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Le toca a Dembélé

El extremo del Barcelona, que combatió con las prisas para superar la primera lesión muscular de su carrera, regresará al tapete tras el parón navideño

Jordi Quixano
Messi, Rakitic y Dembélé, en una sesión antes del parón.
Messi, Rakitic y Dembélé, en una sesión antes del parón.Alejandro Garcia (EFE)

Los hay que se ofrecen al Barça sin éxito, como David Luiz, hastiado de no jugar en el Chelsea. “No lo podemos fichar porque está lesionado”, deslizan desde el club azulgrana, conscientes de que la prioridad para suplir a Mascherano es Yerry Mina, central del Palmeiras que está atado para 2018 y que podría llegar antes por las urgencias, por la exigencia del técnico Valverde de tener cuatro centrales. Los hay que negocian con el club porque Coutinho, atacante del Liverpool, está más que dispuesto a jugar en el Camp Nou y ahora que el club inglés se ha gastado 85 millones en Van Dijk (defensa del Southampton), parece que también está por la labor de llegar a un acuerdo. Y los hay que no son fichajes pero como si lo fueran, como ocurre con Dembélé, que disputó 122 minutos con la casaca azulgrana antes de romperse el tendón del bíceps femoral de la pierna izquierda, una lesión que le ha mantenido más de tres meses lejos del tapete. “Con él, seremos mejores”, se relamen desde las altas esferas del club. Pero hay que ver cómo encaja.

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Desde el Barça se valoró qué tratamiento seguir tras su lesión en la inserción de los isquios. “Al ser joven y sabiendo que el tiempo de baja era parecido con o sin la intervención, se decidió operarle porque así aseguras que quede bien la zona”, señalan desde el entorno del doctor Sakari Orava, que le practicó la cirugía en Finlandia como en su día lo hizo con Koeman, Guardiola y Vermaelen. Antes de eso, sin embargo, Dembélé inquirió al médico: “¿Podré jugar ante el Madrid?”. Y, aunque sí podría haber estado en el clásico, desde el club anestesiaron las irremediables ganas del futbolista, que quiso ser tan rápido en la enfermería como lo es en el césped. Incluso Valverde le dio un toque de atención para que bajara decibelios. “No ha tenido nunca problemas musculares y quizá no tiene la experiencia para entender las molestias. Hay que armarse de paciencia, trabajar en solitario y ver la evolución poco a poco”, señaló al tiempo que agregó: “Se lesiona en un taconazo, que es un gesto muy agresivo. Puede ocurrir. Aunque un jugador más veterano quizá no lo hubiera realizado”. Pero lo hizo.

“Es joven y quiere jugar como es lógico, pero se le ha tenido que frenar un poco”, explican desde el club azulgrana. Como el día antes del clásico. “Va muy bien en su evolución y pensamos que puede estar pronto con el equipo, pero no correremos ningún riesgo por adelantar una semana”, expuso Valverde. Sabía que había trabajado muy duro y no se podía estropear por las prisas. Trabajo con los recuperadores Xavi Linde y Juan Carlos Pérez Rojo, supervisados por Juanjo Brau, que estuvieron en todo momento junto a él, en una primera fase para quitar el dolor e inflamación con corrientes y ultrasonidos, posiblemente también con factores de crecimiento; otra fase de movilidad de la pierna (activación pasiva y luego activa); una tercera etapa de bicicleta, carrera continua, piscina; y, por último, el golpeo de balón y los sprints con cambios de dirección.

Encajar al tridente

Una vez a tono —se presupone que antes del partido copero ante el Celta se anunciará su alta médica—, la tarea de Valverde será encajar al extremo, ahora que ha encontrado la fórmula de la sorpresa en la alineación, bien con las llegadas de Paulinho, bien con la profundidad de Deulofeu, bien con el trabajo y oportunismo de Alcácer, bien con la pausa de André Gomes… Decisiones que han dado consistencia al equipo porque el tercer delantero siempre era el primer defensa, por lo que queda por ver cómo se incrusta al francés porque se conjetura el regreso del tridente para lo bueno y para lo malo como ocurrió con Luis Enrique en el banquillo y Neymar por la izquierda. “No estoy aquí para reemplazarlo. Hay una gran diferencia entre nosotros porque él es un gran jugador y yo soy tengo 20 años”, reflexionaba Dembélé a su llegada.

Pero se lo exige su precio (costó 105 millones más 42 en variables, la mayor cifra pagada jamás por el Barça) y le avala su fútbol porque ya en su primer año en la Ligue 1 marcó 12 goles y repartió cinco asistencias en 29 encuentros con el Rennes; y en la temporada anterior, festejó 10 tantos y fabricó 20 en 49 duelos con el Dortmund para convertirse en el mejor debutante de la Liga según la Asociación de Futbolistas de Alemania, donde votan los jugadores de las cuatro divisiones punteras del país. “Pero tendrá que trabajar mucho para acoplarse al equipo”, señalan desde los despachos del Camp Nou; “aunque tiene talento, ganas, juventud y la gente del vestuario lo quiere mucho”. Así que Messi, según deslizan desde la ciudad deportiva, ya se ha aplicado en conocer a su compañero sobre el tapete, al punto que entiende que podrá jugar también en profundidad por la derecha como lo hace en el carril opuesto con Alba. “Es un honor y un placer tener en el equipo a Messi, el mejor de la historia. Estoy contento de evolucionar en su equipo”, explica Dembélé.

Al Camp Nou, que se animó a corear su nombre al ritmo de La Marsellesa en su estreno, le sobra la ilusión por verlo del mismo modo que al jugador le sobran las ganas por jugar. Los 122 minutos que disputó antes de lesionarse en septiembre frente al Getafe le supieron a muy poco. Pero con el año nuevo llega también Dembélé. Le toca.

Un desliz publicitario

Al Barça le pudo la precipitación porque desde el departamento de marketing lanzaron el reclamo publicitario para el próximo partido del Camp Nou (7 de enero ante el Levante) con el gancho del extremo. “No te pierdas el retorno de Dembélé”, señalaba el póster. Horas más tarde, cambiaron la publicidad con una imagen de Messi. “Un error”, admiten desde el club; “porque no podemos poner eso si todavía no ha recibido el alta médica. Alguien podría decir que le estábamos engañando”.

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