro factor a tener en cuenta. “Está lloviendo, pero nada alarmante. Hemos intentado construir un rally en el que a pesar de las lluvias las condiciones meteorológicas no afecten a la competición más de normal”, explicaba Coma. Después volverán las dunas y aparecerá el sofocante calor argentino. Sin olvidar las etapas maratón, que pueden dejar a otros tantos por el camino. Pese a todo, el expiloto, cinco veces ganador del Dakar, se muestra complaciente. “La gente está contenta. Todos tenían muchas ganas de reencontrarse con Perú y ser partícipes de una edición tan especial como va a ser esta”.
Al menos 69 abandonos en cinco jornadas
Diez años después de dejar África, los corredores se encuentran con una carrera que les exige el máximo desde el primer kilómetro. La mejor muestra: Joaquim Rodrigues, evacuado en helicóptero al poco de comenzar la primera etapa. Aquel día ya cayeron tres pilotos. La segunda etapa causó estragos: 23 abandonos. En la tercera hubo 18, incluido el de Nani Roma, uno de los favoritos, que no recibió el alta hasta el miércoles; y el de un piloto checo que sigue en el hospital con pronóstico reservado. La cuarta (19 bajas) dejó fuera de la competición a Sunderland, campeón en moto del 2017, y a André Villas-Boas, que se estrenaba en el rally. Y este miércoles, seis, por el momento, incuido Loeb, otro de los aspirantes.
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