Una final para enemistar a la ciudad de Monterrey
La primera final entre los dos equipos regiomontanos, Rayados y Tigres, embelesa y divide a su urbe
Alejandro está frustrado. La empresa de transporte privado para que la trabaja les prohibió a los conductores de Monterrey vestir la camiseta de Rayados y Tigres. Según este hombre tampoco podían usar calcomanías ni banderas de los equipos de la ciudad que definen este domingo el título de la Liga MX. El motivo: evitar la confrontación e incitar a los acalorados debates sobre qué equipo es el rey de la metrópoli.
En la ciudad de Monterrey, al norte de México, no existe mayor antagonismo que el que protagonizan los Rayados y Tigres. Son los equipos de tradición que polarizan la entidad. O se es blanquiazul o felino, no hay otra opción. Y, tras 74 años de rivalidad, se enfrentan en la primera final de la liga mexicana. Este clásico llamado regiomontano ha desencadenado enfrentamientos que han terminado con amistades y en peleas multitudinarias.
En mayo pasado, un triunfo global 6-1 de los Tigres sobre Monterrey provocó que los hinchas locales sometieran a puñetazos a cuanto aficionado veían con la camiseta amarilla con azul. El estadio no recibió un veto. Los directivos de rayados decidieron, de forma unilateral, que en su recinto estaba prohibido llevar la camiseta contraria. Al final, recularon ante las recomendaciones de la liga.
Por las calles hay aparatosos anuncios publicitarios en los que piden olvidar la violencia. También celebran que los equipos de la ciudad se jueguen la final. De acuerdo con registros de la liga mexicana, ambos clubes protagonizan las mejores entradas durante todo el campeonato. En el clásico regio de temporada regular hubo lleno absoluto. Para las finales también.
Alejandro pregunta, con cierta picardía, a sus clientes si son de Rayados o Tigres. Según sea la respuesta, él confiesa su afición por Rayados."Hace unas semanas, durante el clásico, yo trabajaba con mi playera de Monterrey. Ya iba con rumbo para ir a ver el juego y que se sube toda una familia de Tigres. Lo bueno que evitamos hablar del marcador", comenta mientras revisa el mapa en su móvil.
En Monterrey hay una palabra clave: carrilla. Los habitantes lo entienden como la burla constante. "El que pierda mañana va a vivir siempre con la carrilla. Es una nueva historia y los demás clásicos dejarán de importar tanto", cuenta Héctor Domínguez, ataviado con dos chaquetas para soportar las fuertes ráfagas de viento. Él, como la mayoría de hinchas de Tigres, acudió a un entrenamiento abierto al público de su equipo en un estadio que aún padecía de las secuelas de una fuerte lluvia. Los aficionados cobijaron a sus jugadores con cánticos que iban desde adaptaciones de canciones de Maluma al coro icónico de Hey Jude de The Beatles.
Cerca de una de las zonas más concurridas de la ciudad, la Macroplaza, se reunieron los aficionados de los Rayados de Monterrey para ir en caravana a El Barrial, la zona de concentración del equipo. Cada que veían pasar a alguien con la remera de los Tigres iniciaba un concierto de insultos y abucheos. Los hinchas salían en estampida cada vez que veían un autobús ligeramente vacío para tomarlo y pedían a los chóferes que les llevaran a visitar a sus jugadores. Algunos adaptaban sus camionetas para llevarlos. Los aficionados blanquiazules solo pretendían llevar una serenata.
En Monterrey solo se puede ver los partidos de los equipos de la ciudad por televisión de paga. El Gobierno estatal promovió, junto con los principales patrocinadores de los clubes, transmitir el juego en televisión abierta. En los medios mexicanos ha trascendido que la suma que debieron pagar para abrir la señal tendrá un costo de 45 millones de pesos. "Nosotros lo veremos desde casa. En mi familia todos son de rayados. ¿Nos peleamos? Nos peleamos. Las discusiones son muy buenas", ironiza Francisca Saucedo, quien luce unas pestañas azuladas en honor a sus Tigres.
Después de este clásico regio, el número 115 en la historia, nada volverá a ser lo mismo para sus habitantes.
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