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Reyna, un ángel renegado del fútbol mexicano

Uno de los talentos más promisorios de México busca redención en su noveno equipo, Toluca, y alcanzar un lugar para el Mundial

Diego Mancera
Reyna durante la entrevista con EL PAÍS.
Reyna durante la entrevista con EL PAÍS.Daniel Villa

Han pasado casi siete años y la huella sigue fresca. Es la de Ángel Reyna (Ciudad de México, 1984), un futbolista predestinado a la gambeta. Él dejó en 2011 el último campeonato de goleo en la Liga MX ganado por un mexicano. Después de él, ninguno de sus compatriotas lo ha hecho. Oribe Peralta, una estrella que maduró tarde, ha sido el que más se ha acercado. Ahora, con 33 años, Reyna tiene un reto que luce un embrollo: asistir a la Copa del Mundo, a su primer mundial.

Reyna se dio a conocer en su país al emerger de los equipos juveniles de América y jugar en clubes filiales, en ese entonces, como San Luis y Necaxa. De adolescente veía en los campos de entrenamiento a Cuauhtémoc Blanco, el ídolo mexicano. Y como él, Ángel Reyna se fraguó en el fútbol callejero. “De ahí se aprende todo. Es mi mejor cancha, ahí aprendes a sacar ventaja de una manera sana y a aguantar todo”, comenta en entrevista con EL PAÍS.

El chico formado en el norte de la capital mexicana despuntó en América en 2008, con 24 años. Le colocaban en cualquier zona ofensiva del campo y cumplía. Jugaba con desparpajo y su afición le veía como uno de los suyos. A Javier Aguirre le interesó ese mediapunta en los meses previos a la Copa del Mundo de 2010 aunque no alcanzó a ir.

Reyna festeja un gol con América en 2010.
Reyna festeja un gol con América en 2010.L. Acosta (AFP)

La noche del 25 de enero de 2010, una negra noticia sacudió a toda la plantilla del América. El delantero estrella y comandante de Paraguay, Salvador Cabañas, recibió un tiro en la cabeza que lo desplazó del fútbol. Ángel Reyna, tras esa ausencia, se convirtió en caudillo. Fue campeón de goleo con un toque de ensueño. "Me siento orgulloso de lo que hice. Que no haya otro mexicano preocupa, así que ocupa forjar, crear y hacer centro delanteros mexicanos”, considera. Pero si algo ha perseguido a Reyna es su conducta. “Soy una persona criada para luchar y nunca darse por vencido”, comenta.

Reyna salió de América envuelto en polémica por ser excesivamente crítico con sus compañeros. “La culpa no fue de Navarrete [su portero], sino de la defensa de plástico y del capitán de agua que tenemos”, dijo tras un perder el clásico con Chivas. Salió de su club y luego fue a Monterrey. Paralelamente se convirtió en un engranaje de la selección de México. Reyna rompió con el sentimiento americanista cuando le anotó a su exequipo y festejó como lo hacía Cuauhtémoc en sus buenos tiempos, una traición hecha celebración. La gente no le perdonó. Y no lo haría en los siguientes años cuando, tras un paso por Pachuca y Veracruz, llegó al equipo odiado por las águilas, las Chivas de Guadalajara. Le apodaron pleititos, por ese amorío al conflicto.

Ángel Reyna se enemistó con su entrenador en Monterrey, Vucetich, y en acto de rebeldía llegaba tarde al entrenamiento. En Pachuca exigía ser el futbolista mejor pagado, en Veracruz se encaró con su compañero Christian Llama durante la pretemporada. Desde 2009, el centrocampista ha acumulado 74 tarjetas amarillas y cuatro directas. Tiene más amonestaciones que goles (64) en la Liga. Este año se enrolará en su noveno equipo, Toluca.

El mexicano en un partido con su selección frente a Dinamarca en 2013.
El mexicano en un partido con su selección frente a Dinamarca en 2013.C. Petersen (Getty)

Reyna tuvo rencillas con el entrenador de la selección de México, José Manuel De la Torre, durante las eliminatorias. Si el futbolista notaba una falla en el sistema táctica, alzaba la mano en el vestidor y daba su opinión. Terminó frágil esa relación y, cuando coincidieron en las Chivas, Reyna no quería estar en la plantilla e incluso pidió su salida. La convivencia entre ambos llevó al jugador a entrenar con un equipo en tercera división. “Me considero un tipo muy franco, muy abierto. Y doy mi opinión, le guste o no a la gente”, admite.

En enero del año pasado, Reyna diagnosticó un problema del tri. “[En la selección están] los amigos de los técnicos y los amigos de los amigos. Eso hace que nos metan siete”, dijo en referencia a la histórica goleada 7-0 frente a Chile. “No se puede pelear contra eso porque si peleas, si dices algo, quedas mal”, dijo mientras jugaba en Celaya, en su último equipo.

Ahora ya enrolado con Toluca trata de ser cauto en sus declaraciones. “Lo mío es estar dentro de la cancha”, se limita a decir. En México surgió una especie de réplica del sindicato de futbolistas en España llamada Asociación Mexicana de Futbolistas (AMFpro) que nació con el propósito de proteger los derechos de los jugadores. Es el régimen de transferencias llamado draft, el que buscan eliminar. “He estado dentro del draft y a veces como apoyo de directivas. Sí te puedo decir que es complicado por el tema de que muchos compañeros se quedan sin trabajo, pero más allá de eso, son las reglas y hay que respetarlas. Si se pudieran modificar, sería bienvenido por todos”, masculla.

Reyna, vestido con el uniforme de Chivas.
Reyna, vestido con el uniforme de Chivas.H. Guerrero (AFP vía Getty Images)

“Yo me veo en Rusia. Me visualizo en Rusia. Y lo más importante es que gracias a Dios tengo las cualidades y las ganas para estar ahí. Entonces habrá que trabajar en eso para llamar la atención del seleccionador, el señor Juan Carlos Osorio”, dice con seguridad. Reyna quería que el fútbol mexicano se adaptara a él, este lo devoró.

Reyna es un futbolista cercado. Frente a la prensa trata de prohibirse una sonrisa. “De repente me pongo una máscara porque en realidad soy un poco relajiento [pillo]. No me gusta que me consideren un futbolista cualquiera, normal”, comenta mientras se acomoda su reloj. “Más que rebelde, soy un jugador que se divierte, que nunca perdió la calle”, considera un futbolista de barrio. Reyna busca su redención.

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Sobre la firma

Diego Mancera
Es coordinador de las portadas web de la edición América en EL PAÍS. Empezó a trabajar en la edición mexicana desde 2016 escribiendo historias deportivas. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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